El politólogo Paulo Vilca, director del Observatorio Regional de 50+1, consideró que una eventual dimisión del primer ministro, Alberto Otárola, acompañada por una autocrítica y cambio de rumbo del gobierno frente a las protestas podría abrir una ventana para el diálogo.
— En poco más de cinco semanas, han fallecido 41 ciudadanos, entre ellos menores de edad, en el marco de enfrentamientos en las protestas contra el gobierno Dina Boluarte y el Congreso. ¿Se ha ingresado a un punto de no retorno?
El país no puede seguir en esta dinámica, ningún gobierno es viable en las circunstancias en las que nos encontramos. Tú lo has dicho, poco más de cinco semanas [de la administración de Boluarte] y hay poco más de cuatro decenas de personas fallecidas a raíz de la crisis política. Entonces, probablemente estemos en un momento, tal vez, de los más críticos en término de gobernabilidad de los últimos tiempos por la cantidad de personas que han fallecido. ¿Cuál es el rango de resistencia de un país como el nuestro, teniendo en cuenta este contexto de violencia y enfrentamiento entre la población y la Policía? Y, además, hay que tomar en cuenta la postura política del Ejecutivo y del Congreso, de la clase política en su conjunto.
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— Tras el desborde de la violencia en Puno, donde en un solo día hubo 17 muertos, ¿el gobierno de Boluarte puede resistir hasta julio de 2024?
Cada día que pasa, que trae el agravamiento de la crisis, se reducen las posibilidades para que el actual gobierno pueda continuar. A mí, me parece inviable un gobierno que siga pretendiendo mantenerse en el poder con la cantidad de personas fallecidas [que hay] y con esta suerte de continuos conflictos y enfrentamientos, y no solo por la toma de aeropuertos, sino también por los ataques a la propiedad pública y privada y por la afectación a los circuitos económicos que hay en el sur. Un gobierno que no puede garantizar un mínimo de convivencia democrática en todo el territorio es poco viable. Hasta el momento, no se aprecia una estrategia que vaya más allá de la recuperación del orden bajo cualquier circunstancia. Ningún gobierno se puede sostener en el tiempo mientras haya un escenario de confrontación, protesta e indignación.
— El discurso de Otárola ante el Congreso tuvo 47 páginas, y en ninguna de estas se contempló realizar una autocrítica por el manejo del gobierno en el control de las protestas. ¿Cómo se interpreta que haya recibido el voto de confianza?
Y, además, este es un discurso permanente del primer ministro, de no reconocer ningún tipo de responsabilidad. Yo creo que el apoyo que recibe a pesar de eso obedece a dos circunstancias, la primera tiene que ver con que hay sectores del Parlamento que creen que esa [la dirección que ha tomado Boluarte frente a las protestas] es la ruta, que así se tiene que gobernar, con estos métodos que hemos visto estas semanas. Y le da el respaldo en tanto continúe en esta lógica. Pero hay otro sector que lo que busca es su propia estabilidad, le da el voto de confianza al Gabinete porque es la manera de que ellos mantengan su propia presencia en el Congreso.
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— ¿Cómo puede abrir el gobierno el diálogo en el sur, después de 41 muertos? Hubo una tregua de las protestas en fiestas, pero en ese tiempo el Ejecutivo no fue capaz de identificar a interlocutores válidos.
Tal vez lo primero es evaluar si efectivamente ha habido una vocación de diálogo del gobierno, por lo expresado por el primer ministro durante todo este tiempo, eso se pone, por lo menos, en cuestión. El gobierno ha tenido una lectura errada de la situación. Por ejemplo, ha creído que las fiestas de fin de año iban a acabar con el ciclo de las protestas, así como anteriormente creyó la presidenta Boluarte que podía quedarse hasta el 2026 sin ningún problema. Entonces, desde el Ejecutivo hay una lectura en general que no se ajusta a la realidad.
En este escenario, qué margen hay para el diálogo. Existen dos condiciones para el diálogo, la primera tiene que ver con saber si el gobierno va a cambiar el discurso que ha mantenido hasta el momento, es decir, de no asumir ninguna responsabilidad de lo que ha ocurrido. Yo no he escuchado de parte de ningún vocero del gobierno alguna asunción de responsabilidad. Si no hay una declaración enfática y, además, con decisión en ese sentido, es muy difícil plantear el inicio de un espacio de diálogo.
Y lo segundo tiene que ver que el gobierno plantee una ruta clara de que va a haber un cambio sustancialmente diferente al actual. Tengo la impresión de algunos integrantes del Gabinete pretenden hacer políticas públicas como si no estuviéramos viviendo una crisis, falta un poco de sentido de la realidad y de empatía democrática.
— ¿Las eventuales renuncias de Otárola y de los ministros del Interior y de Defensa abrirían el diálogo? ¿Pueden ser un gesto del gobierno para destrabar este proceso?
Yo creo que sí. Si es que, por un lado, esas renuncias vienen acompañadas de un reconocimiento de responsabilidad, eventualmente podría abrir una suerte de ventana. Sin embargo, creo que no basta solamente con reconocer la responsabilidad política de los hechos violentos y de las muertes, sino que el gobierno debería asumir una respuesta a las otras demandas que, finalmente, se encuentran en el fondo de esta protesta. Por ejemplo, el adelanto de elecciones a este año, ya hemos escuchado a varios especialistas, incluido al propio presidente del Jurado Nacional de Elecciones, en el sentido, de que hay margen para poder adelantar aún más el proceso electoral a la propuesta que inicialmente había sido discutida.
Pero hemos escuchado a la presidenta Boluarte señalar de que eso no está en sus manos, y que no está en el margen, evidentemente, eso no es así. Entonces, tendría no solamente que darse las renuncias de los responsables políticos, sino también una postura clara del gobierno sobre los pedidos. De otro lado, creo que el propio gobierno debería evaluar con sentido de la realidad cuál es el margen [de acción] que puede tener en las circunstancias actuales.
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— El sur ha solicitado la renuncia de Boluarte, el cierre del Congreso, la consulta de una asamblea constituyente y hasta la liberación del expresidente Castillo. ¿Bajo esta plataforma, sentarse a conversar es viable?
A ver, ha habido cambios en las plataformas que se han mencionado, el año pasado efectivamente el cuarto punto que tú mencionas era uno que estaba como parte de las demandas. Sin embargo, lo que hemos visto en los últimos días es que básicamente hay tres grupos de demandas: la renuncia de la presidenta Boluarte, el adelanto de elecciones [a 2023] y el cierre del Congreso. Hay una segunda demanda referida a la asamblea constituyente y, por último, el cese de la violencia y de la represión. El otro tema de la situación de Pedro Castillo no es algo que, por lo menos, yo haya visto como algo generalizado. La renuncia de Boluarte es, con claridad, el punto que más viene moviendo a la población en este momento y que va creciendo a raíz de las víctimas que van aumentando por los enfrentamientos. El gobierno tiene pues que meditar todas esas circunstancias, la presidenta Boluarte ha señalado que con su renuncia no va a cambiar nada, habría que preguntarse, ¿es así? ¿Si la presidenta Boluarte renuncia no va a cambiar nada?
— ¿La renuncia de Boluarte pone fin a la crisis? Esta dimisión lo que genera automáticamente que el titular del Congreso asuma la Presidencia y llame a nuevas elecciones en cuatro meses.
Parecen pedidos contradictorios, o muy difíciles de concretar. Sin embargo, creo que el pedido de cierre del Congreso en realidad lo que trae detrás es la actual clase política, los actuales integrantes del Congreso ya no permanezcan, digamos que ya no sigan legislando. Si es que eventualmente, nos ponemos en escenario, si es que se presenta un adelanto de elecciones más cercano a las actuales fechas yo creo que podría ser una suerte de válvula de escape para la actual situación de crisis y violencia que estamos viviendo. Por supuesto nada garantiza de que eso vaya, nadie puede decir “yo firmó que al día siguiente [de la renuncia de Boluarte] se detienen las movilizaciones”. Sería irresponsable decirlo. Pero sí creo que para un sector importante de la población que está movilizada, por lo menos, significaría que se empieza a avizorar una salida. Lo que tenemos es una postura del gobierno y del Congreso de decir “no” a las demandas y eso pues va generando respuestas más maximalistas del otro lado. Entonces, si se empieza a atender parcialmente algunas demandas, creo que eso podría dar una alternativa.
— ¿Y la renuncia de Boluarte pone fin a la crisis?
Podría poner fin, digamos, a este ciclo de conflictos y de protestas violentas. Creo que eso podría ocurrir, porque es finalmente uno de los puntos que se vienen reclamando. Pero nada funciona como un ajedrez en nuestro país, siempre hay otros factores que nos pueden llevar a situaciones más complejas.
— En ese escenario, ¿crees que el sector que protesta aceptaría una presidencia de Williams Zapata?
Una alternativa es que el Congreso decida que José Williams asuma la Presidencia, y eso puede generar una reacción mucho más virulenta en algunos sectores, seguramente. Ahora habría que ver si el presidente del Congreso actual está dispuesto a asumir una responsabilidad de este tipo en estas circunstancias, es difícil saberlo. Y no sabemos cómo puede estar el país de acá a unos días si la actual situación persiste.
Pero también podría darse el escenario en el que el Congreso elija otro tipo de conducción, una nueva Mesa Directiva, para que un integrante asuma la Presidencia y haya otra conducción en el mismo Parlamento. En concreto, creo que algún tipo de atención a las demandas podría permitir que algunos sectores movilizados entiendan que hay el inicio de una salida, cosa que en este momento no ha habido.
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— ¿Realmente existe el peligro de un movimiento separatista en el sur?
Yo no he visto esto en alguna plataforma de los pronunciamientos de las organizaciones. Sin duda hay declaraciones de algunas personas que van en esa línea, y se difunden mensajes, cada vez menos, en redes sociales, las últimas semanas del año pasado había mucho movimiento en algunas redes sociales con relación a ese tema. Pero eso ha disminuido bastante. No veo que eso sea una propuesta política en las demandas que se han planteado en las movilizaciones. Yo más bien entiendo que esa ha sido una expresión que han tenido algunas personas, grupos frente a la ausencia de respuesta del gobierno central, de la clase política que está en la capital, lo que ha han hecho es tratar de mostrar su indignación.
