“Roberto Abusada ha sido uno de los economistas más influyentes en la política económica nacional durante las últimas cuatro décadas”.
“Roberto Abusada ha sido uno de los economistas más influyentes en la política económica nacional durante las últimas cuatro décadas”.
/ DIANA CHAVEZ
Jorge Vega Castro

La lamentable partida de , uno de los grandes economistas del Perú, deja un enorme vacío, no solo entre los miembros de su familia, a quienes tanto amó, sino también entre los miembros de la intelectualidad económica y social del país, con quienes coincidió o discrepó abiertamente, a veces con mordacidad, pero siempre con mucho rigor y profesionalismo. Ha sido uno de los economistas más influyentes en la política económica nacional durante las últimas cuatro décadas. Desde el Departamento de Economía de la PUCP contribuyó a la formación de varias generaciones de economistas. Asimismo, desempeñó importantes labores profesionales en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y en el Banco Central de Reserva (BCR). Del mismo modo, participó activamente en el debate nacional sobre la economía peruana, a través de la publicación de lúcidos artículos y de su asidua presencia en diversos programas en radio y televisión.

Conocí a Roberto en la Universidad de Boston, en Massachusetts, a mediados de la década de 1970, cuando yo era estudiante del programa de doctorado en Economía. Él había culminado sus estudios doctorales en la Universidad de Cornell, y llegó a Boston atraído por el Centro de Estudios del Desarrollo de América Latina de la Universidad de Boston, para participar en un importante estudio sobre el uso de la capacidad industrial instalada en los países de la región, que –además– era el tema de su tesis doctoral.

Lo volví a encontrar algunos meses más tarde, en Lima, en el Departamento de Economía de la PUCP, donde él ya era profesor y yo recién, al término de mis estudios en Boston, me estaba incorporando. Fue ahí donde llegamos a desarrollar una sincera amistad y en donde también tuvimos oportunidad de intercambiar conocimientos y experiencias sobre un tema afín a ambos: las políticas de industrialización y de comercio exterior del Perú.

Roberto fue uno de los primeros economistas en cuestionar abiertamente el ineficiente modelo de sustitución de importaciones implementado por la dictadura militar que había asumido el gobierno en 1968. En un lúcido artículo publicado por la Revista “Economía”, en la PUCP, en 1977 () mostró con claridad los enormes costos que las prohibiciones de importación y los elevados aranceles establecidos por dicho gobierno ocasionaban al país. En especial, a muchos nos abrió los ojos sobre la irracional política del llamado Registro Nacional de Manufacturas, según la cual cualquier bien fabricado en el país e inscrito en tal registro quedaba automáticamente prohibido de ser importado, sin evaluar su calidad ni su precio de venta en el mercado interno. Así, numerosos productos elaborados en el Perú, de dudosa calidad, costaban el doble o el triple de su valor real en los mercados internacionales. Otro aporte importante de Roberto en aquella época fue la propuesta no solo de reducir el nivel de tasas arancelarias, sino también de reducir su dispersión, buscando una estructura arancelaria plana o uniforme, que evitase distorsiones de precios relativos y que condujera a una asignación eficiente de recursos productivos.

En 1980, con el retorno de la democracia al país, y dado su gran conocimiento de las políticas comerciales, fue nombrado viceministro de Comercio. Tuvo entonces que dejar su puesto en la PUCP y se abocó plenamente a la reforma de las políticas de comercio exterior del país. Se enfrentó valientemente a poderosos empresarios industriales rentistas, y logró eliminar las prohibiciones de importación y reducir los aranceles –que en muchos casos tenían tasas del 150%– hasta un tope máximo del 60%. Aquella reforma arancelaria iniciada por Roberto Abusada fue el punto de quiebre y de partida para un largo proceso de apertura comercial que, con avances y retrocesos temporales, ha conducido al Perú de hoy a contar con un sistema de amplia libertad de comercio exterior en particular, así como de saludables libertades económicas en general. Actualmente, tanto el nivel como la dispersión de las tasas arancelarias de importación en el Perú son de las más bajas del mundo.

Durante la década de 1990, continuó en la actividad pública, especialmente como asesor del MEF. Desde esa posición, además de trabajar en el perfeccionamiento y en la profundización de las políticas de liberalización del comercio exterior, contribuyó activamente al diseño e implementación de políticas fiscales y monetarias para la estabilización y el crecimiento económico del país.

Con el advenimiento del nuevo siglo, se alejó de la actividad pública y se dedicó al análisis y a la difusión de las políticas económicas nacionales, tanto a través del , que creó y presidió, como a través de la publicación de diversos artículos periodísticos y de su participación en numerosas conferencias profesionales y en medios de comunicación masivos, a los que solía ser frecuentemente invitado para exponer sus ideas y propuestas.

Roberto fue siempre consecuente, firme y honesto con sus ideas, lo que le generó no pocos enemigos. Fue criticado por grupos empresariales, a los que reprochaba sus prácticas rentistas y mercantilistas. Y fue también hostigado por técnicos y políticos de izquierda, por su defensa de los principios de la libertad económica y por sus críticas al inapropiado e ineficiente rol del Estado en la economía. Asimismo, fue un tenaz defensor de las sanas reglas de estabilidad macroeconómica, como una condición necesaria para el crecimiento económico y la superación de la pobreza en el país.

En los últimos meses del 2020, poco antes del deterioro de su salud, andaba sumamente preocupado por lo que sucedía en la vida política y económica del país, y las negativas perspectivas económicas que vislumbraba. Criticó duramente por parte de Martín Vizcarra y , empecinado en la aprobación de normas irracionales que debilitaban los fundamentos macroeconómicos y ponían en riesgo la reactivación económica nacional en medio de la pandemia. En su publicado en El Comercio, el 10 de diciembre del 2020, expresaba, premonitoriamente, lo siguiente: “Hace tres décadas, el Perú era considerado un país fallido. No subestimemos la rapidez con la que la situación actual de un Gobierno débil, un Congreso populista y un proceso electoral con mucha incertidumbre, pueden poner al Perú en el camino hacia el abismo”.

En estas horas aciagas, en la que algunos políticos intentan conducir al Perú hacia un régimen anacrónico, es cuando más falta nos hacen personas con la gran calidad de Roberto, quien nos deja un legado y un ejemplo a seguir para enfrentar briosamente a aquellos que intenten arrebatarnos nuestras más preciadas libertades económicas y políticas.

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