Consejos actorales de Javier Bardem. Similitudes entre y Michael Corleone, de "El padrino", en el que un padre también moldea a su hijo. El frenesí laboral de un fenómeno televisivo que ya confirmó su segunda temporada (aún no hay fecha de estreno). Los miedos y retos artísticos. De estos y otros temas conversamos con , el protagonista de "Luis Miguel, la serie", en una entrevista telefónica.

– Un actor que se respeta siempre busca salir de la zona de confort. ¿Con qué miedos lidiaste en la interpretación de Luis Miguel?
Con muchos, muchos. Obviamente, miedo de que a la gente no le gustara el personaje, yo cómo canto sus temas o el contenido de la serie. Cuando ya sabía que tenía que enfrentar este gran reto, me enfoqué en lo que podía estar bajo mi control. Era lo único que podía hacer: tenía que convertirme en él. No imitarlo. Era la única manera con que la gente me podía querer. Tenía que entender su psicología, su corazón: por qué, por qué y por qué. Todo era por qué, para así llegar a la profundidad y a la raíz de todo.

– Y había que cantar…
Considero que Luis Miguel es uno de los mejores cantantes de la historia. Tenemos gargantas y cuerdas vocales diferentes. ¿Qué tan cerca podíamos llegar a lo que él cantaba? Para mí fue importante contar con su productor Kiko Cibrián, para que las canciones sonaran igual y para que la calidad musical fuera la misma. No son pistas. Los temas fueron regrabados en los tonos originales. Kiko ha trabajado mucho con Luis Miguel, entonces él me orientaba sobre qué y cómo hacer. Trabajamos mucho en los detalles, como si fuera una pintura impresionista con una gran cantidad de puntos, y teníamos que fijarnos en ellos. Fue un trabajo de colaboración y en equipo. Dimos todo. Es como cuando yo me acercaba a mi papá con una calificación de 5 [en México se califica sobre 10], y él me decía: "Mírame a los ojos, y si me dices que hiciste todo lo posible y que le echaste todas las ganas del mundo, entonces para mí ese 5 vale como un 10". Esa fue la mentalidad que tuvimos con la serie.

– Una trampa frecuente en el 'biopic' o relato biográfico es el exceso de respeto hacia el protagonista o un tono solemne. ¿Cómo hiciste para no caer en ella? ¿Cómo manejaste este aspecto?
Desde un punto de vista actoral es muy sencillo. Javier Bardem me dijo algo que yo creo que es absolutamente cierto: los actores somos abogados de los personajes. No nos toca juzgar. Nos toca justificar. Es una cuestión de empatía. Me tuve que convertir en él y entender por qué actuaba psicológicamente o pensaba así.

– Ya es parte de la cultura popular la frase "Te odio, Luisito Rey" [el papá de Luis Miguel]. ¿Tú también lo odias? ¿Cómo tomas esta apropiación colectiva?
Yo nunca conocí a Luisito Rey. No creo que sea sano odiar a nadie. Pero entiendo por qué la gente dice eso. En las historias hay villanos y héroes. Así funcionan.

– Un post en tu cuenta en Instagram está dedicado a Óscar Jaenada, el intérprete de Luisito Rey. En él escribes: Vito y Michael Corleone, en referencia a ese padre e hijo de "El padrino", o a esos dos mafiosos con un código de ética tan particular. ¿Cómo fue tu proceso de investigación? En efecto, ¿revisaste obras como "El padrino" o relatos con conflictos entre padre e hijo?
Absolutamente. Lo de "El padrino" es algo que platicaba mucho con Daniel Krauze [uno de los guionistas de la serie]. Creo que hay muchas similitudes entre el personaje de Luis Miguel y Michael Corleone. Yo tuve tan solo 1 año para preparar el papel a nivel vocal, físico, psicológico y actoral. Vi horas y horas de videos y películas. Platiqué con Luis Miguel. Vi todo sobre él.

– Sin caer en spoilers, ¿qué podrías adelantar de la segunda temporada?
Decirte algo sería una mentira total, porque todavía no hay nada. Cuando terminamos de grabar la primera temporada a finales de marzo y la serie salió en abril, era imposible que se editaran todos los capítulos en un mes. El equipo seguía editando mientras los capítulos salían al aire. Para muchos las vacaciones recién empiezan ahora [risas]. Hemos estado trabajando como locos este tiempo. Entonces no se sabe nada. Ahora estamos celebrando. Creo que es importante, como todo, pensar en qué se hizo bien, qué funcionó, qué no y qué pudo estar mejor.

– [Al cabo de unos 15 minutos, una puntualísima coordinadora avisa que la entrevista debe terminar. Palabras de despedida]
Aún no conozco Perú, tengo muchas ganas de ir allá, sobre todo a Machu Picchu. Espero estar allá pronto para conocer el país y su cultura que me parece espectacular.

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