Son 30 los textos cortos que componen este opúsculo, seleccionados de la columna semanal que Enrique Planas escribió durante dos años en este diario. Pero “Demasiada responsabilidad” no es, insiste su autor, una guía de consejos sobre la paternidad. “Estas columnas fueron una oportunidad para desconectarme de mi coyuntura y para escribir sobre cuestiones que tenían importancia para mí: mis hijos, mis manías o simples ideas caprichosas”, explica. El resultado, bellamente ilustrado por Eduardo Tokeshi, es un anecdotario que conmueve sin manipular y enseña sin ser aleccionador. No es poca cosa.
— ¿Consideras que es un libro dirigido en particular a quienes son padres?
En un primer momento lo pensaba así, que serían experiencias transferibles solo a quienes tienen hijos. Pero después me di cuenta de que estaba equivocado porque no es solo el libro de un padre hablando de sus hijos, sino que también es un diálogo y un recuerdo del hijo que yo fui. En esa medida, estas historias sintonizan con todos los que han tenido esa experiencia común de ser hijos.
— E inevitablemente hijos somos todos...
Claro. A menos que hayas nacido en una probeta y te hayan criado robots, todos compartimos esa experiencia.
— ¿Tu figura de padre se forma en contraposición a la del tuyo? ¿De qué manera?
Yo siempre intenté ser la versión opuesta, casi refractaria, de mi padre. Él era un representante total de su generación, la de la posguerra. Siempre voy a recordar lo que él y muchos padres decían en su época: “Yo nunca me equivoco”. Lo decían para afirmar su autoridad. Por eso hasta había una famosa serie que se llamaba “Papá lo sabe todo”. Era la figura del padre tutelar, el modelo ejemplar, con todos los demás como subordinados. Y por eso, sin ser consciente, mi posición fue la de afirmar mi propia personalidad, aunque solo aparentemente, porque siempre termino mostrándome muy parecido a él, por más paradójico que eso suene.
— Esta figura tutelar también tiene que ver con la figura del papá superhéroe…
Sí, pero incluso la imagen del superhéroe ha cambiado. Los de hoy son mucho menos poderosos o están mucho más llenos de dudas que aquellos de los años 50 o 60. Por eso prefiero la imagen del papá superhéroe que tiene superdudas. Los que cometen errores, pues sus poderes los superan.
— El título del libro, “Demasiada responsabilidad”, tiene que ver con eso, pero es una frase de tu hijo.
Cuando uno lee el título puede pensar que es el ensayo de un padre sobre la problemática de la paternidad contemporánea, ¡y está absolutamente equivocado! Por eso lo puse adrede, porque es mi hijo el que me enseña que debe ser responsable conmigo. Es él quien tiene la mala suerte de tenerme a mí como padre, quien debe tenerme paciencia y adaptarse a mí.
— ¿Cómo se escribe y a la vez se ocupa uno de sus obligaciones paternas? Hay quienes ven un conflicto en esa situación...
Antes de tener hijos tenía la misma idea de muchos escritores: “Si tengo hijos, no voy a poder escribir”. Pero es una idea muy tonta, que derrumbas recién cuando pasas por esa experiencia. La escritura te enseña cierta disciplina que no significa organizarte un horario, sino saber aprovechar justamente el tiempo de concentración o de distracción para ir cocinando tu escritura a fuego lento. Es mucho más lo que me han dado mis hijos que lo que me han quitado. Y lo que me han quitado, lo he entregado gustoso.
— Quería preguntarte también sobre la dedicatoria del libro, “a la corresponsable”, tu esposa. ¿Qué rol ha jugado ella?
Creo que los roles son absolutamente intercambiables. Nunca como ahora los padres estamos permanentemente compartiendo la responsabilidad de la crianza. Uno tiene el recuerdo de ver a su padre llegando del trabajo, sentándose se frente al televisor y dejándole toda la responsabilidad a la madre. En ese sentido, los tiempos han ido cambiando para mejor. Y eso hace que este libro esté dedicado a Malú, que es corresponsable y mucho más responsable que yo.
— También es un libro sobre la pérdida: la de familiares, amigos, pero también muchas otras cosas.
Sí, porque creo que todos somos huérfanos de alguna forma, todos hemos perdido algo. Yo no creo en la palabra ‘madurez’, pero si algo se le acerca, sería el saber resignarse a la pérdida. Porque la pérdida te hace más sabio, te da experiencias. Y cuando eres padre, te vuelves sorprendentemente conservador, tienes mucho miedo de perder lo más valioso para ti. Una de las cosas que he hecho en estos textos es reflexionar sobre mis miedos, y tener cuidado de que estos no decidan por mí.
— En varias partes del libro mencionas que eres irresponsable y desordenado. Más allá de eso, ¿sientes que eres un buen padre? No vale decirme que se lo pregunte a tus hijos.
Bueno, te diría que debes preguntárselo a mis hijos, pero cuando sean padres. Como hijo recién te das cuenta de qué tal era tu padre cuando has pasado esa misma experiencia. Yo me siento absolutamente incapaz de responder, porque lo primero que te diría es que no, no soy un buen padre.
— ¿Y te sientes buen hijo?
Tampoco. Creo que fui deficitario en muchas cosas y lo sigo siendo. Mi padre murió cuando yo tenía 23 años. Mi madre hoy visita feliz a sus nietos. Pero hay cosas que yo todavía no resuelvo. Solo eso.
Título: “Demasiada responsabilidad”
Editorial: Literatura Random House
Páginas: 132
Presentación del libro. Feria del Libro de Lima. Dirección: Parque de los Próceres, cuadra 17 de la Av. Salaverry, Jesús María. Fecha: jueves 27 de julio, 7 p.m.