Pierina Denegri Davies

En el viaje de a Mendoza vimos de todo, bodegas con formas de pirámides o algunas con estructuras más industriales. Hoteles más clásicos y villas lujosas con vistas panorámicas. Pero, sin duda alguna, conocer la bodega de Alfa Crux es de los momentos más impactantes. Probablemente se deba a su imponente bodega, que tiene una forma curiosa y bastante futurista, pero también resaltamos su gastronomía, pensada a cada paso para ser disfrutada con sus vinos. Conoce aquí más sobre cómo es visitar su espacio en el Valle de Uco.

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Alfa Crux comenzó siendo un proyecto que pertenecía a capitales españoles, pero en 2018 pasó a manos de un grupo de hermanos mendocinos que tienen con otro proyecto, llamado Casa Agostino, y que cuenta con su propia bodega y hotel en la zona de Maipú (Mendoza, Argentina). La construcción principal, la imponente bodega, fue hecha por una arquitecta de la zona entre 2001 y 2003, es decir, la edificación ya tiene 20 años de inaugurada.

Algunos pueden compararla con una especie de nave del futuro, otros quizás la ven como una balanza y algunos pocos se quedan sin palabras para tratar de describir a qué se asemeja este imponente espacio. Carolina Álvarez, sommelier de Alfa Crux y nuestra guía en esta visita, nos hizo comenzar la experiencia en lo alto de la bodega.

Alfa Crux cuenta con 170 hectáreas en total. El varietal más cultivado, como sospechábamos, es el Malbec. Pero, el segundo es el Tempranillo, un varietal de origen español que se ha convertido en el insignia de esta bodega argentina.

Al abrir las puertas del ascensor, el brillo potente del sol ilumina toda una estructura de metal enorme, en la que se pueden apreciar oficinas ubicadas por encima de la plataforma. Según nos explican, son los espacios para el equipo de enología, las mentes brillantes detrás de cada vino hecho por la marca, dirigidos por el enólogo Germán Paez.

Es en esta plataforma que se realiza el trabajo con las uvas recogidas de manera manual durante la vendimia, creando las mejores condiciones posibles para un trabajo tan complejo y arduo, pero extremadamente gratificante según nos cuenta la especialista. “La vendimia es la parte más linda que los mendocinos tenemos. Es cerrar un año de sacrificio, de esfuerzo y celebrar lo que viene, que es el nuevo vino”, comenta Álvarez.

La enorme edificación cuenta con grandes rampas laterales, por donde ingresan los camiones con las uvas y precisamente donde estuvimos, es la plataforma en la que se realiza la separación final con máquinas especiales: por un lado salen los granos de uva y por el otro, todo el material que no se utiliza.

En el suelo de esta enorme plataforma también se ven las grandes bocas de cada uno de los tanques en los que Alfa Crux produce sus vinos con gran potencial de guarda, uno de sus objetivos principales. En los tanques, debido a su tamaño, los kilos y kilos de uvas caen de 3 a 4 metros y al contacto con la parte inferior, los granos explotan. “Así realizamos el prensado de manera natural, que nos permite, por ejemplo, que semillas no se rompan y cambien el sabor del vino”, explica Carolina.

El imponente techo, ese que le da el toque futurista, tiene una función aerodinámica, ya que permite frenar los vientos característicos de la zona. Su función principal es mantener la sombra y temperatura de la boca de cada uno de los tanques, ya que si cae sol, cambia la temperatura y esto afecta el producto final.

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Si nos adentramos en la bodega de Alfa Crux, un ojo de luz nos acompaña constantemente en cada nivel, otorgando una hermosa y necesaria luz natural. También podemos ver cuatro pilares enormes, que son la base y le dan la estructura a este espacio. Curiosamente, dentro de estas se tienen los tanques, por lo que la estructura de la bodega está sostenida en el vino. Cada columna tiene una capacidad de 30 200 litros y se ocupa para estabilizar la bebida, mientras que la fermentación se realiza en roble francés o en tanque de acero inoxidable.

Si se trata de conocer más sobre sus vinos, Carolina nos comenta que la línea Crux es una de vinos jóvenes, fácil es de tomar, suaves, mientras que Crux Xtra tiene un potencial de guarda de 15 años. La línea Beta, tiene un potecial de 20 a 25 años y, finalmente, Alfa, que tiene un potencial de guarda de 25 a 30 años. “Para ansiosos no es el mundo del vino de guarda”, nos asegura de manera tranquila la sommelier.

