Médico pediatra, excongresista y ahora ministro de Salud, Hernando Cevallos analiza los efectos que tendrá la presencia de la variante ómicron en el país, con la experiencia ya ganada en las primeras dos oleadas de la pandemia, con un alto porcentaje de la población vacunada, pero con las mismas taras estructurales del sistema de salud peruano.
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—¿Un país como el Perú, con las enormes limitaciones, puede decir que está preparado para enfrentar la tercera ola de la pandemia?
Yo no diría que estamos preparados para una tercera ola. Nuestro sistema sanitario sigue siendo muy precario. Las mejoras que se puedan haber hecho en cuatro o cinco meses, durante esta gestión, no resuelven el olvido de décadas. Estamos muy por debajo de los indicadores de camas que deberíamos tener, por debajo de la cantidad de profesionales que necesitamos. Está clarísimo que nuestro sistema sanitario es frágil, por más que haya mejorado. Cuando comenzó la pandemia, no teníamos ni 200 camas UCI en todo el país, y ahora tenemos cerca de dos mil, además de 1.800 camas de alto flujo.
—¿Podemos otra vez ser desbordados?
Estamos mejor preparados, pero obviamente esto significa que nuestro sistema sanitario pueda asegurar una cobertura frente a una tercera ola cuya magnitud todavía no podemos calcular, y que en Europa ha sobrepasado los sistemas sanitarios. Sería demasiado audaz decir que nuestro sistema sanitario está preparado para una tercera ola, de ninguna manera; pero sí tenemos mejor capacidad de respuesta.
—La variante ómicron avanza rápido, pero no tanto el número de muertos. Esto debido a la vacunación. ¿Cuántas personas no han sido vacunadas aún y dónde están?
Hemos pasado del 80% de la población vacunada con dos dosis. Esto significa que hay cerca del 20% de la población objetivo –personas mayores de 12 años– que no están vacunados. ¿Dónde están? Mayoritariamente en la zona rural y en zonas alejadas. No es que el ministerio no haya llegado, porque sí hemos llegado, pero hemos encontrado niveles de resistencia por motivos religiosos o costumbres locales. Eso ha sucedido en la zona fronteriza de Loreto, en algunos sectores de Puno y Apurímac, en algunas partes de la sierra de Piura. También hay en las ciudades grupos antivacunas que han tenido acogida en la juventud con argumentos que no tienen validez científica. Pero son una minoría.
—¿Escuchó lo que dijo en Francia el presidente Macron contra los no vacunados [”Tengo muchas ganas de fastidiarlos”]? ¿Se aplicarán más restricciones para este sector?
Las medidas que hemos tomado hasta ahora no son para reprimir, por llamarlo de alguna manera, a los que no se han vacunado, sino para establecer normas de convivencia que disminuyan la posibilidad de que ellos generen mayores niveles de contagio. Las cifras son categóricas: el uso de las camas UCI y los fallecimientos, en esta tercera ola, son de pacientes que no están vacunados. Constituyen un problema sanitario porque pueden llegar a colapsar nuestro sistema y crearnos problemas. Nuestra mortalidad no ha subido sustancialmente y esto tiene que ver con la vacunación, definitivamente, es incontrastable eso.
—Luego de algunas indefiniciones en las últimas semanas, ¿se ha decidido ya si se iniciarán clases escolares en marzo, o si serán con horarios completos?
Como sucede con los temas epidemiológicos, cuando se está iniciando una tercera ola no podemos ser categóricos con lo que va a pasar dentro de dos meses, porque van a seguir incrementándose los casos en los próximos 15 o 20 días. Lo que podemos decir es que tenemos diseñado todo para que haya inicio de clases en marzo, y por eso vamos a empezar la vacunación para niños, y estamos apurando para que esos profesores que no están vacunados –cerca del 10%– terminen de hacerlo. ¿Esto podría modificarse en función de la evolución de la pandemia? Por supuesto. Pero hasta ahora, la idea es que haya clases en marzo.
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—Al inicio de este gobierno, un lote de Sinopharm demoró en llegar. El exministro Óscar Ugarte dijo que esto se debía a una falla en la negociación del gobierno que acababa de asumir.
Hay que ser muy claros en esto. En el 2020 se firmaron convenios con distintas empresas, todos de carácter confidencial. Estos convenios no eran contratos que favorecieran a los países receptores de vacunas. Cuando ingresamos al gobierno, nos encontramos con que había un retraso en la llegada de las vacunas, casi no había en el país para implementar la propuesta que nosotros hacíamos de descentralizar la vacunación, trabajar con organizaciones sociales y gobiernos regionales. En ese momento se hacían solo ‘vacunatones’ en Lima. Tuvimos 15 días muy complicados, donde tuvimos que trabajar mucho con la cooperación internacional para que nos donaran vacunas, y con las autoridades chinas. El objetivo central era lograr un mejor nivel de protección frente a la pandemia, y uno de los elementos era la vacunación. Hicimos las gestiones y logramos descentralizar la vacunación y pudimos avanzar. También logramos asegurar las vacunas para niños de 5 a 11 años y, tras consultar con los equipos técnicos, había que asegurar las dosis de refuerzo.
—Hace unos días, Ugarte dijo: “Hace mal el ministro Cevallos en estos momentos en levantar falsas acusaciones contra la gestión del presidente Sagasti, a quien por lo menos debería agradecer”.
