Una de las experiencias que marcó la imaginación de Michael Bond, veterano de la Segunda Guerra Mundial y escritor de libros infantiles, fue ver a niños escapando de la guerra en las estaciones de tren de Londres. Durante los años de conflicto, recuerda que era una estampa común ver a pequeños viajando solos por Europa, con maletas y un cartel colgado al cuello que decía: “Por favor, cuide de este niño”. Estos eran enviados por sus padres a lugares más seguros, sin ninguna certeza de si volverían a reunirse alguna vez. En esas horas, la esperanza era que esa frase sencilla apelara al corazón compasivo de los británicos y que los menores fueran acogidos en algún hogar cálido.
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Años más tarde, a mediados de los cincuenta, cuando Bond se desempeñaba como camarógrafo de la BBC —y no tenía previsto ganarse la vida en el mundo de las letras— se encontró un osito de peluche en una tienda que le despertó una ternura instantánea. Conmovido por su mirada desamparada, como la de un refugiado, decidió comprarlo para su esposa sin saber que sería el origen de algo más complejo. Su expresión despertó en Bond la memoria de aquellos niños en los andenes y, en solo diez días, escribió una historia que bautizó como “Un oso llamado Paddington” (1958), la historia de un animal en busca de hogar.
El libro se convertiría, con el tiempo, en una saga muy rentable y en un fenómeno cultural y comercial, precursor, quizá, de lo que ocurrió años después con la saga de libros de “Harry Potter”. Para muchas generaciones de británicos, Paddington se convirtió en un símbolo de Gran Bretaña, que reflejaba la nobleza, los buenos modales y la apertura hacia los inmigrantes, incluso si provenían de lugares tan remotos como “el recóndito Perú”. Así fue como el autor nombró al país de origen de su personaje, añadiendo un toque de misterio a la historia.
Uno de esos niños que creció leyendo los libros de Paddington fue el embajador británico en el Perú, Gavin Cook. Durante sus primeros doce años de vida, mientras vivía en Londres, era un pequeño lector de las aventuras del oso, tanto en la escuela como en casa, gracias a los libros que heredaba de sus padres. “También tuve un osito”, comenta con una sonrisa, y añade que otro punto de conexión con Paddington es la obsesión de ambos por los sándwiches de mermelada. Le parece lo más rico del mundo. “Paddington es un inmigrante que ha logrado integrarse en la sociedad británica, pero también es alguien que encarna todos los valores británicos, que son, además, valores peruanos, como la importancia de la curiosidad, la amistad, la bondad... esas son las cosas que muestra todo el tiempo y, por ello, es un personaje inspirador para nosotros”.
Con los libros de Paddington, el embajador Cook tuvo su primer acercamiento a la cultura peruana, sin imaginar que en el futuro acabaría recorriendo esta tierra en misiones diplomáticas. “De niño, el Perú me parecía un lugar misterioso, con su diversidad, su sierra, sus bosques y su cultura. Pensaba mucho en la Amazonía, en los bosques, las enormes montañas y los paisajes increíbles, especialmente porque, en Londres, mi vista cotidiana por entonces eran solo edificios urbanos”. Ya como embajador, Cook ha recorrido lugares como las reservas de Pacaya Samiria, Manu y la selva de Cusco. Cuenta que nunca ha tenido la suerte de avistar a un oso de anteojos, la inspiración detrás del icónico oso Paddington.
EL VERDADERO OSO PADDINGTON
Quien sí convive con estos osos es Carlos Párraga, jefe de Manejo y Conservación del Parque de las Leyendas. Actualmente, el zoológico alberga cinco osos de anteojos: tres en la zona Selva y dos en la zona Internacional. Estos animales, lamentablemente, llegaron al parque tras ser rescatados del tráfico ilegal. “Todos los osos que tenemos aquí son producto de decomisos realizados por la policía y Serfor. Tenemos dos, Maiki y Ukuku, que llegaron en 2021 siendo unos cachorros de apenas 5 kilos, y ahora ya son adultos saludables”, explica Párraga.
