Nos habíamos quedado con los ministros en ascuas, convocados la noche del viernes 1 por el presidente. Algunos tomaron el primer vuelo desde la región donde estaban, para llegar a la cita de las 8p.m. Pedro Castillo ya estaba reunido con Pedro Francke y Aníbal Torres y esperó a Dina Boluarte, una de las que habían viajado, para un pequeño conciliábulo anti cerronista. En esa previa les dijo que ya estaba harto de Bellido pero, luego, en el gabinete en pleno, los que esperaban la defenestración del premier, se frustraron: el presidente dijo que Guido se quedaba e Íber Maraví podría ser defendido hasta la cuestión de confianza. Que luego vendrían los cambios. Sin embargo, esta semana, se impusieron cálculos más apremiantes, Bellido siguió provocando, el plan se aceleró y, ¡zas¡, pasó lo que todos esperábamos que suceda un día próximo pero no ese día miércoles 6 en particular.
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Pedro y sus lobos
Bellido le tenía una chiquita guardada a Aníbal Torres. El domingo 26 de setiembre, el diario Correo, puso en su portada a un sulfuroso don Aníbal diciendo: “De todas maneras habrá cambios en el gabinete, en algún momento”. La última frase relativizaba todo, pero Guido se quedó con el veneno de la primera parte.
Al terminar el siguiente consejo de ministros, Bellido tomó la palabra para hacer una aclaración a Torres. Castillo quiso terminar allí la reunión y evitar el encontronazo; pero Bellido insistió y le reprochó al veterano que haya hablado de cambios. Torres le replicó que su declaración fue relativa y, ya sulfatado –cosa que sucede con cierta velocidad a Don Aníbal- remató: “además, el presidente puede sacar a cualquier ministro cuando quiera”.
Terminado el consejo, el gabinete volvió a su normalidad: Torres, Boluarte y el equipo del presidente siguieron conspirando contra Bellido y Cerrón; mientras estos siguieron conspirando contra los primeros, como quedó demostrado en los chats de la bancada de Perú Libre difundidos la semana pasada. El viernes 1 pudo ocurrir el desenlace, pero tardó hasta el miércoles. Concedámosle a Castillo, por esta vez, el mérito de haber planeado, ocultado y disimulado su maniobra; luciendo indeciso siendo taimado. Algunos actores estaban en cómplice expectativa (como Mirtha Vásquez), otros fueron prevenidos poco antes (como Gisela Ortiz, puesta por Vásquez y que se reunió la noche del martes 5 con Castillo, según revelo IDL Reporteros) y otros fueron sorprendidos con su elección o defenestración el mismo día. Pero no nos adelantemos.
El martes, Torres apareció en Exitosa asegurando que no habría cuestión de confianza. Bellido lo contradijo con ganas, pero también lo hizo Boluarte y, más sutilmente, Hernando Zevallos. ¿Qué paso? ¿El ministro de Justicia tergiversó adrede al presidente y dijo lo que le vino en gana? Fuentes que lo conocen bien descartan que haga algo así. Otra fuente, que sigue de cerca al presidente, me repite una observación que ya me había hecho para un caso similar de vocerías confusas: el presidente pide a operadores distintos que den versiones distintas. Bellido ha insinuado con despecho que él ha sido víctima de este juego. O es la ruta de la indecisión presidencial o es un lúdico ejercicio de maquiavelismo chotano. Creo que es un combo de las dos cosas.
La perversión chotana también es visual. Castillo difundió una foto con Maraví, a quien visitó en su despacho ministerial en la Ave. Salaverry (el mejor de todo el gabinete, por si creen que estos detalles importan para aferrarse a un cargo). Parecía una señal de que lo defendería a rajatabla ante la pretendida censura del Congreso, una provocación como para que la cabeza del otro poder, María del Carmen Alva, pisara el palito y resbalara en un meme de limeños ‘out of context’. Casi lo hizo cuando dijo en conferencia de prensa, el día 5, “nadie quiere tener un presidente mentiroso”, al recordar que Castillo le había dicho que no haría cuestión de confianza por Maraví a ella y a un grupo de congresistas que lo visitaron el 29 de setiembre.
En realidad, la foto era la despedida a un colaborador cercano y, el acuerdo, ahora lo sabemos, de que sería reemplazado por otro de su línea magisterial (al Ministerio de Trabajo entró la leal Betssy Chávez y el profesor Juan Cadillo fue sacrificado en el Minedu para poner a Carlos Gallardo Gómez, ex decano del Colegio de Profesores, que puede dejar medianamente tranquilo al entorno magisterial del presidente. A algunos, como el combativo Edgar Tello, impulsor del partido que se construye a partir del Fenate, no les ha gustado la designación. Gallardo fue el primer decano del Colegio de Profesores, un profesor culto e inquieto que participó junto a Oswaldo Reynoso y otros ilustres, en el grupo Narración. Hoy es un profesor jubilado, amigo de dirigentes del Fenatep que lo ven como una suerte de Héctor Béjar de la educación. No es orgánico a ellos como Maraví, pues.
