Bandas que no debemos olvidar: W.A.S.P.
W.A.S.P. es uno de los más grandes nombres del metal. Fueron gigantes en los 80, y en los 90 mantuvieron el estandarte. Es una de las pocas bandas que entendió que la idea era no adaptarse a los sonidos nuevos sino adaptar los sonidos nuevos al estilo propio, (como entendió perfectamente Deep Purple en los 80, de ahí su gran solvencia, y como no le entendió casi nadie después de ellos).
W.A.S.P. fue la idea y concepto de Steven Duren, quien en los setenta participó en diferentes proyectos musicales ligados a esa frontera difusa entonces entre cierto punk y el hard rock, dentro de la corriente musical que derivaría en la formación del movimiento metal estadounidense. Quizás lo más curioso ese periodo sea su paso por los New York Dolls, una emblemática banda de glam y punk (punk inconsciente aún, pues era una onda rock elemental y desenfada) famosa en todo el mundo por el par de discos que editaron y en los que no participa Duren. Fueron unos pocos meses (8) y luego actúo en Circus Circus, Killer Kane y Sister. En este periplo comenzó a madurar un estilo propio, nació su alter ego, Blackie Lawless (algo así como el negrito ilegal), y su concepto particular de shock rock.
Finalmente en 1982 dio con el proyecto que aún protagoniza, W.A.S.P. Al principio le sedujo la sonoridad del nombre y la evocación del mortal insecto. Para aumentar el atractivo publicitario de la banda le agregó puntos luego de cada letra generando un acrónimo, en realidad ficticio, que llevaba a la gente a especular aún más. Como truco funcionó. La gente quería saber qué rayos era W.A.S.P. Existía en las ciencias sociales bajo el sentido de blancos anglosajones protestantes (por sus siglas en inglés) y se refiere a la mayoritaria y dominante población de los Estados Unidos. Poco probable que ese sea el sentido. Blackie señaló que significaba We are sexual perverts, somos pervertidos sexuales, muy en la onda de búsqueda de escándalo mediático. Otros, la ultraderecha cristiana, hablo de Winners in a satanic play, ganadores en el juego o representación satánica o alguna monserga parecida. Blackie no desmintió ninguna y ganó más popularidad.
Alcanzaron la notoriedad con su hoy clásico Animal (Fuck like a Beast), single que tuvo un éxito inmediato allá por 1984, en medio de la explosión mediática que representaba el éxito de Quiet Riot, Twisted Sister, Mötley Crüe y los Kiss sin maquillaje. La formación satanizada era Blackie en el bajo y su estilo malsano de canto, el inefable Chris Holmes en la guitarra y que estaba por su pinta, el competente Randy Piper en la segunda guitarra y el hoy olvidado notable baterista Tony Richards (todos venían de Sister). Ellos se convirtieron en los niños perversos de los 80. Vendían como pan caliente y su primer disco homónimo fue uno de los más exitosos comercialmente en ese año. Era extraordinario, a veces el vodevil que sirve de comparsa al metal tapa la calidad de la música, pero la fuerza de temas como L.O.V.E. Machine, I wanna be somebody, Sleeping (in the fire), Tormentor, etc logró imponerse. El gran ausente del disco fue Animal, single de éxito que no pudo ser, entonces, incluido en el álbum (algo que Blackie repararía en 1999 con las sucesivas reediciones).
La memoria de esos shows ha quedado grabada como páginas de leyenda de rock y desenfreno. El testimonio visual más bizarro del heavy metal ochentero, por eso, es el home video Live at the Lyceum que condensó todos los temores de la pacata e hipócrita cultura oficial yankee y que cuando estaba en 5to de primaria me hacía adorar al metal sin estar muy consciente todavía de todo lo que implicaba En aquel tiempo hicieron una gira con Armored Saint y Metallica, pero también con Krokus, Kiss y Iron Maiden. WASP no era considerada ninguna banda glam, sino que empezaba a ser percibida como un peligro para los jóvenes (sí, en el país de los asesinos en serie, las masacres estudiantiles, el crack y las armas de guerra legales). El PMRC encabezado por Tipper Gore tenía a muchos artistas, la mayoría del metal más popular, en la mira. WASP fue su objetivo más emblemático. Es increíble lo oligofrénica que puede ser la DBA gringa, que es muy peligrosa porque tiene plata, bombas y poder, y que estaba de plácemes en los ochentas de ese fascista ex actor, Ronald Reagan como presidente. Las estúpidas acusaciones y los temores infundados (¿cómo temerle a una banda que en pleno concierto lanzaba pedazos de carne cruda a la gente?, ¡qué terror!).
