Fortaleza y debilidades: ¿Qué decir y qué no decir?
Publicado en la revista América Economía (Latam), el 24/05/2019
A la hora de enfrentar una entrevista de trabajo, cada respuesta que damos impacta en las posibilidades de obtener o no la posición. Por eso, cuanto más preparados estemos, más confianza y seguridad sentiremos y transmitiremos al contestar cada pregunta.
Háblame de tus fortalezas, cuéntame de tus debilidades, son dos de las preguntas que, en sus distintas formas o modalidades, están casi siempre presentes en las entrevistas y son interrogantes claves y “peligrosas”. ¿Cómo nos preparamos?
En el caso de las fortalezas, lo que nunca debemos hacer es definirnos con adjetivos calificativos como brillantes, exitosos, expertos, capaces o similares. Eso, o cualquier otra fortaleza que mencionemos, de tenerlas, debemos demostrarlas con ejemplos claros, idealmente numéricos y cuantificados, de logros y resultados.
Los ejemplos bien narrados sustentarán nuestras fortalezas con argumentos sólidos y reales: así no estaremos expresando nuestra opinión solamente ni nos arriesgaremos a ser percibidos como arrogantes o ilusorios. Y al narrar bien y muy bien preparados con antelación los ejemplos de logros, nuestro lenguaje verbal mostrará nuestro sano orgullo, se iluminará nuestra mirada y nuestro cuerpo expresará, afirmará y sustentará nuestras palabras, dándoles
mucha credibilidad.
Debemos tener muy claro cuáles son verdaderamente nuestras fortalezas.
Debemos ser honestos y transparentes con nosotros mismos y tener muy claro cuáles son verdaderamente nuestras
fortalezas. Y saber que estas se determinan en función de los logros obtenidos. Y esos ejemplos se narran en función del reto o la oportunidad que había en un momento dado, de la acción que tomamos nosotros, solos o como parte de un equipo, y de los resultados obtenidos, su contexto e impacto.
Se trata de mencionar fortalezas específicas, idealmente lo más relacionadas posibles con el cargo al que postulamos,
con sus retos y oportunidades, con las prioridades y perfil definido, siempre con ejemplos claros y sustentables. Hagamos de antemano una lista de fortalezas reales e idealmente específicas para cada posición a la que postulamos, y al menos unas cinco o seis de ellas sustentadas con ejemplos bien formulados. Esto debemos prepararlo muy bien, obtener la data necesaria y practicar mucho la narrativa. Es una buena idea filmarse para ver cómo suena y cómo nos
vemos.
Recordemos que siempre nos van a creer la mitad de las cosas buenas que digamos de nosotros mismos, nuestras
fortalezas o virtudes, y el 100% de las “malas”, nuestras debilidades u áreas de oportunidad. Respecto a mencionar nuestras debilidades, creo que es una de las preguntas más temidas, porque nos exponemos a fallar estrepitosamente ante el entrevistador.
¿Cuál es la mejor manera de hablar de estas? Es importante seguir una estrategia muy clara para presentarlas con honestidad y autenticidad, pero evitando que al comentarlas causen más daño que bien. Las debilidades deben estar: acotadas y narradas en tiempo pasado; bien identificadas con realismo y madurez; aceptadas como tales por nosotros, sin excusas ni justificaciones. Es necesario indicar que hemos hecho algo para mejorarlas o solucionarlas
con esfuerzo, dedicación y mencionar qué hicimos y cuáles fueron los resultados.
Debemos tener resultados o data concreta sobre las mejoras alcanzadas, señalar que están aún latentes, pero bajo control permanente. Hablar de fortalezas o debilidades no es fácil. Nos toca prepararnos muy bien, practicar mucho con seriedad, empeño y profundidad. ¡Suerte con esto en su siguiente entrevista de trabajo!