Después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, difamara al mundo en desarrollo en el 2018 con la frase despectiva “países de mierda”, escribí que nadie vendría a salvarnos del mandatario. Ahora, en medio de una pandemia, vemos exactamente lo que eso significa. La economía está destrozada. El desempleo continúa aumentando. No hay un liderazgo federal coherente. Donald Trump se burla de cualquier intento para modelar comportamientos de precaución que podrían salvar vidas. Más de 100.000 estadounidenses han muerto por el COVID-19.
E incluso durante la pandemia, el racismo sigue tan pernicioso como siempre. El COVID-19 está afectando desproporcionadamente a la comunidad negra. Sin embargo, apenas podemos sentarnos a pensar sobre este horror, pues todos los días se nos recuerda que no existe contexto en el que las vidas negras importen.
Breonna Taylor, de 26 años, fue asesinada en Louisville, Kentucky, por agentes de policía que cumplían una orden de arresto en contra de un hombre que ni siquiera vivía en el edificio de ella. Cuando estallaron las manifestaciones por su muerte, la policía disparó contra siete personas. Ahmaud Arbery, de 25 años, había salido a correr en Georgia del Sur cuando se vio perseguido por dos hombres blancos armados que sospechaban que había robado. Arbery fue abaleado mientras una tercera persona grababa el suceso. No se presentaron cargos hasta que se filtró el video y la indignación pública exigió acciones.
En Minneapolis, un oficial de la policía arrojó a George Floyd, de 46 años, al suelo y se arrodilló sobre su cuello. Floyd rogó al oficial que dejara de torturarlo. Al igual que Eric Garner [quien murió estrangulado en el 2014], la víctima afirmó que no podía respirar. Otros tres policías observaron y no intervinieron.
Estas vidas negras importaban. Estas personas negras fueron amadas. Sus pérdidas para sus amigos, familiares y comunidades son incalculables.
Los manifestantes en Minneapolis salieron a la calle durante varios días para protestar por el asesinato de Floyd. El presidente Trump, que en el 2017 les dijo a los policías que fueran duros con las personas durante los arrestos, tuiteó: “Cuando comienzan los saqueos, comienzan los disparos”. La cuenta oficial de Twitter de la Casa Blanca republicó los comentarios del presidente.
Un porcentaje desafortunado de mi crítica cultural en los últimos 11 o 12 años se ha centrado en la pérdida sin sentido de la vida de los negros. Mike Brown. Trayvon Martin. Sandra Bland. Filando Castilla. Tamir Rice. Jordan Davis. Atatiana Jefferson. El Charleston Nueve.
Estos nombres son hashtags, elegías, gritos de batalla. Pero nada cambia. El racismo se pone en juicio una y otra vez cuando sale a la luz otro video de otra atrocidad.
Algunas personas blancas actúan como si hubiera dos lados del racismo, como si los racistas fueran personas con las que razonar. Se preocupan por la destrucción de la propiedad y quieren que todos nos llevemos bien. Tratan de comprender por qué los negros se están sublevando, pero no ofrecen alternativas sobre lo que un pueblo debería hacer ante una vida de ira, falta de poder e injusticia.
Cuando advertí en el 2018 que nadie vendría a salvarnos, escribí que estaba cansada de mentiras cómodas. Hoy estoy más agotada. Como muchas personas negras, estoy furiosa y harta, pero eso no importa en absoluto.
Escribo cosas similares sobre diferentes vidas negras que se perdieron una y otra vez. Me digo a mí misma que he terminado con este tema. Pero entonces, sucede algo tan horrible que sé que debo decir algo, aunque sé que las personas que realmente necesitan ser conmovidas son inconmovibles. Que no les importan las vidas negras. En realidad, no les importa la vida de nadie, porque ni siquiera usan máscaras para mitigar un virus para el que no hay cura.
Eventualmente, los médicos encontrarán una vacuna contra el COVID-19, pero los negros continuarán esperando, a pesar de la inutilidad de la esperanza, por una cura para el racismo. Viviremos con el conocimiento de que un hashtag no es una vacuna para la supremacía blanca. Vivimos con el conocimiento de que todavía nadie vendrá a salvarnos. El resto del mundo anhela volver a la normalidad. Para los negros, lo normal es anhelar ser libres.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times