La maldición de ser mujer
SOBRE CÓMO NO SER (NI QUERER SER) UNA “CHIBOLA RICA” Y NO MORIR EN EL INTENTO.
El sábado pasado estaba en una clínica, entre el humo de los puros y el whisky con los que un flamante padre y sus amigotes celebraban el nacimiento de su primera hija, cuando escuche ésta barbaridad:
- ¿Una chancleta? Para la próxima será pues, huevón. Y el resto de los hombres de las cavernas lo abrazaron ipso facto, como quien consuela a un condenado a muerte.
Yo tomé un trago, en ese momento, amargo, de champagne y pensé: ¿estoy en un capítulo retorcido de los Soprano o ser mujer es una maldición? Mientras miraba a la pequeña niña envueltita como una humita en una manta rosa que con tan pocas horas de vida era motivo de resignación por no haber nacido hombre. Renegué (en mi mente, claro) de que en la época del iPhone, del sexo virtual y de las mujeres en el poder, sigamos siendo una especie de “minoría” fácil de etiquetar, estereotipar y de pasito –y no muy caleta-, rebajar. Sigan leyendo pero Shhhhhhh, no se lo digan a nadie (no vaya a ser que algún “machito” se entere que no todas somos iguales). En China, un informe explica que una de las razones de la sobrepoblación masculina se debe a la tradición cultural que favorece su nacimiento y que hace que los padres suelan usar los ultrasonidos para detectar a las niñas en el embarazo y ser abortadas en el acto. Seguimos en el 2008, en el que es común castigar mediante la lapidación (muerte a pedradas) a las mujeres que mantienen relaciones sexuales ilegales (es decir, prematrimoniales o extra-matrimoniales) en los mismo países en los que los hombres son polígamos.
Sin llegar a estos límites, ni a palos estamos en un tiempo de igualdad, y no voy a echarle la culpa a los hombres (aunque a veces lo hago, como todas/os), sino a las propias mujeres; y no me excluyo, porque aún combato mis rezagos de machismo. Un rico ejemplo para graficar y con sabor a salmón crudo y wasabi: la otra vez fui a almorzar a un restaurante japonés. Había terminado el primer capítulo de un libro que estoy escribiendo y quería celebrar. Así que decidí engreírme con una tanda de sushi y sashimi. Estaba en la barra tomando una Coca-Cola (que debería rebautizar como Coca-Sola desde ese día) cuando vi unas manos saludándome desde la mesa contigua. Horror. Era un grupo de “conocidas” que te ven en una foto que te tomaron de casualidad en una revista y ahora quieren ser tus nuevas mejores amigas. Yo, que me sé el guión de memoria, sé que esas conversaciones terminan en: ¿todo lo que escribes es verdad o te lo inventas? y yo ahí mismo me arrepiento de haberles seguido la cuerda.
Pero claro, ahí no terminó la cosa. Todas preguntaron en una especie de coro: ¿Cómo estas? ¿Cómo anda el blog? ¿Ya tienes novio (por el blog, claro, no por estar interesadas en mi vida amorosa)?. Yo desde mi banca les contesté con un educado “todo bien”, pero les dejé la puerta abierta a las siguientes interrogantes: ¿quieres sentarte con nosotras?, acá te hacemos sitio, si estás esperando a alguien normal, ¿ah? no te preocupes. Yo moví mi cabeza negando con una media sonrisa (esas que aprendí a esforzar cuando en sexto de primaria me preguntaban si ya usaba sostén o si tenía enamorado). A lo que vino un: Ahhhh, estás sola. Esta última pregunta fue hecha con horror, casi. Y me di cuenta que estaba siendo lapidada por esas cuatro mujeres por el “defecto” de no tener pareja o por lo menos algún amigo, amiga o hasta un maniquí al lado, para no parecer una de “esas” mujeres solas. En ese momento casi me bajo el jean para que me marquen como a una res con el símbolo de un signo de interrogación donde comienzan los rumores: debe ser una loca, de hecho es una lorna, seguro se quedó traumada cuando pendejito la dejó, yo creo que es medio zorra, la otra vez la vi agarrando con no sé quién, seguro sale con chibolos o con puro bueno para nada, cuando la conocí era flacaza, debe estar traumada porque nadie la quiere, no se viste como una mujer de su edad y encima tiene busca novio por Internet, solo le quedan la cirugía y los divorciados, pobrecita (acá entra un suspiro coral con fingida cara de madrastra preocupada). Calmen Alborch dice:
Y pienso yo: ¿cuál es el comportamiento adecuado de una mujer soltera para que nadie la joda ni cuando está almorzando un viernes al mediodía? ¿En qué momento exacto de la vida una se convierte en una eterna proveedora de excusas para justificar su vida? ¿Por qué somos las solteras las que suscitamos las mayores suspicacias en torno a nuestra vida privada? Que yo sepa, los hombres no pasan por estos trances, y tanto a ellos como a ellas no les queda más que especular.
