El jazz eterno de 'Dizzy' Gillespie: a 20 años de su muerte
Han pasado 20 años desde que John Birks ‘Dizzy’ Gillespie (1917-1993) cortó el oxígeno musical de sus seguidores que producía mágicamente con su trompeta. Intérprete y compositor, aunque quizá sea mejor recordarlo como innovador en el jazz al popularizar el ritmo bebop. El origen del jazz moderno le pertenece a ‘Dizzy’, uno de las mejores trompetistas de la historia de la música. Aquí una breve semblanza.
John Birks Gillespie nació en Estados Unidos el 21 de octubre de 1917 con la música corriendo por sus venas. Su padre, albañil de profesión, tocaba el piano en una orquesta de aficionados. Al igual que su mentor, a los cuatro años, John ya sabía tocar el piano. A los doce aprendió a tocar el trombón, pero luego la cambió por la trompeta y desde esa vez nunca más dejó ese instrumento. Empezó a escuchar al trompetista Roy Eldridge y sabía que su futuro estaba en el jazz.
La búsqueda del sueño
Gillespie tocó desde los 18 años de edad con diversas bandas en Filadelfia, entre 1935 y 1937, antes de mudarse a Nueva York. En Filadelfia, Gillespie se había ganado el apodo de ‘Dizzy’ por su comportamiento impredecible y divertido. Cuando estaba en la banda de Frankie Fairfax en Filadelfia llevaba su nueva trompeta en una bolsa de papel, un acto que inspiró a músicos como Bill Doggett a llamarlo ‘Dizzy’ o “alocado” en español.
En Nueva York la orquesta del músico Teddy Hill lo contrata para una gira por Europa. En 1937 cuando solo tenía 20 años Gillespie ya había hecho un nombre entre los músicos neoyorquinos y ya poseía un disco con la banda de Hill, denominado “King Porter Stomp”. Paradójicamente, su antecesor en la agrupación en que tocaba era su propio ídolo musical: Roy Eldridge.
Es en 1939, a los 22 años, que es llamado para tocar en la orquesta de Cab Calloway, uno de los directores musicales más exitosos de la época. Pero, aún más importante que pertenecer a esa banda, fueron las conexiones que hizo con compañeros músicos como el gran saxofonista Charlie ‘Bird’ Parker y el pianista Thelonious Monk.
Bebop es ‘Dizzy’
Durante sus ‘tocadas’ nocturnas en la década de 1940 en los clubes de Nueva York como en el Minton Playhouse en Harlem, Gillespie, Parker y Monk, entre varios otros, establecieron un sonido completamente nuevo en el jazz: el bebop. Debido a la prohibición de grabaciones musicales durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, la evolución del bebop no estaba documentada en grabaciones comerciales.
En la era de la posguerra, sin embargo, el nuevo estilo revolucionario tomó el mundo del jazz y estableció la fama internacional de Gillespie; además de ser catalogado como uno de los padres fundadores del bebop. A su vez, ‘Dizzy’ Gillespie también fue pionero en la fusión de los ritmos afrocubanos con el jazz en la década del ‘40, ayudando a crear otro género de jazz de enorme popularidad e importancia.
A finales de 1942, se une a la banda Earl Hines junto con Charlie Parker para formar la primera agrupación en explorar el estilo bebop. De esta banda nació la canción ‘Night in Tunisia’, que marcó oficialmente el comienzo de la era bebop.
Aventura política
La consolidación del género bebop provocó en ‘Dizzy’ experimentar con nuevos estilos musicales, pero que no llegaron a tener el mismo impacto de su creación.
En 1964 Gillespie –inesperadamente- se autodenomina como uno de los candidatos para las presidenciales de Estados Unidos de ese año. En un escenario de retirada de Vietnam y segregación racial. Sin embargo, aquello nunca prosperó y más bien fue catalogado como una estrategia mediática de parte de ‘Dizzy’.
Aún con el mismo espíritu político de años atrás, en 1977, durante una visita a Cuba posa en una fotografía acompañado de Fidel Castro. Esto no cayó bien en la ciudadanía estadounidense. El presidente Jimmy Carter lo invitó a la Casa Blanca para sostener una reunión privada. Parecía terminar el tiempo de Dizzy en el candelero político y continuó de gira musical como antaño, pero no tan ampliamente como antes.
La estrella que se va
Los últimos años para ‘Dizzy’ Gillespie fueron los de mayor reconocimiento a su trayectoria musical. En 1989, cumplió setenta y dos años y recibió un premio Grammy en honor a los casi 50 años de aportes a la música jazz.
Además, ese mismo año recibió la Medalla Nacional de las Artes de parte del presidente George Bush (padre). Al año siguiente, en el Kennedy Center for the Performing Arts se conmemoró el centenario del jazz en los Estados Unidos; uno de los homenajeados fue Gillespie, quién recibe un reconocimiento por su medio siglo de logros artísticos.
El genio musical tuvo su última aparición pública en Seattle, en febrero de 1992. Un año después, Gillespie dejó de existir un 6 de enero a causa de un cáncer al páncreas, a la edad de 75 años.
Veinte años después de la desaparición de ‘Dizzy’ la pregunta que ronda en la mente de los amantes del jazz es quién le debe a quién: ¿el jazz a Gillespie? o, ¿Gillespie al jazz? Sin duda, el jazz le debe mucho a Gillespie.
(Alex Zamora)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio