Perú: a 30 años de una clasificación mundialista
El fútbol peruano ha vivido momentos inolvidables. Uno de ellos lo protagonizaron los seleccionados nacionales de Perú y Uruguay en el Estadio Nacional de Lima, el 6 de setiembre de 1981. Era un partido clave ya que se jugaba la tercera plaza para un equipo sudamericano hacia el mundial de España ‘82. Al Perú le bastaba el empate. Uruguay iba por la victoria, pero no pudo.
Éramos entonces 18 millones de peruanos que aquel domingo 6 de setiembre de 1981 nos dividíamos en dos grupos: los 45 mil que estaban en el estadio de José Díaz y el resto fuera de él, pero con seguridad, de una u otra manera, pendientes del partido de fútbol de esa tarde.
A las 3.30 pm., la gente había pasado de las colas a las tribunas, y los helicópteros volaban rasantes por las inmediaciones de la Vía Expresa y Santa Beatriz. Hacía dos semanas que habíamos vencido a los charrúas en el propio “Centenario”. La confianza en el equipo nacional, que dirigía Elba de Padua Lima “Tim”, era evidente.
Once años habían pasado desde la última vez que nos ganó Uruguay, en un partido jugado en Montevideo en 1970 (2-0), y 12 años que estábamos con el arco invicto en Lima. Esa foto de estampa, con Ramón Quiroga, Roberto Rojas, José Velásquez, Toribio Díaz, Héctor Chumpitaz y Jaime Duarte, parados; y en cuclillas Juan Carlos Oblitas, Guillermo La Rosa, Julio César Uribe, César Cueto y Guillermo Barbadillo, era lo que estaba en la mente de cada hincha peruano.
Comenzó el partido…
El árbitro brasileño César Coelho pitó el inicio del partido. Pero había una historia personal dentro de la cancha: la de Héctor Chumpitaz (1944), el gran capitán peruano. Desde hacía tres años, en el mundial de Argentina ’78, “Chumpi” tenía ya 34 años y empezaba a pensar en el retiro. Así llegó a jugar toda la eliminatoria del ‘81 pensando en el mejor momento para hacerlo: ganando. Esa tarde, en el Nacional, la oportunidad se daba. Tenía 37 años.
El encuentro era para jugarlo con inteligencia y manejo de los tiempos, controlando el balón. Perú así lo hizo. No hubo goles, pero si momentos claves en el transcurso del partido. Uruguay empezó a defenderse, su primer objetivo era que no le anotaran goles. Luego, intentar el gol salvador en la complementaria para al final resistir y lograr la hazaña. Pero ante ellos estaba Perú, que si bien también trataba de anotar un gol, nunca descuidó la defensa que fue más férrea que nunca.
En el segundo tiempo, el ingreso del veterano del Nacional de Montevideo, Julio César Morales (36) en la punta izquierda, así como la del volante del Boca Junior Ariel Krasouski, fue contrarrestado por el estratega nacional “Tim” con un cambio defensivo, pero muy estratégico: la salida de Oblitas, y el ingreso de Olaechea, para reforzar la marca.
Uribe despertó en la segunda etapa, y empezó a preocupar a la defensa charrúa; tanto como Barbadillo, a quien Hugo de León le cometió una falta que le costó la roja, casi al final del match, donde destacó nítidamente la tarea de la defensa peruana. No solo el capitán y su capataz, Toribio Díaz, sino también brilló Jaime Duarte, quien supo proyectarse y lograr buenos centros, los que, lamentablemente, ni Barbadillo, ni Uribe ni La Rosa pudieron convertir en goles.
No podemos olvidar a otro valor peruano que supo “jalar marca” y soportar la carga celeste. Se trató de Guillermo La Rosa, siempre noble en la fuerza que aplicaba en sus potentes arremetidas ante la defensa contraria. Y es que el toque peruano desesperó a la escuadra dirigida por Roque Gastón Maspoli. El resultado: el fútbol superó la fuerza.
Mientras Coelho tocaba el pitazo final al caer la tarde de ese domingo triunfal, la gente que pudo saltar a la cancha para festejar se arremolinó en torno a don Héctor y lo levantó espontáneamente sobre sus hombros.
La tarde del “Gran Capitán”
“Chumpi” se quitó la camiseta N° 3 y se la entregó al doctor Jorge Alva. Luego lloró con una bandera nacional que intentaba cubrir su dorso desnudo.
Pero Héctor Chumpitaz, a pesar de su “casi” decisión de dejar la selección nacional, en el fondo guardaba la esperanza de ser considerado un tiempo más en ella, incluso es muy posible que imaginara cerrar su carrera en el próximo mundial.
Pero una lesión terminó quizás con sus sueños, y el de muchos de verlo en España 82. Por eso, esa estampa del capitán emocionado tras el partido con Uruguay terminó siendo el último partido del “Granítico”.
El Perú iría a un mundial de fútbol por cuarta vez. Y el sueño de hacer un buen mundial empezó a crecer esa misma noche dominguera, cuando el compositor y cantante criollo José Escajadillo estrenó en Ica, en el “Festival Paracas ‘81”, la canción “Perú en España ‘82”, que reemplazó a la anterior “Perú rumbo a España ‘82”.
Lo que ocurrió en ese mundial peninsular es otra historia. Pero nadie que vivió ese día de setiembre clasificatorio podrá olvidar lo que se sintió y vivió cuando el “equipo de todos” logró la meta por sus propios méritos. Fue orgullo colectivo, un gran entusiasmo y mucha fe en el fútbol.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio