Los gamers profesionales dedican varias horas al día a entrenar. (Foto: LUCAS BARIOULET / AFP)
Los gamers profesionales dedican varias horas al día a entrenar. (Foto: LUCAS BARIOULET / AFP)
/ LUCAS BARIOULET
Redacción EC

El debate sobre los efectos que los pueden causar en los jugadores profesionales sigue vigente. La preocupación de los padres de los gamers, que suelen tener una corta edad, ha llamado la atención de los científicos, quienes han comenzado a investigar al respecto.

Una de los iniciativas que busca brindar una respuesta a esta interrogante es el , que investiga las respuestas hormonales y afectivas que presentan los jóvenes que se dedican a los deportes electrónicos.

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El estudio -que es dirigido por Manuel Jiménez, investigador y docente de la Universidad de Málaga (UMA)- ya ha brindado resultados preliminares. El proyecto se divide en tres etapas en las cuales participan más de 100 jóvenes vinculados a la Cátedra de eSports de la UMA.

Las diferencias entre los deportistas tradicionales y los jugadores profesionales de eSports se van diluyendo. (Foto: David McNew/Getty Images/AFP)
Las diferencias entre los deportistas tradicionales y los jugadores profesionales de eSports se van diluyendo. (Foto: David McNew/Getty Images/AFP)
/ DAVID MCNEW

El equipo de expertos conductuales quiere saber cómo funciona la mente de un jugador de eSport y cuáles son las similitudes que mantiene con los profesionales que practican deportes físicos tradicionales.

Jiménez dijo a la agencia EFE que los primeros resultados muestran que hay tendencias hormonales “muy similares” en los gamers y los deportistas de élite. Los niveles de estrés y episodios de euforia que sienten son parecidos, asegura.

Efectivamente existe relación entre lo competitivo, independientemente del medio (deporte), y las respuestas relacionadas con la euforia o la frustración en las derrotas”, afirma el investigador de la UMA.

Un jugador profesional de Vodafone Giants durante el estudio. (Foto: UMA)
Un jugador profesional de Vodafone Giants durante el estudio. (Foto: UMA)

Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizan electroencefalogramas y el dispositivo Eye Tracking Tobii Pro para mapear el cerebro, realizan seguimiento del ojo, medir la activación periférica, la frecuencia cardíaca y la temperatura galvánica de la piel mientras los participantes juegan una partida.

La primera fase ha sido ejecutada en conjunto con expertos de las universidades españolas de La Rioja y Sapienza. Esta primera etapa reveló que durante las competiciones se estimulaban la cooperación entre sujetos y se modulaban las respuestas neuroendocrinas producto de ganar o perder, como sucede con los deportes tradicionales.

En la segunda fase, que se encuentra en plena ejecución, se analizan más de 4.000 variables diferentes, detalla la UMA. Usarán brain mapping para analizar la actividad cerebral que se produce en la parte frontal del cerebro cuando una persona juega un videojuego. Participarán tres grupos de sujetos: aquellos que nunca han tenido una experiencia en los eSports, los que juegan a nivel amateur y los jugadores profesionales.

Una de las preocupaciones de los padres de los jóvenes y adolescentes que quieren dedicarse a los eSports es si los videojuegos generan actitudes violentas. Por ello, la última fase del proyecto, que será ejecutada en conjunto con la University College de Londres, analizará este aspecto.

La investigación consta de tres fases. (Foto: UMA)
La investigación consta de tres fases. (Foto: UMA)

Jiménez adelanta que los jugadores de videojuegos como Call of Duty pueden seguir relacionándose con las personas de una manera normal, ya que la agresividad en una sujeto no depende de los videojuegos. “[La agresividad] es algo que ya tiene latente y existía previamente", indica.

El experto afirma que una persona sin problemas psicológicos es “perfectamente capaz de diferenciar la realidad de la ficción”, independientemente de que sea aficionada a los juegos en línea o vea películas agresivas, o esté expuesta a cualquier otro tipo de estímulos.

Jiménez afirma que hay estudios en EE.UU. que han analizado los hábitos de adolescentes que han participado en tiroteos y han determinado que estos no jugaban videojuegos, por lo cual “realmente no hay una relación directa” entre agresividad y videojuegos.

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