El primer indicio había tenido lugar alrededor del 10 de mayo. Las cámaras trampa instaladas por los técnicos de la Fundación Rewilding Argentina (FRA) en la isla de San Alonso detectaron que Arami, la última yaguareté o jaguar hembra en asomarse a la aventura de vivir en libertad, mostraba un llamativo aumento de peso y sus pezones eran claramente notables, signos inequívocos de preñez.
Una semana más tarde, las señales llegaron desde el GPS del collar que rodea su cuello. Los puntos de ubicación que el instrumento emite de manera regular se acumulaban en un sitio muy concreto del bosque y no había registro de desplazamientos lejanos. La sospecha de un parto en el corazón del Parque Nacional Iberá fue creciendo a medida que pasaban los días y se confirmaría un mes más tarde: en un muy breve lapso de tiempo, la hembra cruzó por delante de una cámara llevando en su boca lo que se creía entonces eran dos cachorros de Panthera onca.
Arami es registrado por una de las cámaras trampa cargando a uno de los cachorros. Imagen: Fundación Rewilding Argentina.
Los cálculos de fechas ya estaban hechos. El tiempo de preñez de los jaguares es de alrededor de tres meses; Arami salió de los corrales del Centro de Reintroducción de Yaguaretés que FRA posee en el centro de la isla el 26 de septiembre de 2021, y Jatobazinho, el primer macho que camina sin ataduras por la zona desde hace más de 70 años, fue liberado el 1º de enero de 2022. Ya no cabía ninguna duda de que las crías de Arami eran un hito: las primeras en ser concebidas y paridas en absoluta libertad luego de que el depredador tope del Iberá se hubiese extinguido de la región allá por 1950.
“Es uno de los pequeños grandes pasos que se necesitan para certificar que el proyecto de reintroducción que comenzamos en 2012 marcha bien”, dice Sebastián Di Martino, director de Conservación de FRA. “Estamos muy contentos con lo que está pasando con la fauna en nuestra provincia. Sobre todo con los yaguaretés, que fueron declarados Monumento Natural en 2018″, aplaude Vicente Fraga, director de Parques y Reservas de Corrientes, el distrito que concentra los 12.000 kilómetros cuadrados de los Esteros del Iberá, el humedal más grande de Argentina y uno de los más extensos del planeta.
La cantidad de cachorros nacidos aún no se conoce con certeza
Rewilding Argentina, el gobierno correntino y la Administración de Parques Nacionales llevan más de una década trabajando en conjunto en la recuperación de laa riqueza faunística del Iberá. Esto explica porqué los responsables de estos esfuerzos muestran una amplia sonrisa en estos días, incluso aunque no haya certeza absoluta de cuántos son los hijos de Arami. “Las yaguaretés tienen entre una y tres crías por camada, aunque por lo general son dos y a ella la vimos pasar dos veces. Pero podría ser que en ambas llevase el mismo cachorro, o que hubiera otro que no nos mostró”, explica Di Martino.
De carácter esquivo, desde su liberación Arami prácticamente no pudo ser vista por los expertos que cada diez días recorren a caballo los pastizales y bosques bajos que componen el paisaje de Iberá. Mucho menos ahora, cuando extrema los cuidados de su prole. “Los puntos del GPS nos indican que al menos uno sigue vivo, porque desde hace dos meses ella permanece casi en el mismo lugar, una señal de que está amamantando”, sugiere Di Martino. Aun así, todavía hay que esperar como mínimo 30 o 60 días para que los nuevos habitantes del parque superen su fase inicial y pueda asegurarse su supervivencia.
Magalí Longo, coordinadora de los proyectos de reintroducción que FRA, lleva a cabo en San Alonso, conoce mejor que nadie a Arami. La vio nacer en cautiverio el 6 de junio de 2018, siguió su evolución de manera cotidiana y ahora asiste con emoción a su primera maternidad. “Recuerdo cuando junto a su hermana Mbareté las separamos de Tania, su madre. Al principio no sabían qué hacer y salían corriendo, pero después se convirtió en una excelente cazadora”, señala.
El sistema de cría de los ejemplares susceptibles de ser liberados contempla dos aspectos básicos: evitar los contactos con humanos y alimentarse solo de presas vivas que se van introduciendo en los corrales sin que los animales se percaten. Pero también exige el cumplimiento de determinadas etapas de crecimiento: “Arami y Mbareté fueron las primeras yaguaretés nacidas en Corrientes y vivieron con su madre durante un año. Después pasaron juntas otro año y medio hasta que las separamos y cada una empezó a desarrollar la vida por su cuenta”, relata Longo.
Esta es la segunda vez que las cámaras registran a uno de los padres llevando a un cachorro en la boca. Aún no se sabe si son dos o tres cachorros los que han nacido. Imagen: Fundación Rewilding Argentina.
Se da la circunstancia que Tania es la madre de Nalá y Takajay, cachorros que crecen junto a ella en la Estación Biológica El Teuco que FRA posee en el interior del Parque Nacional El Impenetrable, en la profundidad del Chaco argentino. El padre es Qaramtá, único macho silvestre del que se tiene registro fehaciente en esa zona. Y hacia allí ha sido trasladada ahora Mbareté con el objetivo de aparearla para generar una nueva camada de jaguares. “Como su hermana, ella ya está en condiciones de ser liberada pero preferimos que tenga crías con sangre chaqueña. Queremos enriquecer la variabilidad genética”, indica Longo. Si todo sale como se espera, Mbareté y su progenie serán protagonistas de la siguiente liberación en Iberá, cerca de finales de este año.