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Volviendo al Congreso, este no se dejó sorprender ni marear. Esperó a que el Ejecutivo definiera sus humores, antes de presentar la moción de censura a Maraví, que ya se conjuró con el giro del miércoles. Si esta se hubiera presentado, quizá Castillo se inhibía de sacar a Bellido y entrábamos en la espiral confrontadora. Pensemos en un bucle de tiempo más grande: si el Congreso no hubiera investido a Bellido, con el forzado nuevo gabinete se adelantaban los cambios. Pero la mayoría congresal, lo invistió y se ahorró el costo de deshacer el entuerto que el propio presidente habría de deshacer. Pero no hagamos crónica contrafáctica. Vamos a los hechos de miércoles.
Guiños y adioses
Todo se decantó el miércoles 6. El golpe decisivo consistía en pedirle la renuncia a Bellido. Visto hoy, y sabido que detalles del plan se filtraron desde Palacio hacia el Congreso, todo indica que Castillo escogió un momento sorpresivo para Bellido: la sesión de rutina del consejo de ministros. Despachó con él y lo despachó de la PCM. Los ministros fueron a la reunión y se les dijo que se había suspendido hasta más tarde. La mayoría no sabía lo que estaba ocurriendo.
Les cuento un caso que revela la astucia pero también los hoscos detalles y algunas ingenuidades del plan ejecutado en poco tiempo por el equipo de Castillo al que se sumó Mirtha Vásquez. El Ministerio de la Producción (Produce) está en manos del Frente Amplio (FA), en virtud de una alianza del FA con Castillo y Perú Libre (PL). El ministro y ex congresista Iván Quispe no sabía nada del plan. Es más, luego de que la salida de Bellido se hizo pública en el mensaje a la nación de las 3pm, se le pidió que fuera a Palacio. Quispe asumió que estaba en el lote de los que serían reenganchados. Si Castillo rompía con un partido ese día, sería con PL, no con el FA, así que podía estar tranquilo. Pero, para su desconcierto, ya en la noche, poco tiempo antes de la juramentación, se le invitó a retirarse sin darle explicaciones.
Su reemplazante, el ingeniero José Incio Sánchez, es un cuadro técnico de Acción Popular (AP). Participó en el plan de gobierno de Rául Diez Canseco, antes de que este se retirara de las elecciones internas; y luego también aportó al plan del candidato presidencial Yonhy Lescano. Su militancia debe haber sido conocida por Castillo. Según mis fuentes acciopopulistas no hay alianza ni nada que se le parezca, pero admiten que la elección de Incio es un guiño a ellos y al centro.
En realidad, hubo más que un guiño casual. En la víspera del giro, el portavoz de la bancada de AP, Carlos Zevallos, fue llamado a Palacio. Según mis fuentes, el entorno de Castillo le comentó que habían recabado varias hojas de vida que otros parlamentarios de AP les habían hecho llegar para que fuesen considerados en un eventual cambio de gabinete. Llamé a Zevallos y me dijo que su visita se debió a una invitación del presidente, que quería agradecerle que en la mañana de ese día, este había declarado que la vacancia no estaba en la agenda de AP. En la breve conversación le mencionó que iba a hacer cambios en el gabinete, pero no le dijo cuándo ni si estos incluían a Bellido. Zevallos niega que le hayan hablado de hojas de vida ni de Incio, a quien no conoce. Pero admite que, sabido ahora que el plan ya estaba en marcha, pueden haberlo convocado para hacer parecer que AP validaba la movida. Incio, como la política manda y el fajín provoca, ya solicitó apartarse de AP.
La opción por Incio fue hecha a última hora. Por eso, Quispe fue desembarcado en el mismo Palacio. Y, ahora, el FA es víctima de maltrato palaciego a pesar de que una amiga de ellos y en especial de su líder Marco Arana, que fue congresista y presidenta del Congreso gracias a una invitación del FA; es ahora premier. No todo es felicidad para Mirtha Vásquez. Tuvo que pasar este trago amargo y, a la vez, el tremendo sapo de designar en el Ministerio del Interior a Luis Barranzuela Vite, ex abogado de Cerrón, de Guillermo Bermejo y de PL. A ese lo dejamos para la última dramática escena con los reclamos del socio perdedor.
