Hay historias que evidencian la magia que ocurre cuando confluyen voluntades. El médico alemán Klaus-Dieter John había fundado a inicios de la década del 2000 un hospital en una de las zonas más pobres de nuestra sierra y, para el 2012, estaba empeñado en sacar adelante una escuela que brindara educación de primera calidad a los escolares de un pueblo llamado Curahuasi, ubicado en Apurímac.
Por esos mismos días, su compatriota Christian Bigalke buscaba dirigir un colegio diferente, uno que integrara a niños de distintos estratos sociales (y si fuese posible, de distintas culturas) sin afectar el nivel educativo. Hasta entonces, ellos no imaginaban que su anhelo sería parte de una misma realidad.
En el 2014, Christian y Klaus cumplieron el sueño compartido. El colegio, al que bautizaron como Diospi Suyana, empezó a funcionar con 185 niños del nivel inicial hasta sexto grado de primaria. Hoy ya cuentan con 315 alumnos, así como con aulas para todos los grados de primaria y secundaria. Diospi Suyana inició sus actividades sin haberle costado un sol al Estado Peruano. Curahuasi, donde se ubica, es un pueblito que está a mitad de camino entre las ciudades de Cusco y Abancay, a 980 kilómetros de una lejanísima Lima.
Las donaciones con las que se levantó el centro educativo fueron, prácticamente en su totalidad, colaboración de la sociedad civil alemana; como lo fue también el dinero para las carpetas, los sofisticados aparatos de sus diferentes laboratorios, y hasta los instrumentos musicales de la sala de música.
Asimismo, ciudadanos alemanes ofrecieron también sus conocimientos para dictar, por ejemplo, talleres de carpintería, idiomas, o clases de gimnasia. Esa es la historia de Andrés Schwarz, quien llegó hace unas semanas a Curahuasi para enseñar a los pequeños a hacer diferentes objetos con madera.
—Perú y Alemania—
Christian Bigalke es el actual director general del colegio, aunque la dirección académica recae en el peruano Nicolás Sierra Huarcaya. Esta es una expresión más de la integración entre peruanos y alemanes que existe en este centro educativo. Ambos reciben a los alumnos cada mañana, y realizan visitas sorpresas a los salones de clase para garantizar que se estén cumpliendo los objetivos de aprendizaje. Christian y Nicolás también se dan tiempo para dictar algunas asignaturas.
Para lograr tal autogestión, el colegio cobra una mensualidad de S/120 que, en el caso de los escolares de más bajos recursos, ha podido ser cubierta hasta ahora por los llamados ‘padrinos’ (ciudadanos alemanes casi en su totalidad). Así, mientras más personas se ofrezcan como aportantes, más niños pobres podrán acceder a una educación de calidad.
El nuevo objetivo del Diospi Suyana es construir un pabellón en el que se abran tres nuevas aulas de inicial y así poder recibir a un número mayor de niños curahuasinos. El gasto proyectado para ello es de US$250 mil, pero el sueño solo se podrá hacer realidad con ayuda de todos.
Se acuerda de aquella vez que usted pensó: ¿qué puedo hacer para tener un mundo mejor? Si decide que esta es la oportunidad de darle una respuesta a esa inquietud y que puede sumar también tu voluntad, comuníquese al correo electrónico: colegio@diospi-suyana.org
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