Alimentarse despacio facilita la digestión, aumenta la sensación de saciedad y nos permite tener un mayor control sobre la cantidad de alimentos que ingerimos. Ahora, un nuevo estudio aporta otra razón para adoptar este hábito: mejora el sabor de la comida.
Más específicamente, dicen los autores de la investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el sabor mejora cuando se come respirando de forma tranquila pues percibimos el aroma de la comida con la parte de atrás de nuestra boca, conectada con las cavidades nasales.
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Mecanismo complejo, recomendación simple
Para llegar a esta conclusión, los investigadores crearon un modelo en 3D de una garganta humana, con la boca y las fosas nasales, y lo utilizaron para analizar cómo se comporta el aire cuando se mueve por este circuito.
Descubrieron que los compuestos volátiles –el aroma– de los alimentos se acumulan en la parte de atrás de la boca y la garganta. Allí, el aire forma una especie de cortina que separa la garganta de la boca y que evita que estos compuestos se escapen hacia los pulmones.
Al exhalar, el aire que contiene estos compuestos se mueve desde esta zona hacia la cavidad nasal, donde es procesado por las células olfativas.
Si en cambio comemos apurados y como consecuencia aceleramos el ritmo de nuestra respiración, "no podemos percibir tan bien el sabor de la comida porque perdemos muchos componentes volátiles que pasan directamente a los pulmones", agrega.
Aunque el mecanismo es complejo, la recomendación que se deriva del estudio es muy simple: como el movimiento de las partículas que le dan el aroma a los alimentos se ve afectado por el ritmo de tu respiración, respira con más calma para sacarle el máximo provecho a tu comida.