Me conmueve todo lo que ha pasado esta semana. Casi provoca agradecerle al gobierno ilegítimo, torpe y de talante autoritario de Manuel Merino por haberlo provocado.
Martín Vizcarra gobernaba con su credibilidad por el piso gracias a una tolerancia pragmática que él confundió con respaldo. Creo que nunca entendió que la anuencia ciudadana para que completase su mandato nacía del respeto por los más de 80 mil muertos en exceso de la pandemia y por las millones de penurias individuales que vivimos.
Una gran mayoría (alrededor del 80%, según varias encuestas) teníamos la convicción de que era mejor que continuase su gobierno porque la vacancia, en lugar de resolver las cosas, las iba a complicar. Pero se dio y se tomó como una falta de respeto hacia nuestros muertos y nuestras penurias. Y eso sí que fue intolerable; fue la gota que derramó el vaso. La vanguardia juvenil de la sociedad se convocó a través de las redes y en pocos días, con la muerte de Inti Sotelo y Bryan Pintado, tuvo su épica en las calles.
Cayó Merino y el Congreso, ahora sí sin salirse de la Constitución, tenía el mandato de producir una solución. O sea, se dieron, en pocos días, las condiciones para tener un gobierno de transición: un gobierno ilegítimo, una revuelta popular, un poder que cae y un Parlamento que elige un gobierno de centro.
¿Transición desde dónde hacia dónde? Desde la inestabilidad rayana en el desgobierno hacia las elecciones libres del 2021. Con estos rasgos y parámetros, Francisco Sagasti sí tendrá la capacidad de convocar a profesionales que no se sentirán temerosos de validar a un impopular como Merino, sino en buena disposición de colaborar con una transición que trasciende a Sagasti.
Me conmueve aun más ver cómo la protesta evolucionó rápidamente hacia la consciencia de que exigir la caída de Merino no implicaba la vuelta de Vizcarra. Ahora sí, podemos decir que a Vizcarra lo vacamos todos: los que obraron expresamente para hacerlo y la población que protestó en la calle, golpeó sus cacerolas o, simplemente, simpatizó con la protesta.
Que Vizcarra crea que puede volver con la ayuda del TC o la de los morados se estrella contra la realidad. Hasta donde ha trascendido, la ponencia de Marianella Ledesma, presidenta del TC, plantea declarar fundada la demanda competencial, pero de manera tal que, bajo ningún concepto, esta implique la vuelta de Vizcarra. Además, falta que la ponencia se vote y es muy probable que pierda.
Los morados no quieren la vuelta de Vizcarra. Su líder, Julio Guzmán, sí la planteó en un comunicado tuiteado el domingo y –según mis fuentes moradas– sorprendió a su bancada, que tuiteó otro mensaje eliminando el párrafo vizcarrista. Vizcarra ya fue, bienvenida la transición.
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