Maradona y las estrellas de Boca y la “U” que jugaron en Lima en 1981
Diego Maradona y el club de sus amores, Boca Juniors, pisaron el césped del Estadio Nacional el 18 de diciembre de 1981, para medirse en un partido amistoso ante Universitario, quien se reforzó con el gran Cholo Sotil.
Con los años, la deslumbrante figura del “Pibe de oro” eclipsó la presencia en ese choque de otros jugadores, algunos brillantes, que luego harían carreras destacadas como futbolistas y entrenadores.
Aunque “el diez” jugó en Perú por primera vez en 1979, con Argentinos Juniors, esta es la gira que todos recuerdan, la de 1981, donde enfrentó a Universitario y Alianza Lima.
Es cierto que muchos fueron esa noche a ver a Maradona y a Sotil, pero fue el espigado Germán Leguía, de 26 años, quien mostró sus dotes de creador en el mediocampo crema. En muchos momentos le “robó” el rol protagónico al “Pelusa”.
Leguía Drago, “el puntero mentiroso” de Tim que apareció en el Deportivo Municipal, jugaría en el Mundial de 1982 y luego militaría en el club Elche de España.
En aquella jornada, el coloso de José Díaz estuvo abarrotado de gente. Había varias razones: Maradona, Sotil y un ánimo triunfal de la afición por haber clasificado al mundial español.
Las graderías repletas celebraron la presencia del inacabable Hugo Sotil, veterano de dos mundiales (1970 y 1978) y que ya frisaba los 32 años. Aunque solo tuvo destellos de su genialidad, el “cholo” siempre fue imán de taquilla.
Además, el ex Barcelona mantuvo preocupados a los centrales argentinos, quienes sabían de sus antecedentes goleadores.
Pero otro mundialista dijo “presente” en esa noche de estrellas. Fue Miguel Brindisi, quien había formado parte del equipo albiceleste que asistió a Alemania 1974.
Brindisi, que llegó a vestir la casquilla de su selección en 35 oportunidades, había aparecido en Huracán, y tras su paso por Boca, jugó sus últimos partidos en el Racing Club.
En la defensa crema estuvo otro personaje que haría historia en nuestro fútbol. Como jugador era solvente y cumplidor. Su nombre, Freddy Ternero, quien muchos años después, en el 2003, brillaría alcanzando con el Cienciano el título de la Copa Sudamericana.
Ternero había empezado a jugar con regularidad en el primer equipo de la “U” en 1979, hasta que se adueñó del puesto de defensa central junto a Carlos Carbonell.
Entre los duros backs xeneizes destacaba el recio y corajudo Oscar Ruggeri, quien imponía respeto con su 1,83 m. de altura. Ruggeri, que hoy es comentarista de la cadena ESPN, vestiría luego las sedas del River Plate y el Real Madrid, y sería campeón del mundo en 1986.
Entre los delanteros visitantes se podía divisar fácilmente al larguirucho Ricardo Gareca, vistiendo la camiseta número 7. El “flaco” jugó también en River Plate y América de Cali, donde impuso su olfato goleador.
En 1985 su agónico gol en el Estadio Monumental, durante el partido entre Perú y Argentina, nos sacó de la clasificación directa al mundial de México.
Como entrenador dejó huella en Vélez Sarsfield y en el propio Universitario, donde vistió el buzo de director técnico entre el 2007 y 2008.
Es el actual director técnico de la selección peruana y quien, por paradojas de la vida, llevó a Perú a un mundial tras 36 años de ausencia, reivindicándose y pasando de villano a héroe nacional.
Tras casi cuatro décadas algunos de los protagonistas de aquel amistoso ya no están entre nosotros. El “Pibe de oro” falleció hace unas semanas. Freddy Ternero, quien motivó a los peruanos con su “Sí se puede”, partió en el 2015. Y en el 2016 nos dejó el autor del único tanto de aquella noche: Walter “el chueco” Escobar.
El partido
Para un compromiso tan importante, el entrenador “merengue” Roberto Scarone apeló a lo mejor que tenía. Armó su delantera con Leo Rojas, Germán Leguía, Hugo Sotil, Cesar Echeandía y Eduardo Rey Muñoz.
La oncena se completó con Carlos Carbonell, Walter Escobar, Freddy Ternero, Samuel Eugenio, Raúl García y Eusebio Acasuzo en el arco.
En el minuto 44, tras una “pared” con Sotil, Echeandía es trabado en el área por el defensa José María Suárez. Cuando el árbitro Enrique Labó sancionó el penal, las protestas de los visitantes fueron inmediatas. Ruggeri y Gareca rodearon a Labó reclamándole su decisión.
El defensa Escobar convirtió el gol pateando con la seguridad que lo caracterizaba. En la segunda etapa el marcador se mantuvo inalterable.
El encuentro, además del triunfo de los locales y alguna genialidad de Diego –como una perfecta “tijera” que las tribunas aplaudieron-, dejó para el recuerdo la inolvidable presencia de varios jugadores que serían protagonistas en nuestro fútbol y en el fútbol mundial en las últimas décadas.