La trama de ‘El Español’ le ha costado el cargo al ahora ex comandante general de la PNP Raúl Alfaro; sin embargo, su sombra también alcanza a otra autoridad, el congresista fujimorista Luis Cordero Jon Tay, al que Fuerza Popular le ha abierto un proceso disciplinario esta semana. Ojalá que esta vez tanto el partido que lo cobijó en las últimas elecciones como la representación nacional en su conjunto sean draconianos con él y no exhiban el mismo trato parsimonioso que le dispensaron en el pasado, cuando el parlamentario se vio envuelto en otro caso igual de grave.
En diciembre del 2021, como se recuerda, el dominical “Panorama” reveló que el legislador figuraba en un parte policial del 2014 por haber agredido a su entonces pareja en la vía pública, a la que, además, había acosado y amenazado de distintas maneras; y que, posteriormente, al enterarse del inminente destape, había intentado persuadirla y amedrentarla para hacer control de daños. Por esta denuncia, la Comisión de Ética del Congreso decidió en mayo pasado recomendar ante el pleno que sea suspendido del cargo por 60 días sin goce de haberes. No obstante, 10 meses después, el tema todavía no ha sido visto por la representación nacional, no es aventurado suponer que por esa falta de voluntad que suele contagiarse entre los congresistas cuando de sancionar a uno de los suyos se trata.
Sin embargo, lo de Cordero Jon Tay no es una excepción. De hecho, hay otros tres legisladores a los que la Comisión de Ética ha recomendado suspender por 120 días desde agosto y octubre del año pasado, respectivamente, pero que continúan incólumes en sus curules ante la mirada impávida de sus colegas: Enrique Wong (no agrupado) y los acciopopulistas Elvis Vergara y Jorge Luis Flores, ambos implicados en el caso de ‘Los Niños’. Todos son puntos pendientes que hemos venido recordando desde este Diario en los últimos meses.
Estos cuatro, por otro lado, no son los únicos legisladores con serios señalamientos a cuestas. Hoy, por ejemplo, el pleno debe revisar las acusaciones constitucionales contra los exministros Betssy Chávez y Roberto Sánchez a los que el Ministerio Público les imputa los delitos de rebelión y conspiración por el papel que desempeñaron en el golpe de Estado de Pedro Castillo del pasado 7 de diciembre. Además de ellos, existen otros 23 parlamentarios investigados por la fiscalía (incluidos los ya mencionados Vergara y Flores) por el caso de ‘Los Niños’. Mientras que en los últimos meses dos legisladores han perdido su escaño, no por iniciativa del Congreso, ciertamente, sino por avances del Poder Judicial. Uno de ellos, Freddy Díaz, hoy en prisión preventiva por violación sexual, al que el Congreso vergonzosamente blindó en una primera votación, y el otro, Wilmar Elera, condenado en agosto a seis años de cárcel por el delito de colusión agravada.
En los 20 meses que lleva de instalada esta representación nacional, solo dos de sus integrantes han sido suspendidos sin goce de haberes en su momento (el ya mencionado Díaz y el parlamentario Pasión Dávila, por propinarle un puñetazo a un colega en plena sesión); un número que no se condice con la larga lista de denuncias y cuestionamientos que pesan sobre decenas de ellos. Solo este mes, por ejemplo, hemos conocido los casos de Magaly Ruiz, acusada por extrabajadores de su despacho de apropiarse de una parte de sus sueldos; de Paul Gutiérrez, algunos de cuyos visitantes a su despacho ganaron contratos con el Estado luego de reunirse con él, y de Eduardo Castillo, denunciado por violencia familiar en una comisaría de Piura.
Por todo lo visto, parece muy difícil que la investigación que se le ha abierto al legislador Cordero en la Comisión de Ética por el caso de ‘El Español’ vaya a desembocar en una decisión drástica del Congreso que, hasta ahora, se ha mostrado indulgente al momento de sancionar a uno de los suyos. Este pronóstico, sin embargo, no impide decirles a los padres y madres de la patria que, así como este, existen muchos otros casos que también merecen ser revisados, y que si creen que pueden hacer la del ‘otorongo no come otorongo’ y aparecer como si se les hubiese olvidado, el periodismo siempre estará allí para recordárselos.