Desde hoy, prometo educar a mi hija para que sea imperfecta
Este es el segundo año de nido de Almudena, mi hija, y la semana pasada fui a recoger su libreta de notas. Hasta el momento, he sido la mamá que se comunica lo suficiente con las profesoras como para saber si es que algo anda mal, por lo que no esperaba mayor sorpresa. Al entrar a conversar con la miss y la psicóloga, ellas me dijeron lo mismo que vengo escuchando desde que Almu está en el nido: que le gusta participar, que es muy atenta, que disfruta haciendo sus trabajos, que siempre obedece, que es sociable y buena con todos sus compañeros… en fin ¡un sueño de niña!
No voy a negar lo orgullosa que me sentí en ese momento. Me brillaban los ojos al escuchar que mi hija estaba haciéndolo todo bien, casi se me escapa una lagrimita cuando me dieron esta lista de cosas positivas. Pero después, camino de regreso al trabajo, me puse a pensar que tal vez Almudena estaba siendo todo lo que los demás (incluida yo) esperábamos de ella y que era posible que la estuviese educando para ser “perfectita”. ¡Tremenda carga la que significaría ser una joven perfecta!
Entonces, empecé a fijarme en los estímulos que, tanto yo, como las demás personas que la cuidan, le damos constantemente y comencé también a prestar atención a la interacción entre los padres de otras niñas y sus hijas. Mis temores se materializaron: me di cuenta de la cantidad de veces en las que nuestra preocupación por que las niñas luzcan “impecables” nos lleva a cometer el error de desincentivarlas a asumir riesgos y posibles fracasos.
Puede que no te estés dando cuenta, pero te propongo un ejercicio: ¿cuán frecuentemente le dices a tu hermanita/primita/sobrina/hija que “se siente como una niñita”, que no suba tan alto que se puede caer, que no se tire al piso porque se puede ensuciar, etc.? Tal vez más de lo que hayas pensado. Y esto se contrapone claramente a lo que solemos enseñarles a los niños: a jugar a las peleas, a ensuciarse, a trepar árboles sin importar que puedan caerse, etc.
Los niños crecen estando acostumbrados a asumir riesgos, a tolerar el fracaso. Pero el mensaje suele ser que, si eres mujer, tal vez no deberías arriesgarte tanto. Esto fue demostrado por Carol Dweck, una psicóloga que, en 1980, realizó un estudio a niñas y niños brillantes de 5to de primaria. En él, descubrió que las niñas, ante una tarea muy complicada, solían darse por vencidas rápidamente, mientras que los niños, ante las mismas tareas, tomaban la experiencia como un reto y tendían a redoblar sus esfuerzos. Esto no se debía a que el IQ de las niñas fuese menor al de los niños, sino a cómo ambos enfrentaban los retos. Las niñas no querían arriesgarse.
Así es que decidí que desde entonces iba a enseñarle a Almudena que estaba bien si había cosas que ella no hacía de manera “correcta”, que podía equivocarse o incluso hacer alguna travesura de vez en cuando y que, si fallaba, el fracaso era algo tolerable, que le iba a ocurrir algunas veces en la vida y que debía aprender a lidiar con él. Esa misma noche, llegué a casa y le propuse “portarnos mal”: salimos como a las 9 de la noche a pasear, ella no podía creer que estuviese saliendo de casa a esa hora y se emocionaba pensando que era una travesura nuestra, que no íbamos a contarle a nadie.
Nuestra experiencia fue más que provechosa y no solo por la complicidad madre/hija, sino porque nos encontramos con algunos trabajos que se realizan únicamente de noche y que ella no sabía que existían (como el recojo de la basura o la verificación que hacen los bomberos del buen funcionamiento de los hidrantes). Incluso le sirvió para distinguir que tiene espacios en los que puede hacer travesuras y otros en los que hay que seguir ciertas normas. Así es que, basada en la experiencia, los invito a permitirles a los niños hacer travesuras de vez en cuando, cosas pequeñas que normalmente no les está permitido hacer; pero, sobre todo, los invito a enseñarles a los niños y también a las niñas a estar cómodas con la imperfección. Creo que así podemos educar mujeres valientes que construyan un mundo mejor para sí mismas y para todos nosotros.