José Carlos Requena

Los cambios en el consumados ayer fueron el principal tema de la jornada. No parece poca cosa: se renueva un tercio del Consejo de Ministros (seis cambios en total; dos enroques, cuatro nuevos integrantes, entre promociones e incorporaciones). Pero, como en otras ocasiones, las apariencias pueden ser engañosas. De hecho, en el Ejecutivo poco seguramente cambie. El primer ministro Alberto Otárola se mantiene como el principal actor y vocero, mientras la influencia de Nicanor Boluarte persiste, a través de la permanencia de Daniel Maurate en el Gabinete (dejó Justicia para tomar Trabajo, una cartera que presidió en el gobierno de Ollanta Humala).

Los ministros técnicos, por otra parte, se consolidan en el Gabinete: Alex Contreras en el MEF, Ana Cecilia Gervasi en Cancillería y Hania Pérez de Cuéllar en Vivienda, Construcción y Saneamiento. Debe destacarse que son los más longevos en el cargo: han tenido la misma responsabilidad desde el día uno en esta gestión que hoy cumple nueve meses.

Contreras, precisamente, es el segundo vocero gubernamental con mayor exposición y ha llegado a opinar sobre temas ajenos a su cartera; más notoriamente, sobre seguridad ciudadana. De hecho, si Otárola puso hace algunas semanas al ‘plan Bukele’ como tema de agenda, un dicho anecdótico de Contreras sobre el consumo de limón ha sido el principal titular del último domingo.

Si las cosas en el Ejecutivo no han cambiado tanto, en el Congreso tampoco parece alterarse mucho la cosa. Las cinco primeras semanas de la gestión de Alejandro Soto se han concentrado, principalmente, en sus acusaciones. Y aunque su presidencia parece “políticamente inviable”, como dice con precisión y severidad un editorial de “Gestión” (5/9/2023), lo cierto es que –al menos por ahora– no hay entre sus colegas los votos suficientes para removerlo.

No se está hablando de cosas menores. Cada día que pasa surge una nueva acusación, cada una más grave que la anterior. Y, para parafrasear un verso del poeta cuyo nombre lleva la universidad del líder del partido de Soto, el cadáver ¡ay! siguió viviendo. Soto, pues, protagoniza una “hazaña de supervivencia”, como bien señaló Mario Ghibellini hace algunas semanas en este Diario (26/8/2023).

Tampoco parecen tener futuro las eventuales acciones de control político que puedan iniciarse. Recientemente, por ejemplo, la congresista y vicepresidenta del Parlamento, Rosselli Amuruz (Avanza País), presentó una moción para que el ministro de Defensa, Jorge Chávez Cresta, acuda al Congreso para que responda por la muerte de cuatro militares en el Vraem. Pero el más probable desenlace es que el ministro se mantenga en funciones tras la explicación que se considere pertinente.

Mientras esto pasa en la política, en otros espacios deberían darse los reales debates. La economía confirma su gris presente, mientras se presenta el proyecto de Ley de Presupuesto del 2024, que viene con paradoja. El Marco Macroeconómico Multianual (MMM) del MEF actualiza su proyección de crecimiento a una cifra que parecía muy pesimista a inicios de año: 1,1%.

Casi en paralelo, y siguiendo los plazos establecidos, el sugiere al Parlamento gastar más. Alejandra Costa lo resume así: “Por un lado, el MEF se vuelve más pesimista sobre los resultados que podría lograr la economía peruana este y el próximo año […]. Por el otro, se vuelve muchísimo más generoso con el presupuesto, determinando que los recursos totales que se gastarán en el 2024 aumenten un 12,1%”.

Jugando a ser un consejero de cocina, el ministro Contreras invitó a la ciudadanía a considerar opciones distintas al ceviche para evitar el consumo de limón. En cambio, el menú que nos regala la política peruana hoy parece una insípida y reiterada apuesta por el monótono y poco sustancioso menú de los últimos meses.

José Carlos Requena es analista político y socio de la consultora Público