Ya habría diez jaguares en libertad en Iberá
Además de Arami y Jatobazinho, otras dos hembras con sus respectivas crías —Mariua y Juruna— completan la actual dotación de yaguaretés que viven en libertad en Corrientes. Si se confirmara que son dos los recién llegados, la población total alcanzaría los diez individuos. “Es lo que tiene que ir sucediendo a partir de ahora para que vaya consolidándose la población”, comenta Sebastián Di Martino, quien sostiene que el punto ideal se alcanzará “cuando no tengamos que seguir introduciendo animales y el nacimiento de las nuevas camadas deje de ser noticia”.
Hasta que eso suceda, el mecanismo de multiplicación de ejemplares en Iberá se mantendrá inalterado. Tras Mbareté y sus crías continuarán posiblemente el año próximo tres individuos adultos —dos machos y una hembra— llegados desde Paraguay. Aunque no puede descartarse que antes Jatobazinho vuelva a ser padre, esta vez en pareja con Mariua, cuyas hijas ya se han independizado y por lo tanto está en condiciones de volver a entrar en celo.
De estudiar la adaptación a la vida silvestre y la salud de los individuos liberados se ocupa Ana Carolina Rosas, coordinadora del área de Veterinaria, quien todavía se sorprende de la fortaleza de los individuos de la especie: “Resulta increíble el desempeño que tienen en la vida silvestre respecto a los muchísimos patógenos a los que se enfrentan”, dice, y agrega: “En cautiverio esos mismos agentes originan enfermedades como la toxoplasmosis o la leptospirosis que pueden incluso matar a un animal, pero en libertad los yaguaretés muestran una inmunidad asombrosa que les hace alcanzar un equilibrio absoluto”.
Los jaguares adultos que recorren el humedal portan un collar satelital y un emisor de radio VHS, pero incluso con esa ayuda tecnológica son difíciles de localizar. El riesgo que implica capturarlos y anestesiarlos añade un factor más de dificultad para la toma de pruebas de laboratorio, que debe limitarse a los momentos en que es imprescindible cambiar la batería del collar o la pieza completa, “pero en las evaluaciones que hemos realizado vimos que han estado expuestos a esos patógenos sin que en ningún caso hayan desarrollado las enfermedades”, comenta Rosas.
Arami y Jatobazinho captados por las cámaras trampa en el Iberá. Imagen: Fundación Rewilding Argentina.
El lento aunque progresivo número de ejemplares en libertad en Iberá alienta uno de los objetivos del proyecto: “Lograr que las comunidades locales cambien sus economías extractivas y de aprovechamiento primario de los recursos naturales a otras de servicio basadas en ecoturismo de observación de fauna”, según lo define Sebastián Di Martino. A partir del levantamiento de las restricciones que motivó la pandemia de Covid-19, el aumento de visitantes al área protegida viene creciendo de manera exponencial y Vicente Fraga se ilusiona con que en el futuro los yaguaretés puedan observarse con cierta facilidad: “Los guías siempre saben por dónde andan y confiamos en que dentro de un tiempo los avistajes sean más comunes. Siempre sin molestarlos”, aclara quien tiene a su cargo la Dirección de Parques y Reservas de Corrientes.
Reequilibrar el ecosistema es el principal objetivo
Pero sin duda el énfasis principal está puesto en el papel ecosistémico que debería desempeñar el jaguar para reequilibrar un hábitat muy alterado por la ausencia de su depredador tope. Para que ello suceda habrá que alcanzar una densidad de población que los estudios previos calculan en un centenar de individuos adultos, “aunque creo que es una cifra que se podría superar”, se anima a vaticinar Di Martino: “Hablamos de un ambiente con abundancia de presas, donde las amenazas están muy controladas y prácticamente ha desaparecido la caza. El sitio con mayor cantidad de yaguaretés por kilómetro cuadrado es el Pantanal brasileño e Iberá se le parece mucho”, explica.
Durante las décadas en las que no se vieron amenazados por los jaguares, los carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris) y los chanchos cimarrones han multiplicado su presencia en la región y hoy resultan las presas más fáciles de cazar para los jaguares, de hecho componen el 90 % de su dieta, aunque los técnicos de Rewilding Argentina estiman que la situación irá cambiando poco a poco. Por un lado, los yaguaretés adultos que se vayan incorporando tendrán que ir buscando zonas más alejadas de San Alonso para delimitar sus propios territorios (hoy, el macho y las 3 hembras están instalados en las 11.000 hectáreas de la isla). Por el otro, se espera que al mismo tiempo vaya decreciendo la cantidad de presas disponibles, elemento necesario para la recuperación del ecosistema.
“El yaguareté es una pieza clave. Si no está, el sobrepastoreo que provocan sus presas erosiona los suelos, degrada la vegetación, impide que se fije el dióxido de carbono y empeora la calidad del agua”, enumera Di Martino. La regulación es una escalera descendente que va afectando directa o indirectamente a multitud de especies. “El exceso de mesodepredadores que ocupan los lugares intermedios de la cadena trófica afecta por ejemplo a la nidificación y reproducción de las aves de pastizal, que esperamos empiecen a recuperarse cuando el impacto de la presencia de jaguares se haga más evidente”, comenta Magalí Longo.
Todavía sin confirmar si la flamante camada surgida de la unión de Arami y Jatobazinho cuenta con uno, dos o tres cachorros, la noticia de su nacimiento es un motivo de alegría. En Corrientes y en el mundo conservacionista en general. 70 años después, los yaguaretés vuelven a reproducirse en libertad en el corazón del humedal más grande de la Argentina y al menos por unos días el Iberá estará de fiesta.
Imagen principal: Arami es registrado por una de las cámaras trampa cargando a uno de los cachorros. Foto: Fundación Rewilding Argentina.
El artículo original fue publicado por Rodolfo Chisleanschi en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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