Las memorias de Víctor Barraza son verdes. De niño, solía acompañar a su padre a la chacra, allá en Tingo María, y también se detenía para admirar la -envidiable- vegetación que lo rodeaba. Ahí conoció el bambú, planta que lo ha acompañado durante años. Ese pasaje motivó a que, durante su formación como arquitecto en la Universidad San Martín de Porres (USMP), opte por el uso de materiales alternativos. “La mayoría de profesionales ve el concreto y el acero como las únicas opciones para construir. Yo lo veo como una de tantas”. Trabajó, claro, con los insumos de la arquitectura convencional, pero aprendió la sistematización de estos mismos y fue la previa para su proyecto de vida.
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