¿Cuánto puede cambiar el plan de un periodista en el Mundial?
(Foto: Pedro Canelo / Reuters)
Para llegar a tiempo al partido España-Chile traté de salir muy temprano desde mi hospedaje, a pocas cuadras de la playa Copacabana en Río de Janeiro. Apenas tomé el taxi por la avenida Atlántica (la que cruza todo el balneario) sabía que podía ocurrir lo peor. Pasaban cinco, diez, quince minutos y el vehículo amarillo no avanzaba. Me acerqué al Fan Fest de Río de Copacabana y en su pantalla gigante se anunciaban los previos del partido entre Holanda y Australia. El plan inicial era ver ese encuentro en el área de prensa del estadio Maracaná pero todo salió al revés.
Casi todo el partido tuve que escucharlo en el taxi. Más de noventa minutos para cruzar la parte céntrica de la ciudad. ¿Qué había pasado? Una manifestación de profesores detuvo todo el tráfico en las avenidas principales. Primer sobresalto del día, la aterradora sensación de quedarte fuera de un partido mundialista por no llegar a tiempo. Así de terrible. Me bajé del taxi y caminé con fe por casi tres estaciones hasta llegar al Maracaná.
Faltaba casi una hora para el partido y yo estaba contento. Me olvidé rápido de la odisea para llegar y comencé a grabar imágenes y tomar fotografías del ambiente previo al partido.
Esta era mi historia feliz con los hinchas en la puerta del estadio de Maracaná. Este es el video que no pude mandar ayer a Lima. En un rato les explico por qué. Pero antes denle una mirada.
También tomé fotos felices. Había color en las afueras del Maracaná y la fiesta arrancaba desde las calles. Aquí algunas tomas que registré entusiasmado. Sabía que el España-Chile podía ser un encuentro histórico y eso me hacía feliz.
Los chilenos llegaban de mil en mil para alentar a su selección; aquí dos de ellos, muy punkekes.
Y cambiando el frío de la Patagonia chilena por el calorsito de Río, un pingüino del sur camino al Maracaná.
Los españoles tampoco se quedaron atrás. En mi camino al estadio me cruce con toda una comparsa de ¿damicelas? ibéricas.
Y la clásica tauromaquia española tampoco podía faltar.
Hasta los ‘policías’ camino al Maracaná estaban contentos.
Y entonces sucedió.
Me alistaba para subir a la tribuna de prensa y poder seguir el encuentro desde el cántico de los himnos pero me quedé cerca de la puerta. Congelado e incrédulo. Cuando muchos reporteros estábamos por subir al quinto piso del Maracaná irrumpió en la sala de prensa una turba de hinchas chilenos que no tenían entradas (mira el video aquí). Eran como 200 que trataron de ingresar por la zona de medios y rápidamente fueron arrestados por la policía local. Antes causaron destrozos en el local y asustaron, sobre todo, a los periodistas de Europa y Asia. Nadie entendía nada.
Ya expliqué en mi columna publicada hoy en la sección Posdata (leela aquí) sobre los severos problemas que tiene el estadio Maracaná para ser sede de la gran final. La inseguridad es evidente. Pero más evidente aún es que este Mundial nos cambiará la agenda todos los días. Puede pasar cualquier cosa. No importa, aquí estamos listos para eso.