El oso de anteojos es una especie seriamente amenazada por la actividad humana. Puede habitar desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altitud, ocupando una amplia franja de los Andes que incluye Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Argentina. Un macho puede pesar entre 120 y 150 kilos, mientras que las hembras oscilan entre 30 y 70 kilos. Y si bien Paddington es un pan de Dios, incapaz de pisar una hormiga, los osos en la vida real no son pacíficos. Es importante tenerles respeto y mantener la distancia. “Son animales grandes, con colmillos y garras, por lo que no podemos confiar plenamente ni tener contacto directo, pero en general son dóciles. Los ejemplares más jóvenes que criamos desde pequeños tienen un carácter mucho más tranquilo”, explica Párraga.
PADDINGTON A LA GRAN PANTALLA
Aunque Paddington tuvo un éxito arrollador desde 1958 en su país, no fue hasta 2014 que el personaje se hizo mucho más conocido en otras partes del mundo gracias a la película Paddington, dirigida por Paul King y producida por David Heyman, conocido por su trabajo en la saga Harry Potter. La cinta fue desarrollada por el estudio británico StudioCanal, que adquirió los derechos cinematográficos del personaje en 2007, asegurando a su creador que la adaptación respetaría la esencia del material original.
La película logró encantar tanto a los críticos como al gran público, lo que aseguró la posibilidad de una secuela. Esta llegó en 2017, con una recepción igualmente positiva, que allanó el camino para una tercera entrega, titulada Paddington in Peru y anunciada para el mercado latinoamericano como Paddington en Perú. Esta será la primera vez que una producción de Paddington incluirá un elemento nacional: el actor peruano Carlos Carlín como parte del elenco y algunas escenas de paisajes exteriores filmadas en Perú. Sin embargo, gran parte del metraje correspondiente a nuestro país fue grabada en Colombia, por un tema de incentivos fiscales para la realización.
“Me llamaron para hacer el cásting, que fue por Zoom, y me mandaron el ‘storyboard’. Preparé todo meticulosamente, incluso le pedí a Jorge, el encargado de sacar a pasear a mis perros, que se los llevara para evitar ruidos”, recuerda Carlín. Lo que no esperaba es que, en plena grabación, el muchacho volviera inesperadamente con los perros, entrando de puntillas al departamento como en un sketch de El Chavo del 8. La escena provocó risas entre los directores de cásting. “Pensé que eso me costaría el papel, pero fue todo lo contrario. Les pareció divertido y, creo, me ayudó a destacar”, comenta.
La participación de Carlín en la película no terminó en el set. Fue invitado a la premiere en Londres, donde compartió alfombra roja con actores como Olivia Colman, Antonio Banderas y Ben Whishaw, en lo que describió como una experiencia de “otro mundo”. “Llegué pensando que sería una alfombra roja normal, pero había una multitud, fotógrafos con teleobjetivos enormes, y todos sabían mi nombre. Escuchar ‘Carlos Carlín de Perú’ mientras la gente aplaudía fue increíblemente emocionante”, confiesa. De alguna manera, se sentía como el mismo Paddington: un peruano perdido en la gran Londres, pero recibido con cariño y calidez. “Este oso es un símbolo de aceptación. Representa cómo las diferencias culturales pueden enriquecernos”, finaliza. Mejor mensaje para la Navidad no hay. //
El libro que dio inicio a las aventuras de Paddington está disponible en librerías peruanas en una bonita edición ilustrada de la editorial española Lata de Sal. Se trata de la historia creada por Michael Bond en 1958, que presenta a un entrañable oso huérfano recién llegado a Londres en un barco. Allí, una familia lo acoge y lo adopta de inmediato. A lo largo de sus aventuras, Paddington se distingue por su generosidad, su inquebrantable optimismo y su habilidad para encontrar el lado positivo en cualquier situación.