— ¿Cuáles han sido los errores del Congreso en medio de la crisis?
La mayoría de este Congreso ha demostrado poca empatía con la ciudadanía en general, por eso es que tienen los índices de aprobación que tienen, lo aprueba una persona de cada diez en promedio, creo que es un Parlamento que en general está bastante alejado de la gente. Un Congreso, además, que está más pendiente de sus barras bravas, de atender los pedidos de grupos más activos a los cuales ellos [los congresistas] creen que deben de responder, creo que ese es un error. Es un Congreso que ha priorizado en varios temas la atención de intereses particulares y no el general. El ejemplo más concreto es la Sunedu.
Creo que es un Parlamento que no ha sabido superar un mal entendido espíritu de cuerpo, donde ha importado más el protegerse, una política de blindaje, lo hemos visto todo el tiempo, el caso más reciente ha sido el de Freddy Díaz, quien ha sido sancionado después de varios meses y del escándalo [de la primera] votación.
— Durante el último año y medio, el expresidente Castillo y altos funcionarios de su gobierno remarcaron un mensaje divisionista. Y hoy este se ha tornado negacionista del golpe de Estado. ¿Cuál es su responsabilidad en la ola de violencia en el país?
Yo creo que efectivamente hay un sector castillista en el país, que estaba muy cercano al círculo que tuvo Pedro Castillo y que ha intentado crear una suerte de realidad paralela negando el golpe de Estado, pretendiendo quitarle toda responsabilidad al expresidente. Y este sector no es irresponsable, sino que tiene poco sentido democrático. Ahora, que este sector sea el que direcciona las movilizaciones yo creo que es darle una importancia y poder que ya quisieran ellos tener. La demanda de libertad y restitución de Castillo no es guna solicitud generalizada entre quienes se movilizan en este momento. Y más bien lo que existe es un reconocimiento y una consciencia importante de la mayoría de la población, en el sentido, de todas las irregularidades, actos de corrupción y la ineptitud que tuvo el gobierno de Castillo, eso es innegable.
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— Si finalmente las elecciones generales se dan en abril de 2024, ¿qué podemos esperar de estas?
Bueno, creo que va a depender mucho, si hasta el 2024 vivimos una situación de polarización y confrontación tal como tenemos en este momento, probablemente eso va a fortalecer las oportunidades de algunos líderes políticos de los extremos. Es decir, tanto aquellos que buscarán poner orden a todo costo y, otro lado, aquellos que buscarán plantear demandas maximalistas de cambio total de sistema. Si continúa esta situación de inestabilidad, de confrontación, si el Perú se convierte en una suerte de corredor minero, o el sur por lo menos, con conflictos que vienen surgiendo en todo el territorio, con treguas, ese es un escenario que podría fácilmente ocurrir. Si persiste la misma situación, el proceso electoral que vayamos a tener en el país va a ser una suerte de segunda vuelta desde el inicio, con un estado de ánimo similar al que hay en una segunda vuelta.
— Por ejemplo, hoy no hay un político que lidere las protestas en sur. ¿Quién puede podría hacerlo de cara a las próximas elecciones?
Tal vez el hecho de que no haya un líder político en el sur es la mejor muestra de que no hay un organizador, que no son ni Evo Morales, ni Antauro Humala, ni Pedro Castillo los que están detrás de todo. Más que hablar de nombres, yo hablaría de perfiles, creo que quien podría capitalizar toda esta situación es un político que, por un lado, se ubique en una postura anti modelo, seguramente con propuestas que vayan desde la asamblea constituyente hasta medidas anti centralistas, a tono con el ánimo que hay en regiones respecto a Lima en este momento.
— ¿Y cuál es la salida a la crisis? ¿La hay en el mediano plazo?
Es muy difícil responder una cosa así, pero yo diría que el inicio de una salida a la crisis de todas maneras va a pasar por un proceso electoral, nuestro país está en camino a un proceso electoral, eso ya está [definido], sea en unos meses o después, esa va a ser finalmente la ruta que vamos a seguir. Yo espero que mientras seguimos esa ruta no haya más violencia ni muertes, a eso debemos apuntar todos.
Las elecciones solo van a ser el inicio de esta salida, va a depender mucho del elenco de candidatos que tengamos, y que algunos de estos puedan recoger de manera sensata las diferentes demandas que existen en este momento de toda índole. Y que muestren un nivel de empatía. Y de otro lado, creo que va a depender mucho si se encuentra un liderazgo político con convicción democráticas, cosa que hemos visto que en general los extremos no necesariamente tienen, y también con convicciones éticas, eso es fundamental. Si es que sale un candidato que no tenga esas características creo que vamos a entrar en un bucle. Pero no solamente hay que pensar en términos de candidatura presidencial, también en términos del Congreso, y hay que ver cuál va ser el Parlamento que sea elegido, esperemos que sea uno diferente y que haya otros actores políticos que puedan darle un cariz distinto.