Lamentablemente la fuerza mediática, que aprovechó Blackie, se fue contra él. Tuvieron que prescindir de su primer baterista, alguien muy apreciado por Lawless, y llegó uno bueno, Steve Riley (luego en los L.A. Guns). Last command fue el segundo asalto del combo sangriento y en este se percibe todavía la agresividad del grupo con clásicos como Wild Child (qué tal letra) y Blind in Texas (con un video muy gracioso) y algunos olvidados como Ball Crusher y Widowmaker (una antecesora de Headless Children). Pero la presión del sello y los compromisos contractuales hicieron que la banda de Lawless siguiese cambiando en alineación y el sonido se suavizó un poco tratando de encajar en los esquemas proglam de entonces. Esto se notó en el Inside the electric circus, álbum del que Lawless ha renegado con frecuencia. Esta etapa la cerró el en vivo Live… in the raw, un disco cumplidor pero que le iba a la saga de lo que vimos en el Live at the Lyceum.
Lawless ha señalado que en esta época estaba un poco harto de aquello en lo que había derivado W.A.S.P. lo que comenzó como trucos publicitarios para darle popularidad a la banda se había convertido en una trampa que no le permitía a la misma banda ser notada por su propia música, cuyo valor era innegable. En ese sentimiento de disconformidad generó lo que sería una de las más finas joyas del heavy metal de todas las épocas: el Headless Children con una intro épica para ese tema que los metaleros más ortodoxos no creían capaz en ellos, le dieron una patada en el trasero a todo el mundo. The Heretic, Headless Children, Mean Man fueron demostraciones de una exquisita y perversa estética. Headless Children (1989) es un disco a la altura de los más grandes de esa década. Para mí está ahí con Painkiller, Seasons in the Abyss, Rust in Peace, Keeper of the seven keys y arriba de varios que hoy la gente pondera sin reservas como el …and Justice for all, entre otros.
Este periodo dorado en creatividad desemboca en una nueva alineación, menos teatral pero más sólida, alcanza forma el trío junto a Lawless está ahora Frankie Banali y Stet Howlnad, grandes instrumentistas. Llega la magnun opus de WASP. En la que estaba pensando Lawless incluso antes del Headless. La historia de Jonathan, una joven estrella del rock que crece bajo la sombra de su hermano mayor, amado por su padre, y que seducida por las promesas de la fama vende su alma a una suerte de demonio de la música, denominado Charlie (en realidad era el alter ego del gerente de la Capitol) y que lleva una vida de degradación en drogas que acaba con él sin poder superar el resentimiento hacia su padre. Crimson Idol llevó dos años de producción y cuando se editó estuvimos ante uno de los mayores esfuerzos de la historia del metal. Concebido como una opera rock, el disco es más una obra conceptual, al estilo del Operation Mindcrime de Queensrÿche, aunque instrumentalmente más ambiciosa (oh, acabo de soltar otra herejía). No hay forma de ponderar todo lo que es Crimson Idol sin cambiar la tónica de este sucinto reporte. Si no fue más apreciado es por el contexto de edición. Ya no estamos en 1988 y se ha vuelto lugar común agredir y denostar las cualidades del metal, como si de algo malo se tratara. Los días de Nirvana y el yield habían llegado y todos se alucinaban leñadores con camisas a cuadros (aunque la gente grindcore las usó primero) (Me acuerdo que la Rip (la revista) publicó una reseña en la que decían que el disco era pésimo, porquería de revista que cuando llegó el grunge se fueron con ellos y luego cuando se murió ese supuesto movimiento casi quiebran). Aun así, W.A.S.P. presentó su disco en una gira mundial muy concurrida y comenzó un periodo poco conocido de la historia del metal: la resistencia. Para mí escuchar este disco (recién lo oí en 1994, que jodido era el mundo antes de la Internet) fue una nueva revelación y una esperanza en un mundo que temía moriría. Todos los temas son destacables.
Efectivamente, a pesar de lo que los medios nos han querido hacer creer el metal siguió existiendo en ese periodo crepuscular que fue de 1992 a 1999. No hablo del death y el black que siempre fueron subterráneos y se mantuvieron bajo la línea de flotación de los mass media. Sino que algunas bandas de metal siguieron promocionándose en ese contexto hostil. WASP no se rindió sino que poco después editó otro buen disco, el Still not black enough, no tan bueno como el CI (eso es imposible, creo) pero bastante logrado.
