Aunque no me gusta la violencia, debo confesar que las cachetadas merecidas siempre han sido de mis escenas favoritas en las películas. Quizá esa sea otra razón por la cual amo al personaje de Scarlett O’Hara en Lo Que El Viento Se Llevó. En estos momentos siento que el planeta es Scarlett y nosotros su detestable hermana Sue Ellen, tanto por incompetentes como por quejones. La situación que vivimos actualmente como raza humana se siente como una gran cachetada espavilante, probablemente más como la de Cher a Nicolas Cage en Moonstruck (“Snap out of it!”). Al igual que con muchas de esas cachetadas viene una dósis de epifanías, “despertares” o lecciones que nos toca entender. Lecciones que parecen haber sido diseñadas por un guionista para atacar cada uno de nuestros errores hasta el más mínimo detalle y enfrentarnos a ellos cara a cara sin escapatoria, literalmente.
El cine nos sirve para dar algunos ejemplos.
1. IRENE, YO Y MI OTRO YO.
Nuestro egoísmo es una de las principales razones por la cual nos encontramos en la presente situación. Al igual que el corto animado de Steve Cutts “Man”, vivimos consumiendo sin pensar en las consecuencias de nuestras acciones diarias, sin pensar qué industrias estamos patrocinando al hacer cada compra y si nuestra satisfacción pueda significar el martirio de otra persona, animal o espacio geográfico.
Y, ya que sólo pensamos en nosotros, pues sólo con nosotros nos toca vivir, extraídos de la constelación humana a la que pertenecemos para estar confinados entre cuatro paredes con nuestros pensamientos y nuestro comportamiento, para ver si así entendemos que somos parte de un todo, y que todos estamos conectados.
2. CALL ME BY YOUR NAME.
¿Hace cuánto que no hablábamos por teléfono? ¿O que escuchábamos una voz al otro lado de un celular? ¿Cuántas veces hemos dejado que suene una llamada entrante para evitar la conversación y resolverla por mensaje de texto o simplemente evitar la comunicación por completo? Ahora ansiamos hablar, ansiamos comunicarnos, sea por teléfono o por videollamada, y entendemos que las emociones que se transmiten a través de la voz o por los gestos jamás podrán ser reemplazados por un mensaje de Whatsapp. Estamos finalmente utilizando la tecnología para unirnos y para tratar de tener presentes a aquellos que, probablemente, ignorábamos cuando aún se podía estar cara a cara por andar chequeando nuestras redes sociales durante un café/almuerzo/reunión.
3. EL PLANETA DE LOS SIMIOS.
Raíces notorias, uñas crecidas, peinados deformes, cejas que rivalizan con las de Eddie Munster, barbas fuera de control. Todo aquello que luchamos por hacer para distanciarnos de nuestros parientes primates nos ha sido negado durante este período de cuarentena, recordándonos que por más filtros de Instagram que usemos, somos un grupo más de animales que habita este planeta. Enfrentémoslo.
4. CONTACTO
Estamos comenzando a valorar aquello que dábamos por sentado. Como dije en mis redes sociales hace poco, ¿quién hubiera dicho que un abrazo se convertiría en el lujo máximo? Algo tan cotidiano y básico repentinamente tiene una lista de espera que podría equivaler a la de la cartera más deseada de la temporada. Cuando nos abrazamos liberamos oxytocina, una hormona que nos relaja y reduce el estrés, la presión alta y la ansiedad. Ansiedad que, en ausencia de los abrazos, comienza a manifestarse en posts de Facebook y stories de Instagram, haciéndonos cuestionar si la incomodidad de esta cuarentena yace en estar encerrados o en la falta de interacción con otras personas (y si para poder tener ese privilegio primero debemos estar bien con nosotros mismos).
5. ATRAPADO SIN SALIDA
La desesperación de varios por no poder salir de sus casas también nos hace reflexionar sobre aquellos seres que no gozan de libertad, no por tratar de protegerse contra un virus como es nuestro caso, sino porque nosotros así se los hemos impuesto. Zoológicos, pájaros enjaulados, peceras usadas como elementos decorativos, y demás ejemplos nos hacen notar cuán desconectados estamos del resto de seres que comparten nuestro planeta y cuán poco empatizamos con ellos. También cuán selectivos somos con nuestra empatía. Para muchos será más fácil hacer la conexión con un oso en un zoológico que con la vaca/chancho/pez que van a almorzar. Los animales destinados para alimentarnos viven todas sus vidas confinados en espacios que en muchos casos ni les permiten estirarse y solo son liberados a la hora de su sacrificio. Viéndolo incluso desde el lado económico, muchas personas podrían alimentarse con ingredientes menos costosos que la carne, que son más saludables y están a la mano de todos. Es un tema de costumbre.
6. COMER, BEBER, AMAR
La cocina parece haberse convertido en el refugio de muchos y me incluyo. Panqueques, queques de plátano y demás confecciones invaden nuestras redes sociales para beneplácito de muchos (y horror de otros, según las recientes manifestaciones de algunos amigos míos). Pero aparte de la cocina, vemos a muchos explorando o descubriendo otro tipo de pasiones ocultas y hobbies, actividades que probablemente no pueden realizar en el día a día dentro del sistema al que estamos acostumbrados (y que espero estemos cuestionando) por falta de tiempo y por estar –irónicamente- confinados en espacios de trabajo de 9:00 a 6:00 de lunes a viernes. Quizá esta cuarentena no sea algo tan novedoso finalmente.
7. CONTRACARA
Lo positivo de este tipo de crisis es que comenzamos a ver las cosas y a las personas como son, los “True Colors” como cantaba Cyndi Lauper. En el caso del Perú, podemos reafirmar que quienes lucran con la muerte carecen de empatía y respeto por ningún tipo de vida. Así lo ejemplificaron los taurinos al protestar y denunciar –inútilmente- ante el Ministerio de Cultura al Alcalde Jorge Muñoz por destinar el espacio de la Plaza de Acho a albergar a personas indigentes para protegerlas del contagio del Covid_19. Un acto que hizo que el Perú fuera noticia mundial, al hacer notar que cada uno de sus ciudadanos importa, independientemente de si contribuye o no al PBI, mientras en otros países se prefiere sacrificar a un sector de la población en aras de salvaguardar la economía.
8. GROUNDHOG DAY
¿Es lunes? ¿Qué día es? Hasta eso ha logrado este virus, el desestructurar nuestros conceptos de horas y días, hacernos perder la noción del tiempo. Ya ni podemos decir que empezamos la dieta el lunes porque no sabemos en qué día vivimos. Lo cual, comicidad aparte, nos recuerda que sólo tenemos el aquí y el ahora, el presente. Nada más.
En estos momentos somos espectadores y partícipes de una película cuyo desenlace aún es incierto. Una película cuyos héroes son aquellos que muchas veces han sido vistos como extras y que hoy mantienen al país en marcha. Una película que seguramente nos marcará como aquellos dramas que se han convertido en nuestros favoritos, que nos dejan inspirados y pensantes al salir de la sala. Como dice Scarlett O’Hara al final de Lo Que El Viento Se Llevó, “Mañana será otro día”, pero si esta vez no aprendemos la lección quizá mañana sea más de lo mismo.
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