Han pasado 100 días desde que Pedro Castillo asumió la presidencia del Perú. ¿Cómo ha sido su gestión hasta la fecha? ¿Cuáles han sido sus aciertos y desaciertos? En este especial, cuatro expertos analizan los logros y las omisiones más relevantes en salud, economía, educación y trabajo, y las tareas pendientes que tiene el gobierno deslúcido del lápiz.
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Mucha politiquería, pocos resultados
Por Alfredo Thorne
Exministro de Economía y Finanzas
Pedro Castillo ganó las elecciones con una promesa de cambio, de gobernar para las familias pobres. Sin embargo, al cumplir los 100 días se podría decir que estas se encuentran en peores condiciones.
Castillo va por su segundo Gabinete y la característica es la incompetencia en la gestión pública. Sus respuestas han sido lentas y no pudo retirar rápidamente a su ex primer ministro Bellido, quien más parecía su opositor.
Los mercados financieros fueron los primeros en enfrentarlo. El precio del dólar subió y fue golpeado por el aumento en los precios de las materias primas. El resultado fue el rebrote de la inflación (llegó al 6,1% en octubre), que el Banco Central de Reserva del Perú sigue tratando de estabilizar. Mantener a Julio Velarde es su mayor acierto.
Sus medidas económicas han sido poco acertadas, pese a que tenemos el entorno internacional más favorable desde la posguerra. Estas parecen más orientadas a dividir que a generar bienestar. Su ex primer ministro lanzó la propuesta de nacionalizar el Consorcio Camisea para llevar gas a las familias pobres, pero olvidó decir que Camisea no es responsable de la masificación del gas.
Recientemente pidió facultades al Congreso para legislar en temas tributarios y propone nuevos impuestos a la minería y a los ricos. Sin embargo, la minería ya le ha otorgado 1,5 puntos del PBI en mayores impuestos; el riesgo es que su reforma ahuyente la inversión y termine recaudando menos. Lo mismo puede pasar con su impuesto a los ricos. Hubiese sido más fácil reducir el alto incumplimiento tributario, que supera los 8 puntos del PBI, que apostar por nuevos tributos. ¿Será cierto que gobierna para los pobres?
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Aún falta mucho por hacer
Por Miguel Palacios
Decano del Colegio Médico del Perú
Estos primeros 100 días del gobierno han coincidido con el prolongado “silencio epidemiológico” de la pandemia, una parte de la historia natural de infecciones virales. Esto ha permitido al presidente Castillo lidiar contra la COVID-19 con relativo éxito, pese a que, en líneas generales, lo hizo con lo que heredó del gobierno anterior.
En el importante tema de la vacunación, luego de la incertidumbre inicial y del retraso en la llegada de las vacunas, se tomó la decisión de seguir apostando por el mismo equipo técnico y se efectuaron algunos ajustes en la estrategia. El Colegio Médico del Perú participó dada la vital importancia de la vacunación para la salud y la vida de la población, pero después dejaron de convocarnos.
Por su lado, aún son pobres las acciones contra la otra pandemia: la de las enfermedades desatendidas. Además, existen muchas carencias para enfrentar nuevas olas y combatir las epidemias regionales de siempre.
Hubo avances en estos primeros meses, sin duda, pero la pandemia, sobre todo, por la aparición de nuevas variantes y otros factores, sigue constituyendo una real amenaza que obliga al gobierno a cumplir sus promesas. Potenciar 4 mil centros de salud, implica un aumento de presupuesto, que no se ha dado para el 2022, y el impulso de la reforma sanitaria. Sin estas medidas cualquier promesa estructural a favor de la salud pública es una inaceptable demagogia.
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Precarización laboral en aumento
Por Paola del Carpio
Coordinadora de Investigación de REDES
Aunque la producción se ha recuperado, el empleo no ha seguido su ritmo. El empleo informal ha avanzado más rápido que el formal y hoy afecta a más de 9 millones de peruanos. En Lima Metropolitana, el subempleo es 24% mayor al registrado en 2019 y el ingreso promedio mensual se mantiene por debajo de los niveles prepandemia, lo que difícilmente podría “dinamizar la economía y la demanda”, como establecía el plan de gobierno Perú al Bicentenario.
El empleo ha aumentado pero se ha precarizado. Para impulsar el empleo, las propuestas y anuncios se han enfocado en empleo temporal y un “golpe de inversión pública”, que generaría 1 millón de empleos. Más allá del poco realista que resulta esta cifra, los programas de empleo temporal son importantes en tiempos de crisis como este, pero también resultan paliativos: no resuelven nuestros problemas estructurales.
Es precisamente la principal fuente de empleo de calidad y de largo plazo donde no se ha puesto énfasis: la inversión privada. Esta representa 8 de cada 10 soles invertidos en el país y es afectada por discursos contradictorios e incertidumbre. Se prevé que disminuya en 2022, poniendo aún en mayor riesgo mejorar condiciones para los trabajadores.
El gran ausente ha sido el combate de la informalidad. Esto pasa necesariamente por impulsar la productividad empresarial y laboral, así como mejorar el marco regulatorio y la fiscalización. Crecer es crucial pero, sin atender problemas estructurales, millones de peruanos seguirán desprotegidos.
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La educación está en cuidados intensivos
Por Daniel Alfaro
Exministro de Educación y líder del Eje de Educación de Propuesta del Bicentenario
A 100 días de gobierno, se observa un cumplimiento débil de la promesa de un retorno seguro a clases. Según Unicef, estamos en la cola de Latinoamérica con 6,5% de estudiantes con cierta presencialidad versus Chile y Argentina con 88% y 94%, respectivamente.
De acuerdo con el Sistema de Seguimiento y Alerta para el Retorno Seguro del Ministerio de Educación (Minedu), la cantidad de escuelas habilitadas que han reabierto creció poco, se pasó de 6.019 a 8.887 entre el 16 de agosto y el 30 de octubre, menos del 10% del total de instituciones habilitadas.
Ante ello, el gobierno debió imprimir un sentido de urgencia basado en los enormes costos en interrupción de aprendizajes, así como en los impactos socioemocionales (que son incalculables). La expectativa que despertó la declaratoria de emergencia se escurrió entre los titulares sobre las exigencias magisteriales y un repentino cambio de ministro.
La disponibilidad de las familias y los docentes para regresar a clases durante el siguiente mes es baja. Según el Semáforo Escuela Remoto del Minedu, solo el 60% de familias estuvo dispuesta a regresar en septiembre, mientras que la disponibilidad de los maestros aumentó de 48% en julio a 56% en septiembre, aún por debajo de lo reportado por las familias.
Es justo reconocer la celeridad en la vacunación de docentes desde septiembre y el anuncio de inoculación a mayores de 12 años. Estos avances, junto con más inversión en bioseguridad, se deberían comunicar mejor para sacar a la educación de UCI.
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