El corazón de Alfa Crux

El corazoncito, lo íntimo, la esencia y quizás el centro de todo Alfa Crux está en el sótano, en la cava. Es en este impactante y enorme espacio -con una acústica que se presta para un canto coral- que se resguardan con todos los cuidados necesarios los vinos que, en unos años, estarán listos para ser disfrutados por miles de comensales. Conocer esta parte fue un privilegio exclusivo, ya que no se suele tener acceso.

Si bien nos dejó sin palabras esta catedral del vino (término propuesto por la arquitecta), lo primero que resalta es la compleja combinación de sombras, luces y colores con que nos recibe. En el techo se pueden ver una serie de aperturas que forman una gran X por la que entra luz naturaly, como un espejo, en el suelo negro resalta una imponente X roja e intensa. Primero pudimos conocerlo de cerca, e incluso tuvimos el gusto enorme de probar algunos vinos directamente desde barrica (es decir probamos vinos que recién en algunos años estarán listos para ser disfrutados).

Pudimos conocer la impresionante bodega subterránea de Alfa Crux, en el Valle de Uco.
Pudimos conocer la impresionante bodega subterránea de Alfa Crux, en el Valle de Uco.
/ Pierina Denegri Davies

La temperatura en esta zona es vital, por lo que se mantiene entre 14 a 16 grados todo el año. Trabajan únicamente con barricas francesas en dos tamaños y cuentan con la capacidad de almacenar 10 mil barricas. Otro dato es que más de la mitad de bodega trabaja bajo tierra, ya que ahí se producen los procesos de guarda, pero también se trabaja el fraccionamiento y la estabilización.

Pero, sin miedo a equivocarnos, la vista panorámica que se obtiene desde las pasarelas al rededor de la cava es un recuerdo para toda la vida. Es en este momento en que una se detiene y comprende todo el trabajo que se realiza para que una copa de vino llegue a la mesa o se pueda comprar. Se piensa en cada zona de tierra, en la uva y en el proceso, pero también en los tanques donde se hará el vino, en cómo será la bodega que albergará los miles de litros de esta bebida y, como vemos aquí, en la cava, donde el producto reposa el tiempo necesario.

La comida que acompaña y complementa

Comer rico en Mendoza no es un problema, lo que puede ocurrir es que, gracias a su abundacia y variedad, existan pocas propuestas que sorprendan verdaderamente. Crux Cocina, la propuesta gastronómica que busca dar a conocer y acompañar los vinos de la marca de la mejor manera, es de esos espacios donde uno se deja llevar y termina encantado.

La experiencia se puede disfrutar consiste en un menú de pasos, en los que se acompaña con deliciosos -y bien pensados- vinos para elevar cada bocado a su máxima expresión. Empezamos con un delicioso langostino a la piedra que llegó en pleno proceso de cocción a la mesa.

Uno de los platos favoritos fue el agua de tomate, una sopa transparente pero con toda la potencia y sabor del tomate, servida con agnolotti (o pasta rellena) de parmesano y toques de orégano fresco.

El chivo es una de las carnes más tradicionales de la zona y lo pudimos disfrutar braseado y servido con cebada perlada y una ensalada frésca de rúcula. El sabor de la carne es fuerte y se ve equilibrado por los acompañantes.

El plato principal fue un corte clásico: el ojo de bife, presentado en dos cocciones. Se acompaña con puré de arvejas y menta, papa rostizada, espárrajos quemados, piclke de jalapeño y yema crocante. Este es de los platos que puede intimidar por la cantidad de elementos, pero combinándolos todos obtiene el bocado perfecto. La segunda cocción fue la más interesante, ya que una parte de la carne fue presentada cocida con jarilla, una planta de la zona con un sabor muy particular.

Cerramos la experiencia con un sorbete de torrontés, pera y frambuesas refrescante, dulce, ácido e ideal para limpiar los sabores de un almuerzo excelente. El postre fue un bakewell de membrillo y garrapiñada de nuez, servido con helado de queso crema.

Alfa Crux es de esas bodegas de gama alta que demuestra en cada decisión, objeto o edificación su amor por el vino y por la excelencia. A esto se le suma la gran experiencia de sabores, texturas e ingredientes que nos ofrece Crux Cocina, haciendo de esta visita una inolvidable.

Dato:

Puedes conocer más sobre Alfa Crux en su página web.

Para descubrir más sobre Crux Cocina, puede visitar su página web: https://cruxcocina.com/