Aplaudo el libro 'Había una vez una peruana', por Lorena Salmón. (Ilustración: Nadia Santos)
Aplaudo el libro 'Había una vez una peruana', por Lorena Salmón. (Ilustración: Nadia Santos)
Lorena Salmón

En junio del 2006, Monondo, un buscador web de viajes, llevó a cabo un experimento muy particular: invitó a 67 voluntarios de diferentes partes del mundo a realizarse una prueba de ADN para determinar sus orígenes y de cuántas partes del planeta provenían. Con esta iniciativa, la empresa quería demostrar que todos tenemos mucho más en común de lo que pensamos (también que si viajamos y experimentamos vivencias en otra culturas, abrazaremos mejor la diversidad que nos une).  

Cada uno de los participantes fue sorprendido con un exhaustivo resultado que le determinaba con porcentajes exactos de qué partes del globo procedía su ADN. Todos quedaron impactados, todos descubrieron que venían de muchos más lugares de lo que se imaginaban y que compartían mucho más en su ADN de lo que podían pensar, a pesar de las diferencias físicas.  

El proyecto De Inga y de Mandiga, promovido por esta revista, recoge esa inquietud: el preguntarnos sobre nuestros verdaderos orígenes, de qué se compone la raza peruana.  

La bióloga Ysabel Montoya ha determinado, como era predecible, que la nuestra es una mezcla, una raza sumamente variada. También así se lo confirmaron las voluntarias para realizarse el estudio de ADN que mandó a hacer Somos: Susana Baca, Karen Mitre, Magdyel Ugaz, Sumy Kujon, Claudia Jiménez, Denisse Dibós, Norma Martínez, Inés Melchor. 

Todas coinciden en tener algo de caucásico, algo de africano, algo de asiático y algo de andino. Todas sin excepción.  

Entonces, ¿por qué si somos genéticamente un poco de todo, nos cuesta tanto abrazar nuestra diversidad? ¿Por qué miramos con desdén a quienes en apariencia son distintos de nosotros? ¿Por qué choleamos cada vez que podemos como si fuese un insulto?  

La discriminación racial se ha normalizado de tal forma que 8 de cada 10 peruanos han experimentado una situación de racismo alguna vez en su vida.  

Marco Avilés, escritor inmigrante y autor del libro ¿De dónde venimos los cholos?, señala que ser cholo en el Perú es como una enfermedad. Y no se equivoca. Pero no solo ser cholo; ser negro, ser serrano... continúe usted la lista. La verdadera enfermedad en este país es el racismo. Un mal que debemos combatir a toda costa. De ahí el propósito y la vitalidad de un proyecto como De Inga y de Mandinga, un esfuerzo por combatir el racismo. Porque al parecer no nos acordamos de quiénes somos realmente o no reconocemos de dónde venimos.  

Hace unos días, la portada de una publicación local generó gran polémica: la modelo Alessia Rovegno –cabello rubio, ojos azules, piel blanca– fue elegida como la protagonista de la edición de Fiestas Patrias, representando a la mujer peruana.  

Esta decisión despertó molestia: hay un cansancio generalizado de que publicaciones y contenidos publicitarios de este país sigan manteniendo estándares de belleza hegemónicos, sin dar el mismo peso a la diversidad étnica, racial, de las demás mujeres peruanas.  

Alessia, hermosísima, sin duda, es igual de peruana que todas ellas, y no tiene para nada la culpa de las decisiones editoriales con daños colaterales.  

Por eso aplaudo que se haya publicado un libro como Había una vez una peruana. Siguiendo los pasos del éxito de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, esta maravillosa edición, hecha por escritoras e ilustradoras peruanas, recopila las inspiradoras historias de 59 mujeres nacidas en el Perú: desde mestizas como Micaela Bastidas hasta ‘gringas’ como Sofía Mulánovich. Todas tan diferentes entre ellas y a la vez tan iguales. 

Esta columna fue publicada el 04 de agosto del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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