Radiografía de una semifinal
Hoy Mauro Guevgeozián es suplente. No porque sea un mal jugador o un goleador acabado; entiendo que al sistema que alguna vez Sanguinetti improvisó sin ningún convencimiento –ubicar a Osnar Noronha como falso 9- se le alinearon los planetas al punto de ser el factor fundamental para que hoy Alianza pueda sentirse orgulloso de haber avanzado a las semifinales del Torneo del Inca.
Orgullo porque Alianza arrancó el año considerablemente mal. Sin ser equipo y peleado con su gente. En el momento en que ocurrió el vergonzoso incidente de que violentos ingresaron a golpear a tres jugadores desubicados y que se partió la relación con la administradora Susana Cuba, lo común hubiese sido que los grones vayan a la deriva y sin encontrar el rumbo.
Pero no. Hubo propósito de enmienda en la mayoría de jugadores. Por ejemplo Christian Cueva, quien todavía tiene por delante una deuda con los colores a sabiendas de que tiene un fútbol que sintoniza con la historia blanquiazul y que pone a jugar a la oncena. Pero Cueva se tiene que despojar de cualquier tipo de soberbia a sus 23 años. La fórmula del éxito tiene una sola ruta y está en el sacrificio y la disciplina a tiempo completo.
Cueva ya pudo comprobar todo lo que le falta para ser un jugador de exportación. Aun cuando haya olvidado que en España apenas pudo jugar minutos por el Rayo Vallecano, hace unos días con la selección peruana tendría que haber recobrado la memoria. Tiene talento, pero lo que convierte en crack a un jugador hoy en día es la determinación. ¿Y qué es la determinación? Trabajar sin desmayo para buscar la excelencia. Alianza le ofrece la plataforma y él tiene que identificar que solo alcanzará la verdadera internacionalización cuando consiga un título importante con el más grande de este país.
Con Jean Deza sigo escéptico. Su juventud e inmadurez le pueden pasar demasiada factura. En ese sentido hago la distinción con Cueva, a quien le veo otro perfil profesional. Deza es otro tipo de jugador, capaz de romper esquemas y con una velocidad diferente al promedio del futbolista peruano. El problema que veo en Deza –además de su entorno- es el poco compromiso que tiene con las instituciones. Siempre está pensando en el próximo contrato cuando ni siquiera consiguió nada con la camiseta que defiende en la actualidad. Hasta hoy, Deza no ha completado un solo partido completo en el Torneo del Inca, solo tiene 136 minutos de juego y ningún gol anotado –la efectividad no es una de sus virtudes-. Y según sé, tiene un acuerdo inicial para jugar solo hasta junio por Alianza. Solo la obtención del Torneo del Inca podría demostrar que ha sido un buen negocio.
Osnar Noronha merece un párrafo de mi parte. Confieso que no pensé que pudiera alcanzar el nivel que tiene hoy (sin ser nada extraordinario). Pero se ha ganado el titularato honestamente. Cuando Sanguinetti se vio forzado a ubicarlo como referencia de área ante la lesión de Guevgeozián, el muchacho nacido en Iquitos (23 años) supo que no estaba en condiciones de imitar y/o jugar como el armenio. Entonces salió del área a buscar asociación. A veces busca a Landauri por la izquierda o intenta la pared con Cueva. Tiene coordinación con Gabriel Costa para que no le envíe la pelota por aire, sino como un buscapié.
Con esto los defensas no lo pueden tomar con facilidad. Desordena las líneas posteriores de los rivales y permite que los otros veloces como Costa y Cueva ingresen desmarcados en bloque a tiro de gol.
No sé si Sanguinetti esté convencido de que este fútbol es más favorable para Alianza que el de los pelotazos a Mauro buscando su juego aéreo. La viveza de Noronha causó un cortocircuito en el esquema mental del técnico charrúa que en Moyobamba quiso regresar a su tradicional juego de pelotazos (además estaba sin Cueva y Deza) y puso muy en riesgo la clasificación. Adicionalmente el equipo no dio el 100% de esfuerzo en ese encuentro.
LA SEMIFINAL
Alianza jugará el domingo contra San Martín en Matute (4:00 p.m.). El blanco es el equipo más incómodo de todos, futbolísticamente. Posee un despliegue que pocos equipos obtienen en el fútbol peruano y es el que mejor propuesta de vértigo tiene en el campeonato. Lo que ha conseguido el técnico argentino Christian Díaz es muy interesante. Comprometió a su plantel a dejar el 110% en la cancha. Sus jugadores son verdaderos obreros.
Yo tomaría como referencia el partido que los santos arrollaron a Cristal en el Callao. Juega rápido por las bandas con la combinación casi siempre de Corzo-Sánchez por derecha y Hohberg-Vásquez por izquierda. Tienen un creativo fino como Mana y un goleador de área como Velasco.
La contraparte es que San Martín no tiene un plantel de mucha experiencia y en estas instancias eso puede pesar a favor del equipo grande, su tradición, historia, gente y el hecho de que en Matute Alianza no pierde desde julio del 2013 por el torneo local.
Por lo demás, Alianza todavía es un equipo que depende más de sus individualidades que de su colectivo. Eso no es del todo malo si se tiene en cuenta que en el último partido contra Sport Huancayo, los grones se estrellaban contra el cerrojo huancaíno hasta que Deza, con un chispazo de talento, dejó solo a Cueva para el primer gol. Esa es la manera con que se rompen los sistemas.
El partido entre San Martín y Alianza de la pasada final del Torneo del Inca 2014 no es para nada referencia en la actualidad. San Martín con Julio César Uribe jugaba a lo que produzca Johnnier Montaño y el goleador Silva, mientras que hoy con Christian Díaz todos corren y tienen el chip de la intensidad muy bien instalado. Alianza, por su parte, sigue con el mismo entrenador, pero la propuesta ha cambiado en las últimas semanas: hay más juego en asociación y toque que en el 2014. Pero se necesita que Sanguinetti esté convencido para que el equipo lo asimile.
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