Luego editaron un disco que sería el más raro de su carrera el Kill Fuck Die que muchos quisieron ver como una claudicación y que oí entonces y tengo ahora, y del cual opino que es un gran disco del grupo (estoy lleno de herejías hoy). Ustedes saben que no soy amigo de los sonidos contemporáneos y suelo condenar los intentos de las bandas de acomodarse a los sonidos de moda. Lo que no quiere decir que me opongo a que las bandas adapten esos sonidos a su propio estilo. ¿Qué es lo mismo? No y si crees que sí, no sabes nada de música. Tomar algo nuevo y adaptarlo a tu propio estilo puede salir bien o mal pero la responsabilidad de ello se evalúa en el resultado final. Cuando es la banda la que se adapta, el producto puede estar bien dentro de los parámetros del estilo escogido, pero no le crees a la banda. Slayer haciendo Diabulous in Musica es espantoso porque no es Slayer, aunque el disco fuese “buen” Groove, es pésimo Slayer (algo así pasa con el American Hardcore de L.A. Guns). En cambio Kill fuck die se inscribe en las coordenadas del industrial metal pero es W.A.S.P. está dentro de los sonidos de la agrupación. La agrupación pone al servicio de su concepto los sonidos industriales y propone un trabajo que mezcla lo mejor de ambos. Los temas The Horror, U, Kill fuck die y sobre todo la genial Killahead desarrollan el concepto del mal de una forma que ningún trabajo previo de la banda había conseguido con una de las más grandes profundidades líricas alcanzadas por Lawless. Una gira por todo Estados Unidos confirmó la popularidad de la banda en pleno (1999) auge de Marilyn Manson. Doublé live Assassins fue el testimonio en vivo dejado por la gira y, salvo por el hecho de que reducen el Crimson Idol a un medley, es un formidable álbum en vivo quizás el mejor en vivo de la década del 90 en heavy metal.
Luego vino un descanso y un disco de retorno al viejo sonido, Helldorado (1999) , regular nomás, no creo que haya dejado ningún tema para el recuerdo. Al año siguiente vuelven con The Sting un en vivo que tuvo la característica de transmitirse en vivo por Internet, no estoy seguro pero creo que fue la primera vez en la historia del rock.
Los lanzamientos continuaron y el 2002 nos trae un muy buen trabajo un tanto más técnico que los anteriores, el Unholy Terror. Disco que nos trae a un WASP maduro y experto en su trabajo. Fuertemente consciente de las raíces rock del grupo en los setenta se proyecta con un sonido actual muy metálico. La voz de Lawless y los coros están en primera forma. Unholy Terror, el tema tiene mucho de política y es interesante con un riff constante pero inteligente. La batería acá estuvo compartida por Stet Howland y Frankie Banalie. El siguiente lanzamiento es Dying for the World, un disco algo polémico pues salió luego del 11 de septiembre del 2002 y tiene como indudable referente ese evento. El primer tema es impresionante con una vocalización inicial casi death metal, además a nivel melódico está un poco más cercano al Kill fuck die, pero no en las coordenadas industriales. Destaca mucho el tema Black bone torso, bastante pensado y atípico y Trail of tears que trata de una marcha forzada infligida por el ejército de Estados Unidos contra una nación india en el siglo XIX, uno de los mayores crímenes contra la humanidad cometida por esa nación, y estoy citando al mismo Lawless. Qué pena que en los últimos años se haya reconvertido al cristianismo y que ya no quiera cantar temas como Animal y que se desdiga de posturas más extremas.
Luego le llegó el turno a los disco Neon God, partes I y II. De resultado heterogéneo e irregular con grandes temas como Asylum number 9, como otros olvidables. Al ser discos conceptuales fueron comparados con Crimson Idol y eso no fue favorable para Neon God. Quizás Lawless no debió cometer el pecado de copiarse a sí mismo.
Lo último de WASP han sido dos discos de calidades parecidas. Dominator y Babylon. Buenos ejemplos de la madurez de la banda, con poco nuevo qué ofrecer, pero manteniendo el perfil de su nueva época. No los reseño porque son por ahora historia reciente. Óiganlos son buenos, especialmente Dominator.
Así, hasta ahora WASP ha venido peleando un gran combate por el metal y aún mantiene la fuerza y el poder de un gran genio, Steven Duren: Blackie Lawless.