Indagué con mis fuentes de APP, para saber si habían recibido un guiño tan notorio como el que ha recibido AP. Me aseguran que en los cambios del gabinete, no hay concesión hacia ellos; pero me advierten que hay varios vasos comunicantes extrapartidarios entre los Acuña y los Castillo. Ambas familias son oriundas del mismo distrito chotano de Tacabamba, y tienen amigos comunes. Uno de ellos es el ex congresista y diligente apepista César Vásquez Sánchez que tuvo, entre sus asesores en el Congreso, a Auner Vásquez Cabrera, el chotano jefe del gabinete técnico de Castillo que, según muchos indicios y menciones compartidas por toda la prensa, es clave en cualquier maniobra presidencial. Es, sin duda, uno de los principales ejecutores del giro, aunque el que más ha puesto el pecho y la cara, sea Aníbal Torres. Zevallos me contó que lo vio en la puerta del despacho presidencial, cuando visitó a Castillo.
Acuña tuiteó el 30 de setiembre que estaba a favor de censurar a Maraví. Mis fuentes, sin darme detalles, me dicen que recibió mensajes de preocupación del propio Pedro Castillo. Pero no he podido confirmar si hubo o no una conversación franca e intensa entre los dos cajamarquinos. Por cierto, Mirtha Vásquez también es cajamarquina. Ante estas coincidencias, un dirigente de la izquierda me apunta: “Hemos pasado de la muralla moqueguana a la muralla cajacha”.
Un líder partidario de la oposición me hace una observación que va mucho más allá de los regionalismos: Tanto APP como AP, a través de líderes partidarios y congresistas aislados, habían expresado su ánimo de censurar a Maraví. Algunos de Podemos, también. Es más, desde que empezó el gobierno estas bancadas de centro más Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, se reúnen de vez en cuando fuera del parlamento para compartir ideas sobre la lucha de poderes. Portavoces y algunos congresistas prominentes se codean con líderes partidarios en estos conciliábulos que, quinquenios atrás, solo existían en situaciones extraordinarios. El miedo al comunismo los inspira y los ha vuelto regulares. ‘Un logro de Castillo’, le digo a mi interlocutor. “Y un susto para él” me replica. “Ha temido que los votos que se estaban juntando para la censura a Maraví, se vayan sumando y se conviertan en los votos para su vacancia”. Anotemos a este comprensible miedo, como una de las razones para sacar a Bellido y Maraví.
Apiádate de mi
La pregunta de rigor. ¿Se rompió el matrimonio? Aún no. Castillo lo podría hacer si quisiera satisfacer a sus aliados más moderados y pronunciar el giro hacia el centro. Los votos que perdiera de PL los compensaría con algunos de ese centro. Pero aún quiere mantener el respaldo de los radicales. Es Cerrón el que no quiere romper por nada el matrimonio, a pesar de que lo boten de la casa, es decir, del Palacio donde estaba representado por Bellido.
Mi colega René Zubieta obtuvo un elocuente testimonio de Silvana Robles, congresista de PL, que nos da un atisbo de la dramática escena, casi una ruptura definitiva, que vivieron Pedro y Vladimir el miércoles pasado. A las 6:30pm, una veintena de congresistas de PL, llegó a Palacio para encarar a Pedro Castillo por no informarles de los cambios que se estaban por consumar. El presidente los recibió poco antes de la juramentación y les dijo, para aquietarlos, que los cambios los había conversado con su secretario general, o sea, Vladimir Cerrón. Robles le contó a René: “Nos quedamos en perplejidad, nos miramos. Luego llamamos al doctor Vladimir y dijo que sí habían conversado, pero que esas [los cambios ministeriales] definitivamente no eran sus propuestas”.
MIRA: La reunión en la que Pedro Castillo reveló a la bancada de Perú Libre que los cambios los consensuó con Vladimir Cerrón.
La reunión fue muy corta, apenas duró 10 minutos, pero Castillo les replicó con un dato fundamental: que todo estaba conversado con su líder. Rubén Ramírez, militante de PL, continúa en el Ministerio de Ambiente e Iván Merino, amigo de PL, sí fue removido de Energía y Minas. Ha sido reemplazado por el ingeniero Eduardo González Toro, que fue candidato al Congreso por PL cuando este se llamaba Perú Libertario. Podemos presumir que eso fue un acuerdo con Cerrón, pues Merino perdió la confianza del presidente y su socio.
¿Y Barranzuela? Las claves de esa decisión solo las manejan Castillo, Cerrón y Bermejo y no las han compartido con mis fuentes. Pero el hecho de que un ex abogado de los dos últimos vaya al Ministerio del Interior, es un dato tan elocuente que nos autoriza a introducir una dramática hipótesis: en esta escena de un matrimonio casi reducido a escombros, ya no se pactan temas políticos, sino humanos. Vladimir ya no solo exige a Pedro que le garantice el cambio de la constitución y otras banderas del ideario radical, sino protección. Un ministro no puede volverlo inmune ni frenar en seco una investigación a la que todos estaremos atentos; pero podría, quizá, atenuar el apoyo policial que esta tenga. La izquierda sufre pesadillas de reglaje y de uso de los servicios de inteligencia en su contra; así que Castillo no solo habrá tenido razones personales para conceder a su socio una polémica designación, sino una histórica narrativa de persecución.
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