La primera vez que vio desfilar en la televisión a un grupo de mujeres hermosas, tenía apenas ocho años. Deslumbrada por la brillante corona, la sedosa capa y el ‘glamour’ del escenario que acogía a las reinas de belleza, esta tímida niña de cabellos cortos y anteojos se imaginaba en la piel de la Miss Perú de turno. Nadie hubiera sospechado por entonces que en menos de una década, en 1978, Olga Zumarán se convertiría en la ganadora del disputado certamen.
De padre arequipeño y madre oriunda de Yurimaguas, la tres veces coronada reina -Miss Perú Universo, Miss Perú Mundo y Señora Perú- estuvo a punto de nacer en Iquitos. En esa época Don José Zumarán, militar de carrera, fue destacado a Lima cuando faltaba menos de un mes para el nacimiento de su segunda hija. Ya instalados en la capital, los primeros años de la recordada ‘Bombón’ transcurrieron apaciblemente hasta que un encuentro en las calles de Miraflores le brindaría la oportunidad de su vida. En este repaso por sus sesenta años recién cumplidos, Olga Zumarán nos transporta a algunos de sus momentos inolvidables: su triunfo a finales de los años setenta y a inicios de los ochenta en concursos de belleza, la oportunidad perdida en México, el ansiado nacimiento de su única hija y el regreso a la pantalla chica por la puerta grande.
¿En qué barrio creció?
En Barranco, en la calle Libertad, ceca de 28 de julio. Estudié en un colegio que se llama San José de Cluny, era un colegio religioso al que se iba con capa, guantes y boinas, todavía existe pero ya no es así, era de monjas francesas.
Durante su niñez y adolescencia usted era una chica tímida, ¿cómo recuerda esa etapa?
Además de tímida era bien aplicadita en el colegio, con anteojitos. Era de esas niñas que no querían ni hacer educación física porque me ensuciaba el uniforme o me podía caer y ensuciar. A la capilla iba con guantes blancos, con velo.
La influencia religiosa de su educación y la militar de su padre era notoria.
Algo de eso, pero era mi personalidad. Porque mi hermana que es año y ocho meses mayor que yo era una bala. Además, yo también tenía amigas que eran bien movidas. Pero sí, influía la educación de casa. Yo era bien pegada a la disciplina y reglas. Recuerdo que salíamos a jugar a una hora determinada a la calle. Teníamos como un pasaje grande, una quinta con una puerta grande y ahí sacábamos todo, las muñecas, las barbies, todo para jugar.
¿Cuántos hermanos son ustedes?
Somos cuatro. Dos mujeres y dos hermanos mayores del primer compromiso de mi mamá. Pero nos hemos criado con ellos cuando éramos pequeñas.
¿Cuál era su sueño de niña?
Te vas a morir. Mira, cuando todavía estaba en primaria, desde tercero y cuarto, mi sueño ya era ser Miss Perú. Me acuerdo de que yo veía todos los concursos de belleza en blanco y negro. Vi a Madeleine Hartog, a Carmen Amelia Ampuero que salió en el 72, años antes que yo, a Rocío Lescano en el 70. Miraba la televisión y decía ¡qué lindo! Me imaginaba ya como la reina del Perú con la corona, la capa. Ya de más grandecita también lo soñaba, pero me quedaba callada.
Usted fue Miss Perú antes de los 18…
Sí, es que en esa época no era como ahora que ya está permitido. Te voy a contar, yo participé a los 17 siendo candidata y ya en el concurso cumplo 18. Los organizadores se apuraron en sacar mi libreta electoral, la de tres cuerpos. Eso demoraba, había que canjear la libreta militar, los de la organización se movieron.
¿Qué la anima finalmente a participar? ¿O alguien la convence?
Yo quería participar, pero no tenía ningún contacto con prensa, con modelos o algo parecido. Sucedió que en 1977 mi padre se fue becado a Brasil, a Río de Janeiro, nos llevó a mi mamá, a mi hermana y a mí. Cuando regresé lo hice con otra apariencia, más producida, otro tipo de ropa, a pesar de que era todavía chibolita. Un día estaba caminado por la calle Larco con una amiga, una tía y mi hermana cuando de la nada paró un carro. Así te captaban. En ese carro estaba Irma Vargas Fuller que era la que elegía a las candidatas, Emilia Ford Larco, entre otras.
