¿Listos para el cambio?
Vivimos un momento de cambio. Nos preocupa el futuro y, sin importar si estamos a favor o en contra, los cambios siempre llegan. Dependerá de nuestra actitud tomarlos como amenaza u oportunidad. Enfrentarlos con lucidez y realismo nos ayudará a protegernos de lo inesperado o inevitable.
Mantener la lucidez es fundamental en tiempos de cambio. La incertidumbre confunde y desorienta. En este sentido, no podemos dejarnos caer ante anuncios derrotistas, pero tampoco podemos dejar que el futuro nos llegue sin tener planes de acción y de contingencia preparados.Piense en los cambios que se vienen en lo personal, laboral y nacional. Anótelos. Pregúntese: ¿está contento con esos cambios? Si no lo está, ¿puede hacer algo por evitarlos? Si los cambios escapan de su control, ¿está preparado para enfrentarlos? ¿Tiene un plan de acción ya elaborado?
Para prepararse empiece por analizar sus reacciones personales: ¿está cayendo en alguna trampa emocional que le impida protegerse, actuar y anticiparse a lo que puede venir? La negación, el deseo de no abandonar la zona de confort, el shock y el miedo nos dejan desprotegidos. Quedarse paralizado, asumir el rol de víctima y abandonarnos, tampoco ayuda. Culpar a otros por la situación y no aceptar responsabilidad por lo que pasa nos resta capacidad para manejar la situación.
Mantener la fe en uno mismo y el espíritu positivo no es fácil cuando las cosas no salen como uno espera, pero recuerde que quedarse inmovilizado en el rechazo tampoco lo dejará actuar.
Planear sus siguientes pasos es clave y debe hacerlo sin mirar atrás, evitando reacciones emocionales dañinas para uno mismo y sus metas. Evite el derrotismo y a quienes todo lo pintan en negativo. Piense dónde está, a dónde quiere llegar y qué está haciendo para lograr sus objetivos. Defina qué necesita para cumplir sus metas. Revise su estrategia, cámbiela, enfóquela desde otra perspectiva, asuma las nuevas condiciones con realismo.
Liderar nuestras vidas implica tomar decisiones consistentes con nuestros valores, metas y objetivos. Eso lo sabemos, pero ¿por dónde empezamos a hacerlo? La respuesta es una: ¡actitud!
Recuerde que no podemos cambiar nuestra cara ¡pero sí la que ponemos! Nuestro futuro depende también de nuestra actitud: concéntrese en el hoy y en lo que usted puede hacer para ayudar y ayudarse. Participe en crear su nueva realidad. Pregunte cómo puede apoyar y hágalo sin excusas ni evasivas, hoy mismo. Organice sus prioridades, haga un plan de acción claro y no olvide su plan de contingencia: elabore ya mismo su plan B, adelántese a los hechos y manténgalo vigente según van cambiando las cosas. Hacerlo puede salvarle la carrera, su destino, su empresa.
Maneje su actitud y esté alerta a los cambios. Busque las oportunidades y analice los riesgos pero no se dé por vencido anticipadamente. No deje que el desaliento lo inmovilice, actúe. Todavía hay mucho que cada uno puede hacer por sí mismo, por su carrera, empresa o el país. Hágalo hoy mismo, ¡comprométase!