Una mujer que come sola es patética (seguro la dejaron plantada), una mujer que sale con sus amigas está ruqueando o esperando ser “cazada” por algún codiciado soltero (no puede estar simplemente, divirtiéndose con sus patas), una mujer sola en un bar es una zorra (no puede haber salido a tomarse un trago porque le dio la gana), una chica que dice “me llega al pincho” es una maleducada (un hombre habla como le da la gana), una mujer no puede estar tomando un café sola (seguro está deprimida), una mujer no puede usar Converse (porque es una inmadura), una mujer no puede tomar una buenas chelas en vez de traguitos de colores (porque es una vulgar) y, por último, una mujer no puede cuestionar mucho pero sí puede optar por el silencio de gheisha (porque “mujer que no es complicada, no es mujer”).
Además, claro, envejecer está prohibido, sino, ¡oh, my god! qué esperanzas quedan de, al menos, aparentar ser una “tía rica” ante la imposibilidad de ser una “chibola rica”, de las que los hombres hablan (bueno, un amigo con el que discutía el tema me corrigió y tiene razón, no todos los hombres piensan con la “otra” cabeza), y otros, los “suertudos”, se enorgullecen como si estuvieran con la reencarnación de una Barbie (ojo, las barbies no piensan, ni hablan) si es que la tienen al lado, porque si no la tienen es solo una perra que no les hace caso. ¿De dónde creen que salen tantos personal trainners y esas dietas imposibles?, no todos nos preocupamos por nuestra salud o nos gusta hacer deporte (yo he retomado el deporte porque no quiero tener que comprar otro guardarropa igual al que ya tengo solo que una talla más grande porque engordé este año, además, me ayuda a relajarme y cuando tenía tiempo era fan del spinning, ¿ven? ya me estoy excusando, es automática esa ridiculez). A veces pienso que debe ser bien complicado tener una familia, trabajo y a la vez hacer de todo para estar “regia” para el mundo, y de paso para tu marido (no sé por qué me imaginé a una mujer haciendo planchas mientras encera el piso de la cocina, en una especie de Karate Kid versión American´s Nex Top Model).
Pues sí, seguimos en estado de represión y muchas veces por nosotras mismas. ¿Creemos que necesitamos ser una chibola rica? Yo ya partí del casillero de las chibolas, y gracias a Dios, porque los veintes (por lo menos, los míos) no fueron ni la mitad de divertidos, menos confusos y liberadores que los treintas. Y ¿rica? Una chela es rica, no una mujer. Y la verdad, no me molesta esa palabrita que a muchas les fastidia: envejecer. Si no se han dado cuenta, envejecemos desde que tenemos un día de vida y ese proceso natural de la vida no lo para ni el doctor Morillas, ni un entrenador musculoso, ni comer dos gramos de queso ricotta al día. Lo que sí nos hace sentirnos viejas y en algunos casos, serlo, son las percepciones ajenas, estúpidas, machistas y sin ningún fundamento de nuestro estrecho entorno.
Y por si acaso, esto no lo escribió una “treintona amargada” (ni feminista, porque no lo soy), sino una mujer común y corriente que se niega a ser reducida a un estereotipo, ni a ser encasillada en un molde de torta sin calorías que, para colmo, debería seguir un manual de instrucciones para quedar bien ante los ojos de la hipocresía (esa que no tiene sexo) y ser una “lady” (¡puaj! cómo detesto esa palabrita).
¿Saben qué? Ustedes, los que se burlan, los que señalan con el dedo mejor consíganse a una mujer robot, perdón, chibola robot o si prefieren, una de plástico.
Ahora sí, me pueden quemar en la hoguera. Sola y bien contenta de haber nacido mujer, no necesito ser hombre para “tener huevos”.
Canción para no explicar absolutamente nada
En esta escena de “Sherrybaby”, una madre soltera le canta una canción a su hija. Por supuesto, los demás la toman por loca.
A TODOS LOS QUE FUERON A LA FUNCIÓN DE THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW: GRACIAS!
LA PASÉ SUPER BIEN. LA PRÓXIMA LES PROMETO HACER ALGO EN UN LUGAR MÁS GRANDE. (NO PONGO FOTOS PORQUE ME DA VERGUENZA).