No más de 40, por favor
¿Qué organización no quiere tener un equipo de colaboradores muy comprometido y motivado, capaz de generar ideas innovadoras? ¿Quién no desea contar con personas creativas, capaces de enfocar los problemas desde distintas perspectivas para alcanzar metas, mejorar servicios y productos, y lograr la lealtad de sus clientes?
Es obvia la respuesta, todos pensamos que las organizaciones buscan ese tipo de colaboradores. Entonces, me pregunto, ¿por qué cuando algunas empresas buscan personal usan siempre la misma fórmula? Más allá de la profesión, el rango de edades es claro, y dicen, no más de 40 por favor.
¿Qué pasa entonces con la gente de más de 40? Hay quienes piensan en esa edad como el final de su carrera, cuando, para muchos, es el inicio de nuevos retos, la consolidación de la experiencia, el cambio de perspectivas, el mejor rendimiento de sus vidas. ¿No es eso lo que nos hace ser más competitivos?
Hoy, las organizaciones más exitosas son aquellas que valoran y hacen grandes esfuerzos para asegurar la diversidad de sus equipos. Son aquellas que buscan conformar equipos multidisciplinarios, integrando no solo diferentes profesiones y géneros sino diversos puntos de vista, experiencias, edades y hasta creencias.
Atrás quedaron los paradigmas que señalaban que los equipos humanos muy parecidos entre sí podrían lograr por sí solos los mejores resultados. La diversidad se ha convertido en un valor importante en las organizaciones más evolucionadas, las que han sido capaces de superar muchas ideas preconcebidas sobre los perfiles de los “colaboradores ideales”.
Hoy las mejores empresas en el mundo hacen esfuerzos por contar entre sus filas colaboradores de distintos género (¡aunque estamos aún lejos de la paridad!), distintas razas, orígenes, nacionalidades, niveles educativos, creencias religiosas, orientaciones sexuales y, en general, evitan discriminar. Sin embargo, la discriminación por edad en nuestro país sigue siendo algo contra lo que es difícil luchar porque no es percibida como tal, sino como una idea general de que quienes pasaron la barrera son poco flexibles. Yo les pregunto ¿es o no es esa percepción un prejuicio discriminador?
Pues bien, las empresas que buscan el éxito, colocando en el mercado productos o servicios exitosos y mejorando la oferta de la competencia, deben abrirse a la idea de que cualquier tipo de discriminación es terriblemente dañina no solo por ser excluyente, sino también por limitar las posibilidades de los distintos equipos para logar mejores resultados gracias, justamente, a poder ver todos los ángulos de una situación.
En el Perú, las empresas líderes tienen ideas muy claras sobre cómo evitar discriminar por cualquiera de esos conceptos arriba mencionados. Ciertamente es un camino de largo aliento, pero las semillas están sembradas y cada vez más somos testigos de sus esfuerzos para combatir la discriminación, aunque esta muchas veces sea aun un mal latente.
Valoremos la diversidad, demos una oportunidad al verdadero trabajo en equipo dándole su real dimensión: equipo no es un conjunto de personas que piensan y sienten igual, sino un grupo de personas diverso que es capaz de llegar a nuevas y exitosas soluciones por su capacidad de ver más allá de lo evidente, y en eso la edad no tiene nada que ver!
Así como hay gente mayor sin ganas de aprender, esforzarse o dar todo de sí, también hay jóvenes que tienen esas mismas actitudes equivocadas. La edad no es lo que determina la actitud de las personas, ni sus talentos, habilidades, logros o resultados.
El tener más de 40 no nos hace diferentes ni menos energéticos, capaces de aprender o trabajar muchas horas al día. Yo trabajo mucho con gente muy madura, esforzada, vital, innovadora y con hambre de aprender y que tienen en algunos casos más de 60 e incluso 70. Y son además maduros, estables y normalmente están contentos con su trabajo.
Es el mismo caso cuando se discrimina a jóvenes talentosos solo por un tema de su poca edad….. (pero eso será motivo de otro post).
Discriminar por edad es tan obtuso como discriminar por género, etnia, religión, orientación sexual, origen, nacionalidad o cualquier otra “diferencia”. ¡Apostemos por los buenos trabajadores, sin pensar jamás en su edad!