¿Hay diferencias en la composición de un producto transgénico y uno convencional?
La introducción de uno o más genes en un organismo por medio de la ingeniería genética podrían generar cambios en la expresión de algunos de sus propios genes, los que provocarían una variación en la concentración de proteínas, grasas, azúcares, vitaminas u otros metabolitos secundarios en el producto derivado (fruto, grano, carne, etc.)
Por ello, para que un producto transgénico (maíz, soya, papa, etc.) sea autorizado para el consumo humano, primero debe pasar por una serie de evaluaciones que garanticen su inocuidad. Como parte de estas evaluaciones, la entidad reguladora (p. ej.: la EFSA, la FDA, entre otras), analiza las diferencias en la composición química del transgénico con respecto a un rango de valores que son considerados normales para dicho producto.
No necesariamente las diferencias que se puedan encontrar en la concentración de algún componente implican un riesgo para el consumo humano. Pongamos un ejemplo. Por ingeniería genética hemos introducido algunos genes de resistencia a hongos en la papa, obteniendo dos variedades transgénicas. Como efecto colateral, una de ellas presenta mayores niveles de hierro y calcio con respecto a la papa no modificada, mientras que la otra presenta mayores niveles de solanina (un alcaloide tóxico que es producido naturalmente por este tubérculo). El primero no representaría un mayor riesgo para el consumo humano, dado que estos minerales son indispensables en nuestra dieta. Sin embargo, un aumento en los niveles de solanina del segundo sí podría presentar un riesgo de toxicidad que debe ser evaluado con mayor profundidad.
La intuición nos dice que las modificaciones obtenidas por ingeniería genética acarrean mayores cambios en la composición química de un producto en comparación a las modificaciones obtenidas por métodos tradicionales. Sin embargo, las evidencias muestran que el mejoramiento de una especie a través de la selección de individuos con mejores aptitudes y cruces controlados, también acarrean grandes cambios en la constitución genética del organismo, que se traducen en diferencias significativas a nivel nutricional. Incluso, los productos obtenidos de una misma variedad cultivada en dos lugares diferentes mostrarán diferencias significativas en cuanto a su composición química debido a la influencia de los factores ambientales. Esto no quiere decir que uno sea más riesgoso que otro.
Sin embargo, en vista que el mejoramiento tradicional tiene un historial de uso seguro, la variabilidad que presentan sus productos resultantes a nivel composicional son usados como un estándar sobre el cual los transgénicos son comparados y evaluados. Si la composición química del producto transgénico presenta valores que caen dentro de los rangos normales, se considera que es “sustancialmente equivalente” a su contraparte convencional. Esto es reconocido además por el Codex Alimentarius.
Hoy en día se desarrollan cultivos genéticamente modificados que incorporan más de una característica novedosa a través del cruce de dos variedades transgénicas simples, por ejemplo, uno tolerante a un herbicida con uno resistente a gusanos comedores de hoja. En este caso, ¿habrá nuevos cambios en la composición química del transgénico resultante?
Un estudio publicado este año en Plant Biotechnology Journal muestra que cruzar dos plantas transgénicas de maíz (una con resistencia a insectos y otra con tolerancia a herbicidas) para formar un híbrido con estas dos características presentaba una composición química similar al cruce de las mismas variedades pero sin las modificaciones genéticas (un híbrido convencional). Sin embargo, este híbrido convencional (iso-híbrido) sí presentaba diferencias significativas en los niveles de algunos ácidos grasos y vitaminas con relación al híbrido de referencia (el que es usado para comparar y evaluar los transgénicos).
En términos sencillos, este estudio muestra que el hecho de cruzar dos variedades para obtener un híbrido con mejores prestaciones, cambia la composición química de algunas sustancias, independientemente si uno o ambos parentales son genéticamente modificados. Por ello, no sería necesario hacer análisis composicionales adicionales a los productos transgénicos que resulten del cruce de dos variedades transgénicas previamente autorizadas.
Finalmente, respondiendo la pregunta original. Sí, existen diferencias en la composición de un producto transgénico y uno convencional, al igual que entre dos variedades convencionales del mismo producto o la misma variedad cultivada en dos regiones diferentes. Estas diferencias no implican necesariamente un riesgo. Por ello, para mejorar las evaluaciones de los productos transgénicos es necesario enfocarse en aquellos componentes (toxinas, alcaloides, antinutrientes, metales pesados, etc.) que en determinadas concentraciones podrían acarrear un riesgo para la salud del consumidor.