Franco Vásquez

El Congreso aprobó la reintroducción del sistema bicameral para el 2026, poniendo fin al sistema unicameral que ha estado en vigor durante más de 30 años.

A partir del 2026, las dos cámaras legislativas estarán compuestas por diputados y senadores, conocidas respectivamente como Cámara Baja y Cámara Alta. Dentro de los beneficios de este sistema, se asegura una labor parlamentaria más efectiva y no meramente formal, ya que se busca la eficacia y eficiencia en la labor legislativa. Otro de los beneficios que se obtienen de esta modificación en el sistema legislativo es la reorganización de las responsabilidades de las cámaras. Los diputados se centrarán en llevar a cabo investigaciones y fiscalizaciones parlamentarias. En contraste, los senadores tendrán la tarea de revisar dichas acusaciones y tomar decisiones sobre los funcionarios involucrados.

Uno de los desafíos que enfrentará el próximo Congreso es restablecer la legitimidad que se ha ido debilitando a lo largo de los años ante la ciudadanía. Los diputados y senadores tendrán la labor de crear un clima de confianza entre la población y revertir la imagen negativa que han desarrollado en los últimos años. Otro desafío que se debe enfrentar es la agilidad en el proceso de elaboración de leyes dentro del marco de la bicameralidad. Aunque la doble revisión de propuestas legislativas es un beneficio, es crucial que esta revisión no se prolongue, ya que podría ser perjudicial. Por lo tanto, es importante realizar una revisión exhaustiva.

Sería óptimo superar estos obstáculos para garantizar que el sistema de doble cámara inspire confianza en la ciudadanía, asegurando que el cambio legislativo resulte en mayores ventajas que las ofrecidas por el sistema unicameral.

Franco Vásquez Robles es estudiante de Derecho en la Universidad de Lima