No se trata de que me caiga bien o mal Francisco Sagasti, no estoy hablando en particular de nadie. Pero, por ejemplo, es un hecho concreto que van a llegar en las próximas semanas vacunas con la fecha de vencimiento muy corta, que no llegaron a tiempo debido a que los contratos protegían a las empresas. No estoy echándole la culpa a nadie. Nadie creía posible llegar al 80% de la población vacunada; no ha sido fácil y hemos trabajado independientemente de cualquier posición política. Seguramente se pudo hacer más cosas, pero el Minsa ha hecho un gran esfuerzo por proteger a la población frente a la pandemia, los trabajadores han ido casa por casa para cumplir la tarea. Esto gracias al esfuerzo de quienes nos han precedido, y de los trabajadores que han continuado y han descentralizado la vacunación. Yo trato de evitar polemizar sobre esto.
—¿Y se tienen asegurados los lotes de vacunas para el 2022, suponiendo que se aplique una cuarta dosis?
Se hizo un acuerdo con Pfizer por 35 millones de vacunas, y de 20 millones con Moderna, para los tres primeros trimestres del 2022. En este momento tenemos asegurada la dotación de vacunas necesarias incluso para un cuarto refuerzo, si lo necesitamos. Pero por ahora la prioridad es aplicar la tercera dosis.
—Hay cierta preocupación porque este año algunos programas de salud del Minsa tendrán un menor presupuesto que en años anteriores. ¿No es un autosabotaje?
Los presupuestos se diseñan en los primeros meses del año. Cuando yo asumí, en agosto, ya los presupuestos estaban elaborados. Sí es verdad que hay algunos programas que tienen presupuestos que, para mí, son absolutamente bajos. Yo lo he dicho en el Congreso: el presupuesto que tenemos es para administrar la crisis sanitaria, pero no para resolverla. Con esto no vamos a construir los hospitales que necesitamos, ni vamos a reducir la mortalidad materna, o fortalecer el primer nivel de atención. Se ha contratado más personal CAS, que implica inversión, se han comprado más camas, se han adquirido plantas de oxígeno. En el caso del COVID-19, sí ha habido una preocupación del gobierno por lograr un mejor nivel de respuesta. ¿Ha sido todo lo que hubiéramos querido? No. Y por eso en la última sesión del Consejo de Ministros dije que debemos tomar una decisión financiera porque en esta emergencia sanitaria vamos a tener que invertir, contratar más gente, tener más pruebas moleculares.
—Usted ha trabajado durante muchos años en un hospital de provincias, en el primer nivel de atención, que es donde empiezan los problemas de atención al paciente. ¿Qué va a pasar en esa instancia cuando los contagios exploten, lo que sucederá pronto?
La variante ómicron nos va a golpear sobre todo en el primer nivel de atención porque habrá casos leves o moderados pero en volumen grande. Si la sociedad no toma medidas de cuidado, obviamente nos va a desbordar la tercera ola. Si usamos mascarilla, mantenemos el distanciamiento, si podemos organizar la capacidad de respuesta, entonces podemos enfrentar la tercera ola. Las personas que tienen las dosis de refuerzo dan protección hasta del 75%, pero ¿cuántas personas tienen esa dosis de refuerzo? No llegamos al 20%. Si empezamos a ponernos la dosis de refuerzo, tendremos menos contagios, pero si nadie se la pone vamos a tener una gran cantidad de contagios, todo el mundo va a querer hacerse pruebas moleculares, van a querer una cama... y no va a haber forma de resolverlo. Necesitamos que la ciudadanía nos acompañe en esto. Si no hay una responsabilidad colectiva, el sistema sanitario no va a poder responder de la mejor manera. Estamos mejor preparados, tenemos experiencia, pero vamos a tener un incremento muy importante de casos.
“HAY QUE CAMBIAR EL SISTEMA DE SALUD”
—¿Usted se ha contagiado en algún momento en la pandemia?
No, nunca, por suerte. Mi madre tuvo COVID-19, tengo primos que han fallecido, pero yo no [me he contagiado].
—Cuando aparecieron los primeros casos y mandaron a todos a cuarentena, ¿dónde estaba usted? El Congreso al que pertenecía había sido disuelto unos meses antes.
Yo soy pediatra, trabajo en el primer nivel de atención en el hospital Santa Rosa, de Piura. Cuando empezó la pandemia, hice trabajo remoto porque el hospital se convirtió prácticamente en un hospital para pacientes COVID-19.
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—En la campaña presidencial, quizá el punto más débil del entonces candidato Pedro Castillo era el tema sanitario. No parecía tener claro qué hacer ni por dónde empezar. ¿Cómo así aparece usted en escena?
Cuando yo era congresista, apoyé a los profesores que estaban en huelga en el 2017. Ayudé para que fueran recibidos en el Congreso, ayudé a que el profesor Castillo se reuniera con distintas bancadas, entre ellas la del Frente Amplio. Lo conozco desde allí. Luego lo vi en reuniones del Frente Amplio en Lima. Cuando era candidato, me invitó a Lima para conversar sobre los temas sanitarios. Llegué con la idea de quedarme tres o cuatro días y regresar a Piura, pero me pidió conformar un equipo técnico, elaborar una propuesta. Luego vino el debate, me pidió que participara. Lo demás es historia conocida.
—La crisis política, los enfrentamientos con el Congreso, el intento de vacancia, los errores del Ejecutivo, ¿eso afecta algo tan delicado como la lucha contra la pandemia?
Por supuesto, afecta. Pero trato de colaborar. Yo soy ese médico de hospital que atiende y dice: “No hay medicamentos, mejor regresa en una semana para hacerte un hemograma”. En mi región no hay un hospital de alta complejidad, ahí se nos mueren los niños mientras esperamos referencias a Lima. Yo sí creo que hay que cambiar el sistema de salud.
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