“Quienes vivimos hoy en este país de los incas hemos visto, por ejemplo, nacer los oficios de paseador de perros y cuidador de ancianos –de los que antes sabíamos solo por la gente que venía del extranjero–”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
“Quienes vivimos hoy en este país de los incas hemos visto, por ejemplo, nacer los oficios de paseador de perros y cuidador de ancianos –de los que antes sabíamos solo por la gente que venía del extranjero–”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
/ Víctor Aguilar Rúa

La pandemia, que con tanta saña sembró sus reales por estas tierras, ha traído nuevos oficios. Hoy, por ejemplo, se encuentra omnipresente en las calles el guardián de sanidad que, pistola en mano, nos mide la temperatura y nos rocía gel desinfectante en las manos antes de que entremos a un mercado o a un establecimiento. También se han incrementado los practicantes de oficios antiguos, como la enfermería, o se han reformulado otros, como los profesores, que hoy imparten su magisterio a través de una pantalla. Finalmente, algunos empleos han desaparecido, al menos temporalmente, como el de los camareros en los restaurantes.

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