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Es uno de los responsables de la hipnosis de la pantalla sobre millones de personas. El español Álex Pina lidera equipos que han creado furores televisivos como "". Su tercera temporada se estrenará el 19 de julio en Netflix. El Profesor (Álvaro Morte), Tokio (Úrsula Corberó) y otros compinches que se ocultan tras una máscara de Dalí vuelven al ruedo para emprender un rescate. Los trucos de la ficción funcionan: el público sigue las peripecias de unos ladrones.

Se sabe que se rodó parte de la nueva entrega en Tailandia. Y no mucho más. Charlamos por teléfono con Pina sobre "La casa de papel", las formas de contar un relato, el impacto de la emoción y la decepción que causó el final de "Juego de tronos".

La Casa de Papel 3 - Nuevo Tráiler

— Un punto de inflexión de lo que has hecho es "Bienvenidos al Lolita", ya que esta serie no funcionó. ¿Qué autocríticas sacaste de esa experiencia?
Los aciertos llevan a una zona de confort y los errores a una de autocrítica. Nos pasamos un año analizando nuestros errores y lo que se hacía en EE.UU. En aquel momento, "Breaking Bad" fue lo que vimos plano a plano durante seis meses. Eso cambió absolutamente nuestra manera de escribir […]. De ahí hemos empezado nuestra nueva narrativa con ambigüedad moral, una mirada más lírica de muchas cosas, una narrativa muy pegada a la emoción, a la acción y a los personajes. Todo eso nació de un error, por lo que, ciertamente, "Bienvenidos al Lolita" fue lo más importante que nos ha pasado.

— Has comentado sobre la fascinación en explorar la fragmentación temporal. ¿Por qué ese gusto en convertir el tiempo en pedacitos y verlos desde distintas perspectivas?
Hoy la ficción contemporánea está superclonada. Hemos clonado muchas cosas de las ficciones estadounidenses, y encontramos una vía narrativa maravillosa en la fragmentación temporal, básicamente porque te permite una cosa: con los mismos personajes, solo cambiándole el tiempo, cambias de género. Estás metido en un atraco o en una situación crítica, con violencia o tensión y, 'bum', entras en un túnel de tiempo y llegas a otro momento con los mismos personajes, que de pronto es de comedia, de amor o de cualquier cosa. Es la posibilidad de cambiar radicalmente de tono. El espectador actual puede manejar muchísimas capas de tiempo porque ya es un experto, lleva muchas horas viendo ficción. Antes los 'flashbacks' eran una cosa sencilla: tenías un salto al pasado y volvías al presente. Ahora trabajamos con cinco tiempos en "La casa de papel" […]. La cronología ya no es tan importante como antes. Lo importante es la emoción.

— ¿Cómo han encarado la tercera temporada de "La casa de papel" para no defraudar al espectador?
Cuando nos dimos cuenta de que tenemos una legión de fans, aparece una cosa que es el pánico o el miedo a no defraudarlos. Tienes que elevar mucho el listón, para que tu ADN sea siendo el mismo. ¿Qué razón tenía un grupo de atracadores para volver a juntarse, cuando ellos son millonarios? Si tiramos de nuestra línea más poderosa –que son los personajes, sus identidades y sus singularidades–, entonces puedes conseguir algo. Al final, el dinero es muy poco en comparación con las emociones de los personajes. Eso es la nueva “La casa de papel”: un detonante que es puramente emocional, y eso se entronca con nuestra sangre latina. A partir de ahí jugamos nuestras nuevas cartas, aquellas que no tienen las ficciones norteamericanas. Aportamos algo nuevo.

— ¿Cómo te mueves en esta cultura del spoiler?
Yo soy de los pocos a los que les da igual que le cuenten los spoilers, porque lo que yo quiero es el desarrollo. Me parece bien que haya gente que disfrute de los giros. Muchas veces me dicen: "Mejor no te lo cuento". Y yo les digo: "No, cuéntamelo". El spoiler es una parte pequeña, menuda o casi insignificante de lo que es el desarrollo narrativo en una ficción. En una serie de 20 capítulos tienes millones de segundos, y el spoiler al final es un movimiento que dura 40 o 50 segundos, pero lo que me interesa es el resto.

— ¿Qué crees que pasó con el criticado final de "Juego de tronos"? Es un desenlace que ha decepcionado.
Cuando te enfrentas durante tantos años a gente que te ha hecho pasar momentos brutalmente buenos, se produce una idealización de los personajes y de la trama. Es como cuando recuerdas tus veranos de la infancia. Quizás en el momento en el que los viviste no te parecían tan poderosos como cuando los recuerdas 20 años después. Eso también pasa con "Juego de tronos" y las grandes series. Cuando llegan a su final, estas no responden a las expectativas que tu cabeza ha idealizado. Independientemente de la calidad con la que has tejido una serie, siempre se va a producir una decepción. Yo me enfrento muchas veces a los finales sabiendo esto: que el público valora más sus sensaciones que la narrativa. [...]. Todo lo bueno que ha dado "Juego de tronos" tiene que ver con la sensación que el público tiene ahora. Eso es buenísimo porque habla de cómo han conseguido idealizarlo todo.

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