Buscaban chicas de la alta sociedad…
Claro, pero yo era de una familia clase media, normal. Pero cuando me vieron se sorprendieron, me confundieron con una pituca y se chasquearon. Yo estaba con unos lentes, un sombrerito, uf, no sabes cómo andaba. Traía desde la punta del pelo hasta los pies ropa y accesorios de Brasil. En ese tiempo no había exportación, no había nada. “¿Esta quien es?”, habrán dicho. Yo la verdad, me asusté. “Somos de la organización de Miss Perú”, me dijeron. Yo no lo podía creer. “¿Eres peruana?”, preguntaban. También estaba la mamá de la Miss Perú Magnolia Martínez, Blanca Páez, que me conocía, porque era amiga de mi mamá. “¿Tú eres hija de Socorro? Hay no te puedo creer. ¿Ustedes viven en Barranco, no? Dame tu teléfono, la dirección. Dile a tu madre que soy tu tía Blanquita, yo te conozco desde chiquita”, eso me dijo.
¿Qué opinaron sus padres de todo esto?
Cuando llegué a mi casa le conté a mi mamá de su amiga Blanquita. Les dije que querían que concurse en Miss Perú. Mi papá estaba molesto. No quiso ni recibirlos cuando al día siguiente se presentó todo un comité. Mi mamá casi le suplicó “Pepito tienes que recibirlos, viene Blanquita Páez que es mi amiga de la juventud. La conozco años y no la veo tiempo. Por lo menos escúchalos”. Fueron como cinco personas. Mi papá decía no y yo le rogaba que me deje concursar. “Acá estamos conversando gente mayor”, me dijo, y me mandó a mi cuarto.
Seguro usted ya daba por perdida esa oportunidad.
Casi, pero me llamaron a los pocos minutos. “Pero yo no tengo plata para invertir. Hay que comprarle ropa”, escuchaba decir a mi papá. “Usted no se preocupe por nada, nosotras vamos a darle todo” respondieron las señoras. Ellas se dieron cuenta que no teníamos muchos recursos para eso. En esa época no había canjes, estaban los militares en el poder.
¿Esa aclaración fue la que hizo que su padre aceptara, entonces?
Y mis ruegos. “Papá, si no gano me queda de recuerdo para decirles a mis hijos que concursé en Miss Perú. No me voy a deprimir”, le repetía. Es que mi papá siempre nos decía que la única herencia que nos iba a dejar era una profesión. Eso era lo que él quería.
Cuando la captaron para Miss Perú ¿ya estudiaba psicología?
Iba a postular a la universidad, llevaba un ciclo en la Unifé. También ingresé a la Universidad de Lima a Contabilidad, pero entre los números y las letras preferí psicología porque pensaba que era una carrera más bonita y que podía trabajar en colegios, empresas, clínicas, consultorios particulares. Todo eso se me ocurrió mientras averiguaba a dónde postular, todo claro piloteado por mi papá.
Cuénteme sobre el concurso. ¿Pensaba que podría ganar o fue una sorpresa?
Yo fui la última en inscribirme. Había dos candidatas fuertes, muy lindas, regias. Cuando yo vi quiénes iban quedando, después de mirar a mis costados, me dije que podría quedar en segundo o tercer lugar. Es que como yo no era pituca ni tenía dinero pensaba que de repente no ganaba, por las influencias. Una era del Roosevelt, la otra del Von Humboldt. Todas las candidatas llegaban en chofer al concurso. Pero les ganaba por casi una cabeza, excepto a las dos finalistas que me llegaban a los ojos más o menos. Las dos eran rubias, de ojos verdes, muy llamativas. Siempre iban bien al brillante, al oro. A mí me prestaban todo, hasta mi gancho de pelo era prestado. Irma Vargas Fuller tenía un grupito de amigas que hasta ahora me quieren, como Doris Álvarez. Ella me prestaba sus brillantes. Otra me regalaba los vestidos. Ellas creían en mí y me decían “tienes que ganar”. Les contaba que tenía un cóctel y zas, “toma, ponte esto”. También me regalaban argollas y pulseritas de oro.
Sé que antes de ganar el Mis Perú Universo tuvo un sueño premonitorio.
Sí, volando. Me has hecho acordar. Fue cuando ya estaba de candidata. Me asusté y le conté a mi mamá, siempre le contaba mis sueños. “¿Cómo volabas?”, me preguntó. “Alto y miraba todo a mi alrededor” respondí. “Eso es triunfo” me dijo. “¿Tú crees que gane?”. “Sobrado”, me dijo. Yo también pensaba que podía ganar pero creía que la presión social me podía arrimar a un tercer lugar.
A pesar de sus temores, ganó. Luego fue a representarnos a México.
La mitad del concurso se hizo en el DF y la otra, con la final incluida, en Acapulco. Quedé entre las 12 finalistas, pero la competencia fue muy fuerte. Lo digo porque hasta ahora me dicen y creen que soy Miss Universo. Cincuentones, sesentones y hasta cuarentones me reconocen como Miss Universo. Yo antes aclaraba, pero mi papá lo escuchó una vez cuando tenía como 28 años y me dijo que no aclare nada porque le quitaba la ilusión a la gente (ríe). Hasta ahora me presentan como Miss Mundo, Miss Universo y Señora Mundo. Hasta en redes lo he leído.
Volviendo a 1978 ¿por qué se queda varios años en México?
Me quedé tres. Parte del 78 hasta el 81, que regresé. Televisa me dio una beca para estudiar teatro, música y danza. No fue para todas las finalistas, nos escogieron a tres. Maribel Guardia que fue Miss Costa Rica, Marita Tromp, Miss Aruba, y yo. Cuando me llamaron de Televisa por fax yo ya estaba en Lima. Me acuerdo de que mi papá habló, me mandaron el pasaje, un contrato y viajé con mi mamá. Me recibieron en el aeropuerto, parecía que había llegado el Papa, era un loquerío. Mi mamá se asustó.
En México estudió actuación. Pudo tentar una carrera allá.
Regresé a Lima, en vez de quedarme con Maribel, como ella me dijo. Después de Miss Perú Mundo debí regresar a México, pero me puse a estudiar Psicología, mi carrera. Te cuento la verdad, mi papá me dio a escoger, pero me dijo que eso de ser artista no le gustaba mucho, que mejor estudie. Me convenció. Yo era mucho de hacer caso. En México nos dieron una suite en el Hotel Hilton para Maribel y para mí y yo llamaba de madrugada para pedirle permiso a mi papá cada vez que salía. Si me decía que no me quedaba en el cuarto. Maribel estaba espantada, ella lo contó el año pasado cuando vino a Lima para presentar una obra de teatro.
¿Fue en ese país donde le regalaron un auto?
He recibido regalos costosísimos, desde anillos de oro y brillantes hasta un automóvil en México. Pero yo no sabía pensar en ese tiempo. En el hotel donde yo me hospedaba también estaba Olga Breeskin, una violinista. Yo pensé que el auto era para ella. Pero no, “es para la Olga peruana”, gritaban en el lobby del hotel. Me enviaban también canastas de frutas, en vez de mandar flores enviaban eso. Levantaba los mangos, las piñas y debajo estaban las cajas de terciopelo. Maribel fue testigo. Eran dos los que me pretendían en matrimonio. Otro me proponía convivir. Eran mayores, base cuatro o cinco, estaban bien parados, pero yo tenía 20. Eran empresarios que estaban en la política.
¿Es cierto que sus piernas estuvieron aseguradas en un millón de dólares?
Televisa me las aseguró. En realidad fue Emilio Azcárraga, el dueño de Televisa. Lo anunciaron en un cóctel que ofrecieron. Me cochineaban diciendo que más valía coja porque podía cobrar el millón de dólares. Ese chiste no me gustaba mucho. En realidad fue como un año eso del seguro, fue como una publicidad para salir en los medios. Por ese entonces, con Maribel fuimos jurado de un concurso que imitada el baile de la película “Fiebre de Sábado por la Noche”.
¿Con qué artistas conocidos estudió en Televisa?
Verónica Castro, Lucía Méndez, Lura Flores, Yuri, todas ellas llevaban cursos, talleres. A Verónica y a Lucía me las he encontrado en una oportunidad en Miami, era como 1985. Estaban en un restaurante lindo frente al mar, pero su seguridad no dejaba que me acerque. Pero yo le dije que les recordara que estudiamos juntas en Televisa. Ellas se pararon y me llevaron a su mesa. Se acordaban de todo. Si hubiera tenido celular subía las fotos a mi historia en ese momento.
¿Hizo muchas amistades durante su estadía en el DF?
Grandes amigas que ahora a través de redes he vuelto a contactar. Como la Miss México de mi época que ahora es millonaria, a Maribel Guardia que todos la conocen. La tía del esposo de Laura Spoya, de apellido Rullan, concursó conmigo, era Miss Gales. Tengo también a otras de cuando fui Señora Perú Mundo, entonces solo hablaban inglés o francés, ahora ya aprendieron castellano y nos comunicamos.
¿Se arrepiente de haber regresado a Lima?
Sí, ahora digo qué sí. Algunos me dicen, si te hubieras ido tu hijita María Fe no hubiera nacido. Si pues, todo hubiera sido diferente. Pero las oportunidades se presentan solo una vez en la vida. Hace poco pensaba, durante esta cuarentena, ¿qué hubiera pasado si yo me quedaba en México luchándola con Maribel? Sé que no iba a ser fácil, pero estaba en la edad de aceptar buenas propuestas y tomar riesgos. Esa fue una de las cosas que afectó mi personalidad e hizo que me convierta en una mujer fuerte luego de dar luz a mi hija.
¿Por qué no antes?
Porque era una niña consentida, mimada por mi papá. Todo lo consultaba con él. Estaba acostumbrada a que me solucionara la vida. Eso estuvo muy mal. Mi hermana, en cambio siempre fue muy independiente. Yo aprendí tarde a serlo y a tomar decisiones. Aprendí muy tarde a hacer tantas cosas.
¿Le reprocha eso a su padre?
Nada. Yo no critico a mi papá, él buscaba protegerme, lo hacía por eso. Yo era igualita a él. Además de muy engreída. Debí darme cuenta sola a los 30, 35, al menos, y decir, me voy a México. Yo tenía contactos. Hasta conocí a un tío de Maribel en el aeropuerto de Miami, me dio su teléfono fijo en el DF para que me ayude a contactar a su sobrina. Por años tuve ese teléfono guardado como oro. Por 25 años.
Tras su participación en Miss Mundo en 1981, usted recién reaparece en las pantallas a inicios del nuevo siglo, ¿qué fue de su vida en esos casi 20 años?
Me casé con un doctor, Carlitos Robles, él tenía una clínica donde acudían muchos artistas. Andaba de fiesta en fiesta, viajando. Con mi grupo de amigas, en el gimnasio. Terminé de estudiar psicología, pero no ejercía. Me volvía a casar, esta vez con un norteamericano, viví en Miami y también en Lima con él. No me arrepiento de esa parte de mi vida, pero a veces me digo porque en vez de estar haciendo esas tonterías no hice lo que realmente quería hacer, arrancar al otro lado. Si era por estudiar psicología, lo podía hacer en México, ¿cuál era el problema? Para mí la vida no era casarme sino realizar mis sueños. Esos sueños se fueron truncando por diferentes situaciones. En esos años un esposo se murió, de otro me divorcié, con los dos fui feliz. Pero ahora me doy cuenta de que las cosas no debieron ser así. Quisiera entrar en una máquina del tiempo y arreglar varias cosas.
¿Cómo qué?
Hacer novelas, películas en México. De repente poner un negocio, tener casa allá, como aquí en Perú. Compartir mi vida en ambos países. Eso hubiera querido.
Fue su último esposo quien la impulsó a retomar su carrera. ¿Cómo pasaron las cosas?
Cuándo yo lo conocí él me preguntó “¿qué es lo que te apasiona?” Mi respuesta fue actuar. Pero nunca había actuado aquí. Él me comentó de una serie que veía después de su trabajo. Era “Mil oficios”, allí Sandra Arana Y Vanessa Jerí, ‘las terremoto’, hablaban de su mamá, pero nunca aparecía. “Tú puedes ser la mamá”, me decía. Él ya se había proyectado y hasta me había dado el papel. Por ese tiempo yo apoyaba mi hermana en una revista diplomática que tenía. Así me enteré de la serie y que Efraín Aguilar era el productor. Yo lo conocía porque había sido paciente de uno de mis exesposos. Yo conocía a muchos artistas.
¿Entonces, usted contactó a Efraín Aguilar?
Lo llamé, preguntando primero si se acordaba de mí. Me presenté como la viuda de Carlos Robles. Claro que se acordaba si ellos habían sido amigos. Como yo me moría por actuar se lo pedí y le conté que solo había hecho un papel chiquito para Iguana Producciones. Me citó y fui con el papá de mi hija. Justo estaban buscando a la mamá de ‘las terremoto’, después me chismearon que le habían hecho casting a Susan León, a Janet Barboza, pero a Efraín no les gustaron. Yo pensé que mi entonces esposo había hablado con él, pero no. Me prepararon durante un mes para poder actuar. Llamaron a Koki Belaunde para que me tiña el pelo de rojo, a Ciro Taype para que me prepare la ropa de licra, pegadita, para que se me vea todas las curvas.
