De sucesor de Hitler a traidor: 120 años del nacimiento de Hermann Wilhelm Göring
Hablar de Hermann Wilhelm Göring (1893 – 1946) es rememorar la época Nazi cuando Hitler, Goebbels, Himmler y compañía tenían al mundo en vilo. Fue designado sucesor del partido nazi por el mismísimo Hitler, quien acabó por destituirlo en los últimos instantes de la guerra como respuesta a un intento de sustitución en el mando. En Huellas Digitales hacemos un breve recorrido por su vida hasta su enigmática muerte.
Hermann Wilhelm Göring nació en Rosenheim (Baviera) el 12 de enero de 1893 de la unión entre Ernst Göring, ex oficial de caballería y cónsul general alemán en Haití, y Franziska Tiefenbrunn, una modesta mujer austríaca, con quién concibió cuatro hijos: Karl, Olga, Paula y Hermann.
Con el arma bajo el brazo
Göring, al igual que su padre, optó por la vida militar desde joven. En la primera guerra mundial la historia lo registra como teniente en el 112º Regimiento de infantería del príncipe Guillermo con tan sólo 19 años. Luego pediría y obtendría su traslado al arma aérea, donde cosecha éxitos apabullantes: 22 aviones enemigos abatidos. Es así que recibe la distinción Pour Le Merite y la Cruz de Hierro de Primera Clase, finalizando la guerra como el más condecorado.
El verdadero cambio de rumbo para Göring no comenzó con su reconocimiento en la Primera Guerra Mundial sino tras conocer a Adolfo Hitler, y su posterior adhesión al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Pronto se convenció de los planes de su nuevo líder, lo cual se tradujo en un intento fallido de golpe de estado conocido como el Putsch de Munich, en noviembre de 1923. Como consecuencia de esta acción Göring huye del país para evitar su apresamiento. Asimismo, sus graves heridas lo volverían adicto a la morfina para siempre.
La locura de ser un Nazi
Tras su huida de Alemania, regresa en 1927 y obtiene un escaño en el Reichtag para la agrupación nazi un año más tarde. Desde su nueva posición se esfuerza en ayudar a Hitler para tomar el poder usando sus contactos en los círculos conservadores, industriales y oficiales del ejército con el objetivo de acercarlos con el partido de la esvástica y hacerlo un movimiento político de masas.
Sin embargo, la obtención de la cancillería a favor de Hitler tomó tiempo y no fue hasta enero de 1933. Göring formó parte de su gabinete como ministro del Interior de Prusia, el mayor estado alemán de la federación, y como Comisario del Reich de Aviación; no obsante, tenía libertad de acción en otras áreas del reciente régimen. Luego de un mes en el cargo promulga leyes de excepción tras el incendio –de presunta autoría Nazi- en el edificio del Reichstag. Por lo tanto, para poner fin a las oposiciones políticas Göring crea la Gestapo y manda a construir los primeros campos de concentración.
En 1935 es nombrado Comandante de la Fuerza Aérea de reciente creación (Luftwaffe), además de tener la labor de rearmar al ejército alemán, a pesar de que en el Tratado de Versalles esto quedó restringido. Es así que Hitler dictamina que Alemania estaba preparada para su expansión territorial, la cual encargó a Goering tras la intromisión alemana en suelo polaco en setiembre de 1939. La Segunda Guerra Mundial se había iniciado.
La guerra tuvo un inicio auspicioso para el hombre de confianza del Fuhrer. La Luftwaffe se impuso en las campañas contra Polonia, los Países Bajos, Noruega y Francia. En reconocimiento a su trabajo, Göring fue ascendido a Mariscal del Reich (un rango por encima de mariscal de campo). Con casi toda Europa controlada, el Reino Unido era el último flanco a sucumbir por lo nazis. Por lo tanto, Göring determina en julio de 1940 reducir a los británicos a través de ataques aéreos a las defensas costeras de Gran Bretaña, para luego incursionar en el suelo británico por todos los frentes. Aquello nunca sucedió. Fue el primer fracaso militar de Göring en la guerra.
Tras la calamidad de la Luftwaffe de Göring en la batalla de Inglaterra y luego en Stalingrado, el régimen inicia su debacle y así también los suicidios de los máximos dirigentes nazis para evitar ser capturados por los aliados. Sin embargo, Göring tenía otros planes muy alejados al de quitarse la vida: pretendía autoproclamarse sucesor del Fuhrer al conocer su inminente caída. Era el fin del nazismo y de la guerra.
Un día después de la guerra
Alemania se rinde oficialmente en mayo de 1945 y así también el régimen nazi. Empero, Göring aún seguía con vida y era requerido por los aliados. Este también los buscaba al pretender ser el hombre de la reconstrucción alemana tras la guerra.
Sin embargo, los aliados tenían otros planes para él: juzgarlo en el Tribunal Militar Internacional de Núremberg compuesto por todos los países aliados. En el juicio cada uno de los 24 dirigentes supervivientes del gobierno nazi, incluido Göring, fue acusado de uno o cuatro de los cargos según el caso: conjuración, crímenes contra la paz y la humanidad.
Durante el juicio, Göring se defendió con vigor y habilidad, a menudo mofándose con réplicas escurridizas a los abogados de los aliados. Asimismo, con Hitler muerto, se impuso entre el resto de los acusados como el actual líder, estableciendo el comportamiento que los demás nazis debían seguir durante el juicio.
Tras casi un año de testimonios y alegatos finales, el primero de octubre 1946 Göring es condenado a la pena de muerte en la horca, al ser encontrado culpable de todos los cargos en su contra. Al día siguiente, el sentenciado solicita por escrito ser fusilado debido a que era una muerte más digna para un soldado como él. Aquello fue rechazado, el tribunal no cambiaría su manera de ajusticiamiento.
Dueño de su propio destino
La madrugada del 16 de octubre de 1946 fue la fecha establecida para la muerte de Göring. Sin embargo, el hombre fallece en su celda un día antes de su ejecución. Una autopsia posterior evidenciaría que había ingerido una cápsula de cianuro de potasio.
En su celda se encontraron diversas cartas, una dirigida al comandante de la prisión. En ésta Göring se vanagloriaba de haber ocultado dos cápsulas desde su captura. En otra misiva se ufanaba de ser el dueño de su propio destino.
Aún es inexplicable cómo llegaron las cápsulas de cianuro a manos del Mariscal del Reich. Hasta el momento se han enunciado varias hipótesis al respecto. La más reciente fue manifestada públicamente en 2005 por el soldado estadounidense Herbert Lee Stivers, uno de los encargados de la guardianía de los 22 prisioneros de guerra durante el juicio de Núremberg.
Lee Stivers afirmó que fue él quién otorgó a Göring su “medicina”, escondida dentro de una pluma estilográfica que le dio una mujer alemana con quien se había reunido y coqueteado en un club para oficiales. No obstante, el recluta ignoraba lo que la “medicina” era en realidad.
Hermann Wilhelm Göring será evocado por la historia universal como un hombre de vanidad sin fronteras, con un afán ilimitado por la popularidad y el reconocimiento. Probablemente, es por eso que no se suicidó junto al resto de los miembros de la cúpula nazi al suponer que podía ser él quien tomaría las riendas de la Alemania de la posguerra. Göring murió despreciado por la humanidad, pero más aún por los nazis. Paradójico.
(Alex Zamora)
Fotos: Agencia