En el mundo, más de 200 opciones de tratamiento para el COVID-19 están siendo probadas. Una de ellas es la ivermectina, un medicamento antiparasitario que comenzó a usarse desde muy temprano en el Perú y otros países de la región para tratar pacientes de coronavirus.
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Hasta el momento, no hay evidencia concluyente respecto a su eficacia contra el COVID-19. De acuerdo con un análisis de la Organización Panamericana de la Salud, actualmente hay 14 ensayos clínicos que analizan su eficacia contra esta enfermedad, que ha causado más de dos millones de muertes en todo el mundo.
¿En qué estado se encuentra la investigación sobre ivermectina y COVID-19?
Hasta el momento, según una revisión de la OPS, hay ensayos clínicos que buscan probar la eficacia y seguridad de la ivermectina, respecto su capacidad para evitar o reducir la mortalidad de pacientes con COVID-19, impedir la necesidad de ventilación mecánica, el control de síntomas, prevención y eventos adversos.
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El informe concluye que, hasta el momento, “a pesar de que los resultados de seis estudios sugieren una reducción en la mortalidad con ivermectina, la certeza en la evidencia resultó muy baja por limitaciones metodológicas y un número pequeño de eventos. Se necesita más información procedente de estudios con un diseño adecuado para confirmar o descartar estas conclusiones”.
Para más detalles, revisa nuestro informe ¿Qué sabe la ciencia hasta ahora sobre el uso de ivermectina en pacientes COVID-19?
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Al respecto, Álvaro Taype-Rondan, médico epidemiólogo e investigador, le dice a El Comercio que en este momento los científicos y médicos están a la espera de que se publiquen los resultados de investigaciones más amplias, y con ello tener un “conocimiento más sólido” sobre la eficacia de la ivermectina frente al COVID-19.
El interés por la ivermectina surgió luego de que se publicara un estudio australiano que mostraba que en el laboratorio la ivermectina era capaz de contrarrestar el coronavirus SARS-CoV-2, que causa el COVID-19. Según ha explicado la Sociedad Francesa de Farmacología y Terapéutica, “la concentración a la que la ivermectina tiene un efecto terapéutico sobre el SARS-CoV-2 in vitro es 35 veces superior a la concentración máxima obtenida tras la administración de la dosis oral recomendada en los seres humanos para el tratamiento antiparasitario habitual”.
En ese sentido, Taype-Rondan aclara que no siempre los medicamentos que funcionan in vitro (en laboratorio) o en animales (preclínico), prueban finalmente ser efectivos en humanos:
“Los ensayos preclínicos suelen decirnos que algo puede servir. Cuando lo comprobamos en ensayos clínicos aleatorizados, usualmente estos desmienten la hipótesis. En más del 90% de los casos estos fármacos que se están probando realmente no tenían eficacia, es más, muchas veces hacen daño en lugar de ser eficaces. Incluso, dentro de los ensayos clínicos, hay algunos mal hechos. No es suficiente con que se hagan, sino que sean revisados por pares y que los estudios hayan sido bien hechos”.
¿Cuál es el uso ya conocido de la ivermectina?
Este medicamento es usado hace décadas como un antiparasitario de amplio espectro para humanos y animales. Es utilizado principalmente para tratar la sarna, la oncocercosis y los piojos. Su historia inicia en el año 1975, cuando investigadores de la farmacéutica Merck analizaron muestras de tierra de diversas partes del mundo, con el objetivo de conocer cómo se comportaban ante los parásitos. Una de ellas, que proveía de un campo de golf de Japón, tenía un efecto muy importante contra los parásitos.
Con este indicio, los investigadores al mando del Dr. William Campbel, luego ganador del Nobel de Medicina, estudiaron la muestra y descubrieron que el responsable de este efecto contra los parásitos era un compuesto (lactona macrocíclica), que luego se conocería como ivermectina.
Su primera aplicación fue en animales. En 1978 Campbell probó la ivermectina para tratar los parásitos intestinales en caballos y descubrió, además, que era efectiva contra el Onchocerca volvulus, un parásito que produce la oncocercosis en humanos o “ceguera de los ríos”, una enfermedad parasitaria que afectaba la piel y los ojos de miles de personas en África y América.
Según relatan los investigadores peruanos Emma Escalante Jibaja y Luis Valdivia Blondet, en 1981 se hizo la primera prueba del medicamento en un voluntario afectado por oncocercosis. Fue la primera muestra de que podría funcionar en humanos. Luego, en 1982, Merck y la Organización Mundial de la Salud (OMS), comenzaron una investigación conjunta sobre el uso de ivermectina en humanos, con la esperanza de que pueda ser usada en personas que eran afectadas por parásitos en todo el mundo.
En 1987, al finalizar estos ensayos clínicos, la ivermectina fue incluida como base del Programa de Control de la Oncocercosis de África y luego, ya en la década de 1990, el programa se replicó en América, detallan los médicos. Desde entonces, se ha experimentado y probado su uso en otras enfermedades parasitarias y dermatológicas como la acarosis, tanto para uso veterinario como en humanos, según detalla la OMS.
“El tratamiento masivo con ivermectina fue un método eficaz y seguro de reducción de la prevalencia de la mayoría de las enfermedades parasitarias prevalentes”, indica la OMS.
Como mostramos en informes previos, se conoce que la ivermectina es segura y eficaz pero para su uso antiparasitario ampliamente conocido, por lo cual tiene la autorización de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en ingles) y otras agencias de medicamentos del mundo, como la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas de Perú (Digemid).
Sin embargo, pese a la creencia generalizada, si se toma sin prescripción médica este medicamento sí tiene efectos secundarios, entre ellos sarpullido, náuseas, vómitos, diarrea, dolor, hinchazón del rostro o de las extremidades, convulsiones, incluso lesión hepática (hepatitis), detalla la FDA.
“Las tabletas de ivermectina están aprobadas para uso en personas para el tratamiento de algunos gusanos parásitos (estrongiloidiasis intestinal y oncocercosis) y las formulaciones tópicas [cremas] de ivermectina están aprobadas para uso humano, solo con receta médica, para el tratamiento de parásitos externos, como piojos y condiciones de la piel como la rosácea”, afirma la entidad reguladora.
Sin embargo, este uso, señalan los expertos y entidades internacionales como la FDA y la OPS, no puede ser aplicado al caso de COVID-19 sin antes contar con amplios estudios clínicos aleatorizados.
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