9 errores al desvincular
Confieso que me dan escalofríos cuando escucho la manera que algunos tratan a su gente en ese momento tan difícil como es el de comunicar el fin de la relación laboral, y lamentablemente lo hacen mal sin darse cuenta ni tener mala intención.
Comparto algunos de los peores errores que he visto para que ojalá usted nunca los cometa ni permita que nadie lo haga en su entorno. Estos errores no sólo dañan la dignidad y la autoestima de quienes se quedan sin trabajo sino que afectan de manera importante su capacidad para enfrentar el desempleo y el mercado de trabajo con la cara en alto, además de causar reacciones potencialmente dañinas para ellos mismos o la empresa. Y por supuesto dañan irremediablemente la confianza en la empresa entre los que quedan: ellos pueden ser los siguientes y saben que así también los tratarán.
- Cada salida debe ser preparada con mucho cuidado y sobre todo con máximo respeto. Es de arrogantes pensar que como ya lo han hecho muchas veces antes, “así nomas” debe estar bien. No detenerse a pensar en el impacto que la pérdida de empleo tendrá en cada persona y en su posible reacción es signo de una falta total de empatía. Y de falta de humanidad.
- Justificar o culpar: Algunos buscan justificar la decisión de salida culpando a la persona de errores o carencias al momento de comunicarle su salida, sin considerar que suficientemente malo es que te digan que te estás quedando sin trabajo para que además te ofendan, desvaloricen, afecten tu autoestima o te obliguen a defenderte estando en clara desventaja.
- Huir de la responsabilidad: He visto jefes que le corren a su responsabilidad de comunicar una salida y en vez de entrenarse o prepararse como corresponde para cumplir con esta difícil pero ineludible responsabilidad profesional, la “delegan” en RRHH o necesitan de otros en la sala para escudar su cobardía.
- Las salidas bien preparadas presentan lo mejor que puede hacer la empresa por delante sin pretender tomar ventaja de la gente más afectada que no está preparada para defenderse versus los más agresivos que acaban llevándose más. No es justo y además sienta malos precedentes.
- No definir. He visto casos donde las empresas se pasan días y hasta semanas sin definir del todo las condiciones o plazos de las salidas, hundiendo a las personas en una incertidumbre penosa. Toda salida ordenada y respetuosa debe dar estructura y pautas claras, en especial en lo referente a temas económicos, ayuda para la recolocación, fechas de cese, etc.
- Despedir de a pocos – “para que nadie se dé cuenta”, lo que crea pánico en la organización ya que no sabe quién será el siguiente.
- Pasarlos por exámenes con el mensaje que son “los malos” son los que salen, destrozando así sus marcas personales y su autoestima por completo.
- Correr a la gente, tratarlos con desconfianza o no dejarlos ingresar, como si por haber sido despedidos súbitamente se convirtieran en ladrones o estafadores potenciales. ¡Con lo que eso ofende!
- Lo peor que he visto: despedir por carta o por correo electrónico.
Felizmente ya muchos en nuestro país manejan de manera respetuosa y socialmente responsable los procesos de salida, incurriendo en estos errores cada vez menos.