Cuando llegó la pregunta de Fernando del Rincón sobre Bolivia y Pedro Castillo sugirió un referéndum para que el pueblo decida si se le da salida al mar, hubo una inseguridad de nación, un vacío en el estómago; cuyo impacto aún no acabamos de medir. En la oposición extrema, hasta despertó especulaciones sobre un camino distinto a la vacancia, la acusación por traición a la patria. En Palacio, en lugar del control de daños, empezó una danza de cuchillos y se precipitó una crisis mayor que, si algo trajo de bueno, es que expuso a un esquema de gran corrupción.
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Según una gravísima denuncia de IDL Reporteros, habría una suerte de organización criminal que cobra comisiones por ascensos y traslados policiales que involucraría a personajes del entorno presidencial y a autoridades de la PNP entre las que estaría nada menos que su comandante general, Javier Gallardo. Este grupo no solo buscaría ingresos ilícitos, sino desmantelar a la Diviac y otros direcciones desde donde se investiga a grupos criminales. La renuncia que, según trascendidos confirmados por fuentes de El Comercio, habría presentado el ministro del Interior, Avelino Guillén, se debe, precisamente, a que Castillo no lo ha respaldado en su público enfrentamiento con el insubordinado Gallardo. Más adelante, revelaremos algunos detalles sobre la relación de Gallardo y el despacho presidencial.
Vayamos por partes. ¿Quiénes fueron los responsables directos del desastre comunicacional, además del presidente bocón? Pues el jefe de la dirección de comunicaciones Rodolfo Idrogo y todo su equipo; el asesor favorito del presidente, Biberto Castillo; el secretario general Carlos Jaico; el subsecretario Beder Camacho; el jefe del gabinete técnico Wilson Pretel y el jefe de la Dini (Dirección Nacional de Inteligencia) José Luis Fernández Latorre, para solo mencionar a los que, por su ascendiente sobre Castillo, pudieron frenar o atenuar el estropicio.
En noviembre, el exsecretario Bruno Pacheco había contratado a Suzie Sato, una comunicadora independiente, para que elaborara un plan de apertura hacia los medios. Sato conversó con Pedro Castillo y acordaron que las primeras entrevistas serían a medios regionales ligados a cadenas nacionales. Las harían periodistas de una región, por ejemplo de ATV Sur o Sol TV, y se trasmitirían por sus respectiva cadenas.
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Justo cuando la comunicadora había pergueñado su plan por escrito y quería que fuese aprobado, ¡zas!, estallaron los primeros escándalos protagonizados por Pacheco, los de su interferencia en los ascensos militares y sus presiones al jefe de la SUNAT. Allanaron su oficina y su baño y el resto es historia. Castillo se desentendió de lo que había conversado con Sato y ella renunció el 25 de noviembre, apenas a la semana de haber sido contratada.
Pedro Castillo mantuvo la voluntad de dar la cara a los medios, pero sin plan, sin media training, sin la guía de Sato que, muy probablemente, hubiera evitado a Del Rincón. Todo se hizo tan mal que el resultado de las entrevistas fue fatal y el entorno vio amenazada su estabilidad. Ahí empezó lo peor.
*Paréntesis de actualización. Luego de publicada esta crónica el domingo con las revelaciones de Carlos Jaico contra Biberto Castillo y Beder Camacho, que leerán en más adelante; la revista digital Lima Gris difundió un oficio de Jaico a la cancillería pidiendo facilidades para el ingreso de Fernando del Rincón y su equipo. La revista, acompañó el oficio de un tweet insinuando que Jaico sería quien empujó al presidente a la entrevista fatal. Hace pocas semanas Lima Gris publicó la única entrevista a Biberto Castillo en su calidad de asesor del presidente, defendiéndose de las acusaciones que en varios medios se le han hecho por sus cuestionables antecedentes. Nuestras fuentes palaciegas nos cuentan que Jaico estaba cumpliendo con pedir facilidades para una entrevista que él no había concebido sino Rodolfo Idrogo, como lo señala en un memorando que consignamos junto al dirigido a la cancillería, para que vean la expresión impresa de la guerra en el primer despacho de la nación.
El toque Repsol
Puestos los reflectores sobre las limitaciones de Castillo y de su entorno; cualquier tema ajeno a la entrevista, fue visto como una oportunidad distractiva. Es probable que cualquier decisión o acción de gobierno ajena al dislate boliviano, haya sido alentada atropelladamente en esta semana borrascosa. El derrame de Repsol, claro que sí; la invitación de la OCDE para la adhesión de Perú, qué buena noticia; levantar el toque de queda, pues gran oportunidad popular (aunque aún no aparece la norma); apurar la orden para intervenir al transmisor de PBO (el canal y radio de Phillip Butters), venga para acá; Perú versus Colombia, gracias Virgen de la Inmaculada Concepción de María, Patrona de Chota.