Después de “Mil oficios” también participó en otras producciones
Después fue “Así es la vida” cuando nos fuimos a América Televisión, estuvimos seis años. En “Al fondo hay sitio” estuve casi un año.
¿Por qué se retira de esa serie?
Me dio un cálculo renal, con náuseas, me atacó horrible. Así que tuve que pedir que me saquen de la serie. Me tomé un descanso de siete u ocho meses, se enfrío la cosa y ya no volví.
Usted tuvo a su única hija a los 40 años, en algún momento llegó a pensar que no se podría convertir en madre?
Varias veces. En todos los matrimonios intentaba quedar embarazada, pero nada. Ya estaba resignada. Me decía a mí misma, no importa, viajaré por el mundo. Seré la tía que llega con las maletas llenas de regalos. Deseaba muchísimo ser madre. Lo intenté siempre, pero cuando me olvidé de salí embarazada. Era un tema de estrés, porque yo me hice todos los tratamientos que estaban disponibles en ese momento. Cada vez que había uno nuevo yo me ofrecía para que lo prueben conmigo.
¿Cómo cambia su vida el hecho de ser madre?
Me da mucha fuerza independencia, tranquilidad, tomo las cosas con más calma y prudencia. Me hizo darme cuenta de que las cosas vienen, pero uno también debe poner de su esfuerzo. Poner de su parte y poner sobre todo a Dios primero. Aprendía a no pensar que por la belleza, los estudios o la plata vas a lograr lo que te propones. Tiene que haber una parte espiritual, valores, mucho más.
Hablando de su hija, ¿ella tiene alguna inclinación por el arte?
Estudia Medios Audiovisuales en la UPC. Maria Fe quiere involucrarse en los medios de comunicación, va a mitad de carrera. A ella le dicen ‘Wafer’ y es una especia de youtuber. Tiene una cuenta de Instagram, @alowafer, en la que sube sus videos. Empezó en el 2016, actúa y toca diversos temas, hace cosas simpáticas y graciosas como cambios de personalidad.
Cuando regresa a los medios, usted también incursiona en la radio.
Entré en 2002. Primero estuve en radio San Borja, casi en el tiempo que grababa la serie, pero fue por temporadas, durante las vacaciones. Y ahora lo último que hice en radio fue durante todo el 2018 en Radio Nacional. Es un programa que se inaugura conmigo y Michael Reyes en abril más o menos de ese año. Pero lamentablemente hubo cambio de directorio, me sacan y ponen a otra. No fue porque lo hacía mal, todo iba perfecto, pero no sé.
¿Baraja algún proyecto para volver?
Sí quiero hacerlo. Me gustaría volver a la misma radio, pero si no se puede en otra. El año pasado me dediqué a ser imagen de diferentes firmas, de clínicas y me alejé de lo quería, porque me habían dicho que la parrilla estaba llena. Ahora en febrero ya estaba en conversaciones para volver en algún horario, pero a las dos semanas llegó el coronavirus. El nombre iba a ser algo así como “Conversando con Olga”. Ya tenía prácticamente un auspiciador, pero todo se cayó pues.
La conducción en televisión ha sido otra de sus facetas.
Con mi amigo Ricardo Rondón, “En qué andas” se llamaba. Se pasaba en Arequipa y Trujillo, lo vendieron a Miami vía Telesur. Grabado en Trujillo y Lima. Pero me muero por volver a la radio. Además, soy sicóloga de profesión y dicto mis cursos de coaching de etiqueta y desarrollo integral.
Acaba de cumplir 60 años, pero parece una mujer de 40, ¿cómo ha logrado esa amalgama de salud y belleza?
Ahora mi rutina está en cero porque los gimnasios están cerrados. Las clases virtuales no me motivan, pero era así: lunes miércoles y viernes me levantaba tempranito, 5:30 ya estaba en la ducha, después me ponía mi malla, mis cosas y me iba al gimnasio al Club Terrazas. Una hora de máquinas, descansaba y hacía spinning que te hace bajar de peso rápido, en dos semanas. Cuando estaba más loquita me metía martes y jueves a otro gimnasio para estar durita.
¿Cómo cuida su piel?
No me expongo al sol, si tengo que salir me echo bloqueador, ahora me olvido de la cuarentena y sigo echándome. Hay que descansar bien, hidratarse lo más que se pueda, no fumar para que la piel tenga un brillo natural. Hacerte tus faciales, mascarillas naturales. Esto lo fui aprendiendo con el tiempo y en los certámenes en los que participe. Algunos recurren a Internet, pero no todo lo que dicen ahí es cierto. Hay que tener cuidado. Dicen por ejemplo que el bicarbonato te blanquea la cara, no es tan así. Todo tiene una parte de verdad y otras que exageran.
Usted también ha recurrido a las cirugías para verse más regia. ¿Cuántas tiene?
Varias. Después de mi embarazo quedé gordita, hacía ejercicios y nada. Es que comía rico, tenía el hambre desatada. Bajé un poco, pero no como yo quería. Entonces, antes de entrar a “Mil oficios”, me hice implantes de mama, esa fue la primera vez. Y también me hice una lipoescultura. En 2014, me hice un cambio de implantes. En febrero de este año me operé de nuevo del busto, porque me pusieron dos tallas más y si engordaba era una pechugona gigante. Sufría porque la blusa no cerraba, el vestido igual. Así que pedí que me dejen los senos como los tenía en “Mil oficios”. También me hicieron levantamiento de mamas, me pusieron una malla para que sostenga las prótesis. Tuve que descansar porque no podía estirar los brazos, menos hacer pesas.
¿Y en el rostro?
Me hago tratamiento de plaquetas, faciales, pero en la cara no tengo cirugías. Solo me hice una en la nariz en el 2007 ó 2008, me quité un morrito que tenía. Según yo me hacía la cara de mala. Me entró esa idea y me operé, además cunado pasan los años la nariz crece y yo no me quería ver a los 60 con una narizota. Todo el mundo cree que me hago cirugías en la cara porque cuando te aplicas ácido hialurónico, bótox o colágeno te queda medio hinchadito el rostro. Cuando lo hago siempre es con cuidado, para que no pierda naturalidad.
¿En qué consiste su alimentación?
Me alimento muy balanceado. Todos los días me como una mini fuente de verduras, tanto que mi hija le ha agarrado bronca a las verduras. Ahora en la cuarentena me ha dado varios gustos, pero ya frené. Trato de comer más frutas, cereales, verduras. Como en pequeñas porciones hasta siete veces. No me privo de nada, pero como poco, un mango es para dos días. También me voy a hacer mis chequeos siempre, dos veces al año. Al ginecólogo, endocrinólogo, reumatólogo todos los logos.
¿Se considera bella?
Soy una mujer cuidada. Soy bella para mis amigas, mis fans, seguidores. Agradezco que me vean así, pero creo que la belleza está en la parte interna, cómo eres tú realmente, cómo sientes, los deseos que tienes para otros. He aprendido a conocer a las personas por sus gestos, su sonrisa, el movimiento de sus manos. Utilizo un poco la psicología, pero más que eso son 40 años que vengo observando a la gente, creo que aprendí algo.
Imagino que debe tener más de un pretendiente.
Sí, pero no suelo salir con quien no conozco. Mis amigas me dicen métete a Tinder para conseguir, novio, esposo. Conozco a varias que han viajado a Europa para conocerlos. ¿Tú crees que yo voy a viajar a otra parte del mundo así tía como estoy? Jamás.
Pero eso no significa que le haya cerrado las puertas al amor, ¿o sí?
No, pero como soy a la antigua estoy esperando que alguien me presente, me lleve a una reunión y pueda conocer a alguien. Conozco a algunos hombres menores que yo que quieren que salgamos, pero me da miedo.
¿En la calle aún la siguen recordando como el “bombón” del famoso comercial que protagonizó?
Algunos, sí. Pero antes mucho más. Recuerdo que aquí en la esquina de mi casa, una vez que yo cruzaba de repente paró una camioneta, bajaron la luna y me gritaron “Olga Zumarán, reina, bombona”, se loquearon. Tanto me decían bombón que una vez alguien que no me conocía preguntó por mí y yo dije “soy la bombona” (ríe). A propósito, hace poquito, menos de un mes, ha fallecido Gustavo Casalino, mi compañero en el comercial.
¿Cuál ha sido su más grande decepción?
Sentirme traicionada por mis parejas. Haberme dado cuenta que no han sido leales conmigo. Eso es salgo que no se debe perdonar ni en las amigas. Alguna vez he perdonado, pero ya no es lo mismo. A veces me siento como un extraterrestre porque nunca me he fijado en hombres casados, no le he quitado el marido a nadie. Hace tiempo lo comenté en una entrevista y se rieron. Pero es la verdad, si yo salgo con alguien y me entero de que tiene esposa, amante, concubina, se separó y está por volver, no lo vuelvo a ver más.