San Isidro, el distrito de los bellos olivos
Allá por 1920 se formó la Compañía Urbanizadora San Isidro Limitada, que solicitó la colaboración del escultor Manuel Piqueras Cotolí para que diseñara el proyecto de una urbanización tranquila, donde se pudiera vivir cómodamente. La primera urbanización abarcó El Olivar, la avenida Los Conquistadores y los alrededores de la avenida Arequipa. Luego vendría en 1924 la urbanización Orrantia, frente a la Javier Prado. Después asomó la urbanización Country Club en 1925, y con lo avanzado hasta ese momento ya los vecinos se sentían en un espacio distinto. Se separaron de Miraflores, y el 24 de abril de 1931 el nuevo distrito se hizo realidad. El Decreto Legislativo N° 7113 selló el comienzo de la historia distrital. Las imágenes también cuentan su historia, como las que mostramos aquí del Archivo Histórico de El Comercio, conmemorando el 82 aniversario del tradicional distrito limeño.
Las décadas pasaron y el desarrollo comercial del distrito creció junto con la modernización y belleza de sus calles, avenidas y parques. Los escolares de 1963 visitaban El Olivar como quien se va de paseo al campo. Se acababa el año y estos adolescentes -no sabemos si en plena ‘vaca’- parecían planear alguna mataperrada.
El bello local de la municipalidad distrital fue el centro administrativo de una población muy activa, ordenada y responsable. El primer concejo edil se instaló el 2 de mayo de 1931. El primer alcalde fue el doctor Alfredo Parodi. En la imagen, una fila de ocho camiones de los años 40 se exhibe para el servicio de los vecinos.
El arte al aire libre fue una costumbre que vinculó a los sanisidrinos con su entorno. Siendo una de las zonas más verdes de Lima, San Isidro organizaba continuamente concursos artísticos, como este que ocurrió en 1966. El distrito ya era un lugar excepcional para vivir y crear.
En la imagen se aprecian los espigones de una de las playas que el municipio planificaba construir a partir de diciembre de 1969. Un mar tranquilo y manso, ante una costa sin edificios ni amenazas ecológicas.
A mediados de los años 80 aún se podían apreciar el molino y la prensa de El Olivar de San Isidro. Un ambiente que mantenía la paz y armonía que pocos distritos podían exhibir.
A la altura de una de las calles de la avenida Camino Real, en una pequeña plazuela, se reunían en los años 80 y 90 los vendedores de flores. Era una esquina con olor a campo fresco y colorido, pero para mantener el orden peatonal tuvo que ser retirado antes que se desbordara de pétalos.
(Carlos Batalla)
Foto: Archivo Histórico El Comercio