Selfies, videos y bailes. Forsyth intenta contrarrestar el desangelado clima electoral sacando lustre a su perfil mediático en plazas y mercados. (Foto: Difusión)
Selfies, videos y bailes. Forsyth intenta contrarrestar el desangelado clima electoral sacando lustre a su perfil mediático en plazas y mercados. (Foto: Difusión)
Carlos Cabanillas

“Pido un voto de corazón a corazón”, dice George Forsyth, sabiendo que no habrá rostros ni nombres de candidatos municipales en la cédula electoral. “Juntemos nuestros corazones”, le insiste al público que lo rodea en la botica Jhan Farma, frente a una canchita de fútbol en el cruce de la Calle 32 con Prolongación San Martín de Porres, en San Juan de Lurigancho. Son las 12:30 p.m. del jueves 1 de setiembre pero un puñado de curiosos esperaba al candidato a la Alcaldía de Lima desde las 11 a.m. Sus demandas son claras: seguridad, limpieza, áreas verdes. Pero por si cabe duda, algunos espontáneos sostienen mensajes escritos con distinta caligrafía y colores, aunque en carteles verdes del mismo tamaño. “Más seguridad, menos delincuencia”. “Queremos más orden y limpieza. No queremos ser olvidados”. “En cada rincón del distrito hay un corazón peruano que busca un cambio positivo. Solo puede lograrlo Jesús Maldonado”. “George Forsyth y Jesús Maldonado. La dupla perfecta. El cambio es ahora”.

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Jesús Maldonado, evidentemente, es el candidato de Somos Perú a la Alcaldía de San Juan de Lurigancho. Es un exregidor distrital de las canteras del PPC. Pero la persona que pide palmas y arengas se encarga de recordarles a todos que el nombre no importa. Ya no interesa si es Forsyth o Forzay. “Somos peruanos de corazón”, exclama. “Marquen los dos corazones”. Los tiempos recios no son para sutilezas.

La historia se repite en el malecón Checa, pero esta vez al ritmo de “Cariñito”, en versión Somos Perú parafraseando a Bareto, quienes a su vez parafrasearon la composición de Ángel Rosado de 1979. “Marca loooos dos coooorazones”, suena desde la joroba de un tipo que carga el parlante. La música le quita algo de protagonismo al exalcalde de La Victoria, quien intenta explicar su plan de recuperación de avenidas. Viste blue jeans azul, chaleco de trabajador y camisa con mangas remangadas. Casi el uniforme de todo candidato limeño. Y aunque sigue cortando el final de las palabras, es evidente que las clases de oratoria con un exlocutor radial sirvieron de algo. “Alcalde de Lima”, se lee en su bolsillo. “Fake it ‘till you make it”, dice la psicología conductual. Un par de personas se encargan de cargarle el plano. Vayamos al mapa. Un remozado bulevar, un terrapuerto, asociaciones público-privadas. Veinte cuadras, primera etapa hasta la Av. Chimú. Otro personaje se encarga de enfatizar el coro y poner orden en la portátil. Forsyth señala los arcos deteriorados, las losas sin mantenimiento, el tobogán oxidado y el sube y baja con basura. El plano lo acompaña a donde se mueva. Las cámaras de Latina también. Hacer polideportivos es una de sus propuestas recurrentes. El deporte da disciplina y enseña reglas, dice, señalándose como ejemplo.

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Es difícil arrancarle algo nuevo. En todas sus entrevistas –que tampoco son tantas– repite el mismo guion. “Semáforos inteligentes, reconocimiento facial y cerrar locales que venden celulares robados”, explica. Su plan Lima 500 se proyecta hasta los 500 años de la capital. Es tan ambicioso como la palabra aguanta. Incluye desde recuperar 130 km de la costa hasta enseñar chino y alemán en los colegios. Pero contrariamente a lo que él parece creer, su fuerte está en lo pequeño y puntual. “Voy a apoyar la autoconstrucción y favorecer la titulación, también hacer cunas jardín y casas refugio para que las mujeres maltratadas que mantienen el hogar logren su independencia económica”. Evita declarar sobre su temprana visita (diurna) a Sarratea o la proximidad de su padre con el gobierno. Pero no quiere que le digan ‘el portero de Palacio’. “Es un improvisado”, dijo sobre el presidente Castillo. “No tengo nada que decirle [a López Aliaga]”, agrega. “Pero a Urresti lo retamos a debatir y le exigimos que dé entrevistas”. Y finaliza con su mantra aprendido: “Lima somos todos”.

