“¿Por qué repentinamente adoptó el mandatario hacia la sesión en la que los conspiradores debatían su futuro esa actitud de 'al cabo que ni me importa'?”, escribe Mario Ghibellini. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
“¿Por qué repentinamente adoptó el mandatario hacia la sesión en la que los conspiradores debatían su futuro esa actitud de 'al cabo que ni me importa'?”, escribe Mario Ghibellini. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
/ Víctor Aguilar Rúa
Mario Ghibellini

Tras horas de suspenso en las que todo parecía indicar que no lo haría, el presidente Vizcarra se presentó ayer en el Congreso al inicio de la sesión en la que se debatiría la moción de vacancia que pende sobre él. ¿Fue una decisión de último minuto en medio del manicomio de voces contradictorias –y acaso grabadas– que debe haberse desatado en estos días a su alrededor? No lo creemos. El hecho de que tuviera ya un discurso escrito para la ocasión y listo para ser distribuido a la prensa no bien terminase de hablar apunta en sentido contrario.

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