(Foto: Lucero del Castillo)
(Foto: Lucero del Castillo)
Nora Sugobono

A los seis años abríamos el clóset de nuestras madres y nos probábamos cinturones, tacos y alguna falda vaporosa que nos acomodábamos como podíamos. De vez en cuando, si nadie miraba, tomábamos prestados labiales y sombras de ojos y completábamos aquel experimiento con creatividad e ilusión. Nos mirábamos al espejo para admirar nuestro primer intento fashionista, y sonreíamos con satisfacción. Hoy podemos repetir esa misma experiencia siendo adultas. Esta vez, evidentemente, con mejores resultados. Un local, 500 vestidos, varios espejos, nadie más alrededor. El concepto de Dress2Go está diseñado para encontrar nuestra mejor versión casi como jugando. La buena noticia es que siempre ganamos.

Emely Alcorta es administradora y Christine Schnyder, comunicadora. Son socias, son amigas y son los rostros visibles detrás del emprendimiento basado en el alquiler de vestidos de fiesta que abrió un importante nicho de negocio hace tres años. El suyo es un formato bastante popular en Estados Unidos (Emely vivió allí algunos años; de ahí la idea), pero inexplorado en Lima hasta su llegada. “El mayor reto fue hacer que las mujeres pierdan vergüenza de decir que la prenda era alquilada”, explica Christine. “Ahora nos mandan fotos para que las publiquemos en nuestras redes sociales”.

¿Cómo llegaron a ese punto y, lo que es más importante, cómo consiguen preservar su autenticidad? Estos son sus consejos.

1) CONOCE A TU PÚBLICO. Las peruanas nos vemos y nos gustamos cada vez más. “Las mujeres nos miramos al espejo con seguridad. Nos queremos, eso es palpable”, indica Emeley. Lo que llevamos puesto también es una manera de empoderarnos. Cómo nos sentimos se refleja en lo que usamos a través de los colores, los estilos y los diseños que elegimos. “Cada mujer es diferente, hay que saberlo y respetarlo”, continúa Christine. “Pero también se repiten muchas dudas o preocupaciones. Hay que estar preparadas para saber cómo orientarlas y alentarlas a probar diseños que les van a ir bien”, indica. Por supuesto, hay para todas las tallas y todos los gustos.

2) SÉ FIEL A TU IDEA. El slogan ‘gracias, es alquilado’ no es casualidad. Su modus operandi se convirtió en su mejor carta de presentación. La atención es a puerta cerrada y previa cita, pero por comodidad de cada cliente. “En ningún momento se nos ocurrió ocultar cómo funcionaba el concepto, pero fue un largo camino” explica Emely. Algunas cosas tuvieron que adaptarse al mercado peruano, eso sí: por ejemplo, era clave que las clientas vean, toquen y se prueben los vestidos (en algunos países todo se maneja on line; los vestidos se envían a casa y luego se regresan). También facilitar servicios de lavandería y ajustes en bastas o costuras, que están incluidos en el precio.

3) LLAMA A MÁS MUJERES. “Todas las marcas locales que tenemos en la tienda son marcas femeninas”, añade Alcorta. Eso va desde los zapatos, los aretes y las carteras que se ofrecen para venta o alquiler, hasta la diseñadora que confecciona algunos de los vestidos en stock (buena parte de las prendas se compran en el extranjero; algunas otras son puestas a consignación por otras clientas). Incluso quienes que se encargan de dejar y recoger los pedidos son mujeres.

4) USA TUS REDES. Facebook, Instagram y la interacción por WhatsApp no pueden descuidarse. La rapidez es clave cuando se trata de contestar mensajes y atender emergencias. Christine y Emely confirmaron rápidamente que, para su modelo de negocio, la página web tipo catálogo está en desuso. “Las redes sociales nos ayudan a mostrar personas reales: eso es lo que las mujeres queremos ver”, finaliza Christine. //

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