“Hay que agitar las banderolas con más fuerza”, exige una señora que viste el chaleco del partido. “Más ánimo”. Pero el frío limeño parece haber calado en una campaña que –a menos de un mes de las elecciones– aún no termina de despegar. A la crisis económica habría que sumarle la apatía política, ya que ninguno de los candidatos convence siquiera a un cuarto del electorado. Y tampoco se esfuerzan demasiado en hacerlo, a juzgar por la poca presencia en medios y el silencio de quien encabeza las preferencias, Daniel Urresti. Eso según las últimas encuestas municipales disponibles, que solo se centran en la Alcaldía de Lima. Y ahí se refleja otra parte del problema: salvo un solitario estudio de CPI que excluye a Miraflores, no hay encuestas serias que muestren cómo va la carrera distrital. Crisis, apatía, silencios mediáticos y encima a ciegas.

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El almuerzo electoral es en el mercado El Bosque, cerca del malecón. Otro rito de paso. Le piden al dueño que se acerque a la mesa. ¿Pero va a consumir o es solo para la foto?, pregunta el dueño, respaldado por los recortes de diarios en su pared. Todo el equipo se sienta a comer. Dúos, cebiches y un combinado con pota para el candidato a Lima. Lo pide picante, pero le echa ají encima. ¿Mejor que Mi Barrunto?, le preguntan. Asiente con una sonrisa. El televisor transmite el Leicester City vs. Manchester United por la Premier League. El candidato se acerca y se pierde en la pantalla por unos segundos. Le hace conversación al cocinero. ¿Qué pasó con el Melgar?, se lamenta en alusión al 3 a 0 que le metió el Independiente del Valle al equipo arequipeño por la Copa Sudamericana. Por unos segundos el inquieto arquero reemplaza al político que busca dar una imagen de madurez.

En Carabayllo, una retreta celebra una apoteosis que no es tal. Tuba, trompeta y saxofón para alegrar la fiesta electoral de un público indiferente. La portátil que desfila cuesta arriba siguiendo al líder que aún no llega, con una alegría digna de mejor causa o paga. La cita es en el mercado La Cumbre, donde se analiza el problema del tráfico. Minutos después, el encuentro es con Pablo Mendoza, candidato a la Alcaldía de Carabayllo, en el local central de Somos Perú del distrito. Un grupo de personas con discapacidad recibe efusivamente a Forsyth. Ahí sí sobra el afecto, quizá porque siempre falta. Gente en silla de ruedas, invidentes, jóvenes con síndrome de Down y adultos mayores. Varios toman la palabra, visiblemente emocionados. Tras las fotos y los selfies, afuera se arma la fiesta con la militancia. El aspirante baila y bromea con la gente. Es su elemento.

La fiesta se corta abruptamente cuando una camioneta gris viene por el candidato. La placa F6P328 de la Hyundai refiere a G.R.T. Seguridad y Control S.A.C., la empresa de Forsyth con Renzo Navarro, su amigo de años y socio que recibió más de S/100 mil de la Municipalidad de La Victoria por servicios como especialista sin contar con los estudios ni la experiencia necesaria. Se apaga la música y se bajan las banderolas. La agenda del día siguiente, viernes 2 de setiembre, será en Pachacámac, con la candidata Liz Pómez y la orquesta La Nova. Y el sábado la cita será a las 10 a.m. en el mercado Caquetá de San Martín de Porres, con el candidato del distrito. Súbitamente, la camioneta acelera. El candidato se despide y de un salto se sienta en el asiento del copiloto. Quienes lo conocen dicen que cada vez maneja menos para evitar más papeletas. Busca proyectar sobriedad. Madurar, le dicen.