La policía baraja la tesis de que la muerte de Patrick Zapata, el amigo de Gerald Oropeza, fue ordenada por Gerson Gálvez ‘Caracol’, un delincuente prontuariado y presunto cabecilla de la banda de extorsionadores que cobra cupos a los narcos en el puerto del Callao.
A solicitud de Palacio de Gobierno, la Dirección de Investigación Criminal y la Dirección Antidrogas unieron esfuerzos para resolver este caso. Han avanzado rápido, y, hasta el momento, la hipótesis que manejan se basa en una deuda millonaria que Oropeza le tendría a ‘Caracol’. Según la policía especializada, la tarde del 1 de abril, ‘Caracol’ recibió el soplo de que Oropeza trasladaría US$10 millones, en dos maletines, dentro de su Porsche blanco: En su intento por cobrarse, ‘Caracol’ ametralló el lujoso auto de Oropeza, y falló. Por eso, 18 días después, interrogó hasta la muerte a un dilecto amigo de su deudor.
No sé usted, pero yo, estoy harta de que la policía atrape sicarios, encuentre cargamentos de droga, se percate –tarde– de los signos exteriores de riqueza de los intermediarios, investigue, diligentemente, los crímenes ocasionados por los ajustes de cuentas entre las bandas que sirven a una y otra mafia; pero nunca, jamás, identifique y denuncie a las cabezas de las organizaciones que están detrás.
Oropeza es solo la punta de un iceberg, y los cargamentos de droga que Daniel Urresti, siendo ministro del Interior, se ufanaba de haber capturado, también.
De los verdaderos propietarios de la droga que sale por los puertos de nuestro país, cuya renta corrompe policías, militares, jueces, fiscales, políticos, funcionarios públicos, no se sabe nada. Los grandes capos del narcotráfico en el Perú se pueden contar con los dedos de una mano, pero no están identificados. A los hacedores del crimen organizado que amenaza con convertir Lima en una versión costera de Ciudad Juárez, no los está buscando ninguna unidad de élite de la Policía Nacional. ¿Por qué?
Es cierto que es gente muy poderosa, que mueve ingentes cantidades de dinero, que ha infiltrado instituciones, partidos políticos, clubes de fútbol; pero también es cierto que la policía no ha dedicado una unidad, exclusivamente, a identificarlos.
La Dirandro tiene a su División de Investigaciones Especiales (Divines) tomada por el viceministro de Defensa, Iván Vega Loncharich. Fuentes policiales refieren que a pesar de la escalada de violencia criminal en las principales ciudades del país en los últimos meses, la Divines continúa empleando todas sus herramientas, sus computadoras, sus oficiales y sus agentes calificados en diseñar operaciones, que muchas veces ni siquiera se ejecutan, para el Vraem.
Esta división, dotada de todas las herramientas para hacer inteligencia electrónica, y a cargo de Constelación, un sistema de interceptación telefónica de última generación en poder de la policía, debió diseñar un plan de seguimiento a todos los implicados, víctimas y victimarios, en el Caso Porsche.
Patrick Zapata estaba dentro de la organización Oropeza, pero nadie lo seguía; ahora está muerto y se ha llevado a la tumba tremendos secretos.
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#Galería Comandos Chavín de Huántar recrean rescate 18 años después ►http://t.co/uCYB4Rvu0E pic.twitter.com/0SS5x0rgKo— Política El Comercio (@Politica_ECpe) abril 21, 2015