Feliz Año Nuevo desde la tierra sin tiempo
He cerrado los ojos y al abrirlos la primera semana del 2015 ha terminado. Podrán pensar que recién despego mi cuerpo de la cama luego de una juerga interminable en la Plaza de Armas de Cusco. Pero no. Mi Año Nuevo ha sido uno de los más tranquilos y emotivos en mucho tiempo, cerca de la naturaleza. En esta tierra sin tiempo ya no sé si sigue siendo 2014, 2015 o algún año sin nombre y si la idea de “año” siquiera existe. El día avanza y cada día dura todos los días.
Por Año Nuevo quería hacer algo especial. Con unos amigos decidimos subir entre una quebrada de Yucay (poblado a 10 minutos de Urubamba) y pasar en carpa un par de noches a la espera de alguna revelación. Lo que obtuvimos la noche del 31 de diciembre fue una dura subida con lluvia y huesos congelados. No pasamos dormimos en la montaña porque decidimos bajar pasadas las doce y guarecernos bajo un techo caliente y seguro. Igual habíamos conseguido nuestra revelación.
Hicimos esta corta pero intensa peregrinación con un solo motivo: rezar. Nuestro rezo nos había mantenido salvos y abrigados aunque empapados. Quienes subíamos sentíamos una presencia que nos guiaba por el camino oscuro. Un ente protector que nos acompañará en lo que resta del año y de esta vida sin tiempo para que se cumplan todos nuestros sueños.
Queridos lelos. Recuerdo cuando estaba en el cole y me hablaban del poder de la oración, yo no creía. Tanto padrenuestro paporreteado le había robado la gracia. Yo quería un Dios amigo, alguien al que le cuente todo sin roche y me hable. No un viejo asado castigador que nos mande al infierno por equivocarnos. Yo quería un Dios broder. Siempre supe que ese tipo de divinidad existía. Un día, acá en Cusco, lo busqué y lo encontré entre las montañas. Hoy me siento amigo de él también, un pata que lo admira, quiere y respeta. Por eso quería tomarme un champagne con él arriba de Yucay.
Les escribo esto amigos porque el nombre es lo de menos. Los hombres hemos inventado títulos para sentirnos más seguros y así tener control de las cosas, pero yo les aseguro que las cosas no tienen control ni nombre. Se siente más aquello que invocamos cuando lo llamamos desde nuestro lugar más sincero. Llamen como quieran a Dios, pónganlo con mayúscula o sin. No le importa. Solo llámenlo como llamarían a su mejor amigo y cuéntenlo todo.
Deseo con toda sinceridad que todas sus intenciones para el 2015 se materialicen. Que el que tiene la idea millonaria la ejecute y gane su primer millón; que el que quiere casarse, se case; que el que quiere irse a vivir a Nueva Deli, se vaya; que el que quiere renunciar a su chamba y abrir su peluquería coreana, lo haga; que el que quiere divorciarse, se divorcie; que el quiere encontrar a su pareja ideal, la encuentre y así… deseo de corazón que todos, lelos queridos, vayan por esta vida colmados de bendiciones porque reconozco en ustedes sus buenos corazones, y lo merecen. Todos merecemos vivir como queremos vivir.
Para este año prometo seguir escribiendo con toda la sinceridad posible y darles buenos datos para que cuando vengan a Cusco (o no) recuerden que el Dios broder está en todas partes, tal vez disfrazado de Macchupicchu, de playa del sur limeño, de perrito, de hoja seca, de ceviche, de chicha de jora, de canción. Entonces cuando lo vean a los ojos verán que es tan poderoso, ilimitado y amoroso como tú lo eres.
PD: Anoche me quedé escribiendo esto y me gustaría compartirlo con ustedes. ¡Feliz Año sin tiempo!
Paisajes
Con el paisaje de esta ventana yo me siento capaz de todo: de que cada sueño de cada persona se hará realidad ahora mismo y que toda mi gratitud será recibida en humilde reposo.
Con este sol, estas montañas, esta noche, este campo azul y cada partícula de luz que vuela sobre mí me siento capaz de todo: de desintegrarme también en formas sin formas y revolotear entre ellos en divertido aleteo.
Con este paisaje de esta ventana mía yo me siento capaz de todo: de ver todo el mundo condensado y ver también mi propio mundo, verme reflejado, ver esos dos mundos como el uno que son, ver doble, ver simple. Ver uno.
Con este paisaje que entra por mi ventana de vidrio me veo, veo todo y escucho cómo el eco de mis rezos deposita hasta el último de sus sonidos en el centro mismo de la tierra y del cosmos entero.
Escucho el reflejo de mi plegaria y la veo convertida en paisaje. Este paisaje.