Cuando el poder se acaba
Cuando el poder se acaba, se acaba para todos por igual. Sin embargo mucha gente piensa aún que cuando los altos ejecutivos dejan posiciones de poder lo hacen con tanto dinero y contactos que no deben tener problemas para continuar su vida profesional. La verdad es que a más poder perdido, más difícil es adaptarse a situaciones nuevas, y especialmente a vivir sin poder.
A muchos les resulta difícil situarse, replantearse la identidad, volver al llano y enfrentar situaciones como llamadas no respondidas, invitaciones que no llegan, puertas que no se abren como antes y darse cuenta de que uno tiene muchos menos amigos de lo que esperaba. El camino de retorno al poder puede ser largo y a veces solitario, pero luego de enfrentar la negación y algunas desilusiones, está lleno de muchas pequeñas victorias y redescubrimientos valiosos, sobretodo a nivel de la vida familiar y el espíritu, a veces olvidados en la cumbre.
Son varias las señales de alerta sobre riesgos inminentes en las posiciones de alto nivel que no todos reconocen a tiempo. Señales como la falta de encaje con el directorio, un nuevo accionista mayoritario, la incertidumbre de los inversionistas, las malas relaciones públicas, no ser invitado a reuniones, renuncias de personal clave, absorciones, fusiones o adquisiciones, no alcanzar las metas financieras, baja del valor de las acciones, etc.
Pero una de las causas principales de la pérdida del poder, es que muchas veces el poder nos ciega y perdemos la perspectiva de a quién o a quiénes ser leal.Hemos visto muchos ejecutivos olvidar de dónde o de quién viene su poder, y enfrentarse incluso a quienes se lo otorgaron y pueden quitárselo, equivocando su rol y creando situaciones de conflicto entre los intereses de estos y la organización. Otros, con problemas de actitud, no comprenden la importancia de mantener relaciones óptimas con pares corporativos, jefes, directores y accionistas, cuidando su imagen, posicionamiento profesional en el medio y otros aspectos políticos de sus carreras.
Para evitar despertares dolorosos cuando se acaba el poder los expertos recomiendan recordar cada día de la semana, que el poder no dura para siempre, que es pasajero y está prestado, aunque este venga durando ya un buen tiempo.
Es importante también evitar el aislamiento y la vanidad que puede traer, donde nos acostumbramos a escuchar solo a quienes nos dicen lo que queremos escuchar. La soledad en la cumbre puede lograr desconectarnos de la realidad, del mercado y de la organización, y peor aún, a convertirnos en inflexibles víctimas de nuestro propio éxito.
Muchas veces la falta de tiempo y de interés nos llevan a olvidar a los amigos de siempre, a devolver llamadas y ayudar a quien se puede. Cada llamada no devuelta o amigo desatendido, nos será cobrado más adelante y con intereses.
Un ejecutivo con poder debe mantenerse muy lúcido frente a sus fortalezas, debilidades, cualidades y defectos, manteniendo su perfil profesional vigente y desarrollando y aprendiendo competencias nuevas para no perder vigencia en un mercado. El reto es mantener una actitud de aprendiz permanente, aún cuando el medio que lo rodea y la posición que se ostenta lo haga sentir a uno por encima del resto en conocimientos, experiencia o calidad de decisiones. Aquí es donde la soberbia inutiliza y la humildad se potencializa.
Un ejecutivo cliente nuestro, acostumbrado a los beneficios del alto cargo que tenía, desatendió su estructura logística personal, y luego con la posición, se le fueron no solo la tarjeta de presentación sino los autos, el chofer, los seguros, viajes, las tarjetas de crédito, la laptop y hasta el club. Se encontró con las deudas típicas de quien vive por encima de sus medios, con un tren de vida alto, sin ahorros importantes y con una familia dependiente del espejismo de su posición. Teniendo una carrera brillante, nunca vio la necesidad de privarse de nada ni hacer un plan de ahorro que le permitiera comprar su libertad profesional. Le fue muy duro perder el poder y muchos de sus signos exteriores al mismo tiempo.
Las limitaciones de tiempo, las responsabilidades y los viajes impiden que muchos ejecutivos cuiden de su salud, inviertan tiempo real su familia, su desarrollo cultural, y su crecimiento espiritual, sin muchas veces comprender que la persona que establece prioridades de vida esta mejor equipada para enfrentar cambios y los vacíos que siguen. La ambición sin medida es mala consejera para establecer sustentos reales que compensen la perdida del poder.
Los ejecutivos exitosos tienen siempre su plan de contingencia estructurado y están alertas a los cambios, evitando ser tomados por sorpresa. Tienen su carrera y sus finanzas bajo control, su red de contactos bien atendida, cuidan su imagen, su vigencia, su vida personal y espiritual. Y logran resultados medibles, que agregan valor, comprendiendo siempre que el poder esta dado para servir a muchos, con coherencia, ética y principios.