Keiko, Alan, PPK y Toledo no son inexorables, inevitables, imponderables. Dios no los va a ayudar porque madruguen, porque hagan malabares para candidatear, porque se esmeren para dar la apariencia de estar marcados para conducir el destino nacional.
A quien ganará en el 2016 quizá lo conocemos muy bien, pero probablemente no está en las encuestas, no tiene ni un 1% de capital político registrado a su nombre, no tenemos idea de sus locas ambiciones. Está tomando el pulso a todos mientras el suyo está en coma inducido. Está tratando –aunque la angurria ha de ser insoportable– de pasar piola, porque ese es el unánime consejo que le han dado los que saben:
¡Aguántate un rato, ‘outsider’! Si te lanzas ahorita, te destruirán. Ahórrate el letal ‘bullying’ de la ‘previa’, el baloteo de tus buenas intenciones, la larga erosión mediática –peor que la eólica– de tus flancos débiles. De ningún modo la harás por angurriento, pero, ¿quién sabe?, de pronto la haces por caleta.
Si quieres ser el mejor bailarín, no tienes que cansarte desde el inicio de la fiesta. Llega tarde e impacta. Lánzate a correr con todas tus fuerzas en la recta final y ataranta a los rivales, enamora a las barras, memoriza los baches en los que otros se partieron la espinilla.
Ojo: el ‘outsider’ puede ser, en sentido estricto, un ‘insider’, un viejo conocido del sistema, pero debe aparecer como que viene de fuera del sistema, a contradecirlo o a sacarle la vuelta. Les pongo un ejemplo extremo: Castañeda, con dos períodos municipales a cuestas, era en teoría un absoluto ‘insider’. Pero, en la práctica, apareció como un ‘outsider’, desafiando las inquisiciones de la prensa, ausentándose del primer debate, dejando que corran los rumores sobre su salud terminal.
Este ‘outsider’ tan relativo pues no es cosa de espacio sino de tiempo, no lo sería por el lugar de donde venga sino por la hora en la que llegue a meterse por los palos y apropiarse de la pista. Es un asunto de ‘timing’ por encima del origen. Pongo de ejemplo a Gastón Acurio: en teoría es el ‘outsider’ perfecto que puede entrar al salón del poder por la puerta de la cocina, pero de tanto especular sobre su candidatura podría chamuscarse. Por eso, tras un primer tiento, lo negó en siete idiomas. Pero yo no descartaría que finalmente se lance y, si lo hace, no lo acusaría de mendaz: mentir sobre una candidatura no es un crimen, es legítima defensa de tu proyecto político amenazado por las barras bravas.
Por supuesto, todo esto no deja de ser mi ‘wishful thinking’ (‘pensamiento ilusorio’): quiero un buen ‘outsider’ por conocer, pero es muy posible que en el 2016 tengamos una segunda vuelta entre dos malos conocidos. Lo que quiero subrayar es que el paso de los meses no aleja la posibilidad de un triunfo inesperado; por el contrario, se fortalece mientras los ‘insiders’ se enredan en pullas ‘cloacales’.
El ‘outsider’ debe ser sigiloso para escapar, por ahora, a todas las cámaras de seguridad y teléfonos malogrados. ¡Ten paciencia!, emprendedor con afán de poder, resistente a la corrupción, autoridad municipal o regional de óptima aprobación, peruano que vienes del extranjero –‘outsider’ total con toque mesiánico– a aplicar lo que aprendiste. Si llegas tarde, no te vamos a perder.