Para Benjamín Castañeda y sus compañeros, las últimas semanas han sido muy aceleradas, maratónicas. Pero el esfuerzo valió la pena. La Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) autorizó su proyecto de ventilador mecánico para pacientes con coronavirus: Masi. Castañeda, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Ingeniería Médica de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), conversó con El Comercio sobre el proceso de desarrollo de este aparato y sus características.
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—El tiempo no ha estado a su favor a lo largo de este proyecto...
Empezamos el 16 de marzo. El proyecto resume en unos tres meses lo que normalmente dura dos años. Partimos de dos ideas: que el ventilador debía fabricarse en masa en el país y que fuese algo que pasara de la fase de diseño hasta la de producción en solo unos meses. Si tardábamos mucho, el ventilador no podría ser utilizado en los momentos críticos de la pandemia de coronavirus. En la segunda semana de trabajo ya teníamos un diseño listo, que cumplía con lo que nosotros creíamos que eran las características mínimas requeridas. Trabajamos de la mano con diversos intensivistas de clínicas y hospitales. Luego validamos nuevamente el prototipo con especialistas médicos del Estado.
—¿Qué características posee este aparato?
Masi se basa de manera mecánica en un resucitador manual, que es lo que le permite suministrar el aire a la persona. Pero también tiene una parte de electrónica y de sensores. Posee una pantalla a través de la cual los intensivistas pueden observar diversas métricas y valores. Respecto a su funcionamiento, tiene tres modos de ventilación invasiva (mediante intubación): mandatorio controlado por volumen, mandatorio controlado por presión y presión-soporte. Los dos primeros sirven para tratar al paciente. El último ayuda a lo que se conoce como ‘destete’; es decir, el proceso para que la persona poco a poco comience a respirar por sí sola. Asimismo, puede adaptarse y emplearse para ventilación no invasiva, en la cual no se intuba a la persona, sino que se le coloca una mascarilla. Ahora estamos trabajando en agregarle una capacidad de telemedicina. Mediante esta buscamos que los intensivistas que están dentro de los grupos de riesgo y no pueden salir de sus casas logren acceder a distancia a la pantalla del ventilador y observar las gráficas.
—¿A qué pruebas ha sido sometido?
Con el apoyo de la clínica Delgado realizamos las validaciones de seguridad y eficacia. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos nos ayudó en las pruebas preclínicas, que era una exigencia de la Digemid para darnos la autorización correspondiente. Pero ahora, adicionalmente a la producción, vamos a realizar un ensayo clínico, que lo estamos presentado al Instituto Nacional de Salud.
—¿Cuándo esperan comenzar la producción?
Planeamos hacerlo a partir de la siguiente semana. Luego de confirmar que todo el proceso de fabricación esté bien, apuntamos a fabricar 20 ejemplares al día.
—¿Cuántas unidades tendría el primer lote?
Este es un proyecto sin fines de lucro que se ha financiado a partir de donaciones de diversas empresas. Dependemos completamente de estas donaciones. Estamos apostando ahora por una producción de 200 equipos. Pero si hubiera más empresas que quisieran participar en esta iniciativa, ese número podría ser mayor. Todo lo que fabriquemos lo donaremos al Ministerio de Salud.
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