Repsol era una estupenda oportunidad para disparar al aire. El tema indigna a derecha e izquierda y, de paso golpea a un personaje incómodo del que ya hablaré. Hace tiempo, este cronista ha alertado (“Pedro quiere descansar”, 6 de diciembre del 2021), sobre la permanencia, tras la salida de Pacheco en noviembre, de dos personajes con antecedentes que, por lo menos, no los hacen idóneos para el cargo. Me refiero a Biberto Castillo, el asesor estrella, que ha sido investigado por falsedad genérica, peculado y hurto agravado; y al subsecretario, Beder Camacho, que estaba encargado del área de trámite documentario y lo trasladaron a un puesto que requiere una experiencia distinta a la suya.
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¿Quién es el personaje incómodo? Pues Carlos Jaico, el secretario general que reemplazó a Pacheco cuando Castillo fue convencido, de buscar, para ese cargo tan íntimo y sensible, a un profesional fuera de su círculo magisterial y chotano. Jaico no cayó bien ni a Biberto Castillo ni a Camacho. El nuevo jefe de gabinete, Wilson Pretel, que reemplazó a Auner Vásquez, es más cercano al par que a Jaico. En las últimas semanas el secretario se vio encimado e ignorado de muchas formas por ese grupo.
Con estos antecedentes y en medio de la danza de cuchillos pos entrevista, cobra sentido la filtración de la reunión que Jaico tuvo con funcionarios de Repsol. Ciertamente, fue inoportuno que Castillo hiciera caso a un pedido de Repsol para reunirse con él (El Comercio ha publicado la carta solicitando la cita) y aceptase que su secretario vaya a una reunión previa, pues ello debilita el liderazgo que la PCM y el Ministerio de Ambiente tienen en ese tema. Pero a los enemigos de Jaico no les interesa precisamente la cohesión del Ejecutivo.
El jueves en la noche, el noticiero “24 horas” denunció que Jaico habría utilizado una camioneta oficial para uso ajeno a sus funciones, lo que configura el delito de peculado de uso. El fiscal anticorrupción Andrés Montoya ha abierto una investigación en base a la denuncia del noticiero. Ustedes sabrán distinguir entre el posible uso indebido de un auto y una mafia que cobra por ascensos. ¿Y Jaico no se defiende?
Biberto y Beder
El secretario general del presidente no responde mis llamadas; pero fuentes que lo conocen me han hecho llegar documentos que demuestran que no se quedó de brazos cruzados. En las últimas semanas, su enfrentamiento con ese grupo era muy evidente, según fuentes de la PCM que observan el desmadre que ocurre a pocos metros de ellos, pues son sus vecinos. En el afán de cubrir sus irregularidades, en el despacho presidencial hasta se está alterando la forma de hacer los registros de visitas, la herramienta de transparencia más valiosa para fiscalizar al poder.
En los últimos días Jaico, acosado por las denuncias, contraatacó. El viernes envió tres memorandos. El 000029-2022-DP/SG lo dirige a Aida Cecilia Céliz Kuong, la jefa de la oficina de control interno, denunciando la “presunta participación en hechos irregulares”, de su subordinado Camacho. Jaico cita el registro de dos reuniones que Camacho tuvo con Gallardo y lo acusa de no haberle informado y de haberlo cometido deliberadas omisiones, como la de no consignar el cargo de Gallardo, con quien, según el mismo registro, estuvo 5 horas. Que el subsecretario de Castillo se reúna con el jefe de la policía ya es sospechoso; que no se lo informe a su jefe directo, es un escándalo.
A Camacho le envió el memorando 000026-2022-DP/SG exigiéndole un informe sobre el uso de vehículos de alta gama; lo que, presumimos, está en relación a la denuncia contra Jaico sobre el presunto uso indebido de un auto. El memorando 000031-2022-DP/SG, también dirigido a la oficina de control interno, es el que más nos interesa. Allí acusa a Biberto Castillo de haber cometido irregularidades para forzar la designación de Daniel Salaverry a la cabeza de Perú Petro. En el documento, Jaico cuenta que el día antes conminó a Biberto Castillo a que le informe con qué autoridades habló para hacer gestiones a espaldas de él y que no pasaron por el conducto regular del despacho presidencial.
Hago las mismas preguntas que ustedes se estarán haciendo: ¿Y a todo esto, dónde está parado el presidente? ¿Dejará irse al ministro Guillén y pedirá la renuncia a su secretario, para comodidad de asesores controvertidos y de malos policías? No hemos podido acceder a ninguna señal de lo que piensa hacer el presidente. La primera ministra y otros miembros del gabinete están a la expectativa de lo que él decida, pues ellos también tienen que barajar decisiones. El Congreso observa atentamente.
*Actualización. El presidente Castillo, en una entrevista en el diario “La Noticia”, evadió, sin repreguntas de su entrevistador Martín Valdivia, las preguntas sobre la renuncia del ministro Avelino Guillén, y quitó respaldo a su secretario Carlos Jaico.
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