Juan Sheput: “Estoy de acuerdo con la interpelación”
Juan Sheput: “Estoy de acuerdo con la interpelación”
Fernando Vivas

Llega apurado a la cita. Viene del pleno en el que se discute la moción de interpelación al ministro . Es un día tan crispado que luego nos enteramos de que se especuló si su retiro del hemiciclo se debía a una disidencia partidaria. ¡Para nada! Aquí damos fe de que pactamos la entrevista días antes. Los lectores verán si es un oficialista que ha tirado la toalla frente a la maquinaria naranja o alguien que afronta, con sus propios matices, la tensa cohabitación con Fuerza Popular.

—¿Cómo va la convivencia?
Es una cohabitación a la peruana. Si bien no está regulada por la oposición, en la práctica se da. Hay una oposición con agenda propia en el Congreso y un presidente que tiene que lidiar con esa realidad. Al final, sobre la fuerza de los hechos, hemos llegado a plantear razonablemente proyectos de ley.

—No hay pacto, pero sí entendimiento tácito.
Esto se ve forzado por un tercer elemento, que es la fuerza de la opinión pública.

—Pero estamos en tensión. Hay quienes sugieren plantear la cuestión de confianza camino a forzar la disolución del Congreso.
Es un mecanismo que no se debe descartar, pero debe ser fruto de una profunda reflexión teniendo en cuenta su oportunidad y si es una opción válida.
 
—Para esta cohabitación a la peruana la interpelación a Saavedra es la prueba más dura luego de la delegación de facultades.
No, es la consecuencia de muchas cosas, de denuncias, de las acciones del ministro. En lo personal, estoy de acuerdo con la interpelación, mi bancada también, como un mecanismo de control político. El propio Saavedra ha señalado que está dispuesto a acudir a responder.

—¿Cree que el resultado será una inevitable censura?
El Congreso sabrá definir. Aunque soy de los que piensan, en virtud de los antecedentes históricos, que el solo hecho de ser interpelado, aunque no seas censurado, deja nocaut a cualquier ministro.

—Es triste que un tema de la interpelación sea los Panamericanos. Están costando demasiado.
Yo planteé que hay que sincerar la situación. No conozco ingeniero que me señale que se pueden concluir con éxito las obras. Hay otras prioridades de caja, para la sequía, para Sierra Azul que podría mitigar sus efectos, el propio Minedu tiene prioridades en infraestructura educativa.

—Están los temas no explícitos en la interpelación, como la reforma universitaria y la ideología de género. ¿Cómo debiera responder el ministro?
Participando más del debate público. Los tecnócratas en general se abstraen de participar en el debate público y eso impide que las medidas se concreten, como el caso de la ‘ley pulpín’. En este caso [la Ley Universitaria] la participación estelar la tuvo Daniel Mora; y la marginal, el ministro.

—En el tema de la Ley Universitaria, ¿hay bastante para negociar?
Por supuesto, hay bastante por mejorar. Por ejemplo, estoy en desacuerdo con poner límites a los 70 años. Sí estoy de acuerdo con el ministro cuando cree que los rectores no deben tener un manejo protagónico en la Sunedu. Podrían tener un papel opinante, pero no dominante.

—¿Y qué decir a los conservadores que lo han agarrado de piñata?
Me parece lamentable que padres salgan a decir “nadie se puede meter en la educación sexual de mis hijos”, y, sin embargo, no hacen nada por educarlos. Hay un vacío motivado por el temor, la tradición.
 
—¿Se configura una pelea de conservadores y liberales, donde los primeros sienten que FP los representa; y los segundos, el gobierno?
Es una discusión asolapada y mal enfocada. La interpelación no va a tener éxito si las preguntas no reflejan el motivo de la interpelación. El problema de esa discusión es que se ha focalizado en los extremos, el congresista Julio Rosas en un extremo y personas progresistas en el otro. Lo que quiero decir es que la votación y el entendimiento están en el centro, entonces se requieren personas que objetivamente rescaten lo bueno. Hay que conquistar ese centro.

—¿La reforma de la educación podría continuar sin el ministro Saavedra?
Por supuesto, soy absolutamente institucionalista. Se le hace un flaco favor a cualquier concepto de reforma si no se enfoca en las ideas e instituciones. No creo en insustituibles. Grandes prohombres han sido reemplazados.

—Se han dado pasos positivos en materia de destrabe y simplificación, ¿pero no hace falta un discurso anticorrupción más enfático, pues la corrupción subyace en las trabas?
Claro, y el discurso anticorrupción tiene que ir a sus dos extremos, al corrupto y al que corrompe. La legislación va del lado del corrupto y no del que corrompe, que muchas veces están en el sector privado. Mira el caso de las empresas brasileñas: están operando como si nada. Necesitamos personajes como Avelino Guillén, que con sus trayectorias demuestren que es posible mantenerse al margen de la corrupción. La doctora Julia Príncipe ya está con nosotros, pero hay un vacío que tenemos que llenar. Estos temas no calan en el empresariado, en la política, en los medios.

—¿Calan en el gobierno?
Hablo de que no calan en la política en general ni en los empresarios del CADE. Los CADE, en lugar de ser fuente de políticas públicas, son la inauguración de la temporada de playa. Son como un retiro católico. Ahora, a ponerse las pilas.

—¿Nadine Heredia ha hecho un mal regalo al gobierno?
A Nadine la condenan sus mentiras. No se puede creer en la persona que dice no es mi letra, no son mis agendas, niega relación con brasileños y aparece un barbudo.

—¿Fue una señal hacia FP la intención de contratar a Vladimiro Huaroc en Petro-Perú?
Esto nos lleva una vez más a la impericia de los tecnócratas. No piensan.  El tecnócrata que ignora la política se convierte en su propio verdugo. Huaroc ha sido miembro de la plancha del partido que unió al Perú para no votar [por ellos]. ¿Cómo va a manejar conflictos una persona que en sí misma es un conflicto, que su designación genera conflictos?

—Volviendo a la cohabitación. ¿En temas de seguridad, corrupción, no hay discrepancias? ¿No?
No, y se ha visto cómo esos temas y el del agua se han facilitado en la Comisión de Presupuesto. Son razonables cuando se trata de identificar bien los problemas que el Ejecutivo ha sabido plantear como prioridad.

—El presidente ha dicho de muchas formas que no alentará ningún proyecto continuista. Eso puede ir contra legítimas aspiraciones de miembros del gobierno y de PPK.
Claro, pueden surgir figuras del mismo gobierno, ministros que empiezan a trabajar bien, y en sus partidos se convierten en alternativa, como Marisol Pérez Tello, Martín Vizcarra. Está el derecho político de las personas a poder ser representantes.

—La opinión pública no querrá que la política juegue con su seguridad y sus ansias de crecimiento. Eso puede llevar a acuerdos.
O desacuerdos y eso puede llegar a una grave crisis de gobernabilidad. La opinión pública es el fiel de la gobernabilidad y todo depende de con quién se alinee.

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